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Pintora, remera, sanpedrotarra, auxiliar que fue en la residencia de Pasaia, nadadora: Lurdes. LOBO ALTUNA
«Algún día pintaré un txipiron. ¿En su tinta? No, pintaré con su tinta»

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«Algún día pintaré un txipiron. ¿En su tinta? No, pintaré con su tinta»

Lurdes Arrieta Iriarte | En San Pedro 11. El taller de la Pitu. En el Boulevard, sus últimos cuadros

Begoña del Teso

San Sebastián

Viernes, 7 de marzo 2025, 08:13

Vivir vive en el 6 de la calle San Pedro pero su taller, 'el taller de la Pitu' (así la llaman en la familia porque es la pequeñaja de ocho hermanos) está en el 11, en los bajos de lo que es la casa solariega (con huerta) de los Arrieta Iriarte (aún viven ahí sus hermanos Luis e Inés). En los bajos; allí estuvo la tienda de ultramarinos donde ella, alumna de La Asunción (sacaba notable en dibujo) hacía la compra para la familia mientras su madre se ocupaba de todo lo demás. Miembro de la Asociación Artística de Gipuzkoa, alumna también del imprescindible Juan Berrospe, el domingo estará en la feria de arte del Boulevard. Llevará muchísimas de su láminas y sus dos últimos cuadros grandes, explosión de color y movimiento. Uno se titula 'Xurrumurruak'. En el otro alguien ha visto la sombra de un DJ y lo ha titulado 'Techno'.

–La familia, ante todo.

– Mi madre, Anastasia, 'Tasi'. Era de Oiartzun pero siempre dijo que los sanpedrotarras la habían 'envenenado' con el color morado. Amaba San Pedro. Mi padre, Félix. Hogareño. Trabajaba en Transportes San José. Buen pescador. En su barca 'Kalperra'. Muy lubinero, solía salir a la cacea. Atrapaba buenas andejas, sí señor. Mis hermanos y hermanas Mari Tere, Maixabel, Josetxo, Luis, Blas, Pedro, Luis, Irene. Mi marido Iñigo (al que ya sabes quiero tanto como a mi Pilot 04), mi hijo. Tengo 17 sobrinos-nietos.

– Si no me equivoco el lunes fue el cumpleaños de uno de ellos.

– De Jakes, sí.

– Pero con el que pintas y el que te regala piezas hechas con materiales que parecen mezcla de crochet y piezas Lego es con...

– Alain. Tiene un ojo magnífico para los colores. Acaso para él el rosa sea gris pero los mezcla de manera asombrosa. Le encanta el azul profundo roto con rojos.

– Itziar, una de tus sobrinas paralelas (por no llamarla ni postiza ni política), fue quien te hizo convertirte en 'Lurdinski' y lo digo así porque así firmaste los cuadros con los que ganaste más de un premio en el concurso de la casa de cultura de Okendo.

– Fue ella, sí. Un día me dijo que quería un Kandinski para su casa. Yo ni siquiera sabía quién era ese precursor ruso del arte abstracto y del expresionismo, fundador del grupo 'Los Cuatro Azules'. No le conocía así que me dirigí a mi profesor, a Juan, Juan Berrospe,y le conté el asunto. Me contestó que a Kandinski no íbamos a copiarlo. Jamás. Ni podíamos ni debíamos ni queríamos.

– Sabia reflexión. ¿Que pasó?

– Primero me fui al Koldo Mitxelena. A empaparme de su obra, de sus colores (tuvo épocas más oscuras, otras más 'fauve'). Luego cogí unas cuantas láminas, reproducciones de sus cuadros. Juan me dijo que eligiera una, la tirara al suelo, me pusiera delante del caballete y empezara a pintar. No copiándola sino siguiendo la inspiración, el movimiento de la mano, los golpes de color que me sugiriera todo aquello...

– ¿¿Y!!

– Pues que nunca me había sentido tan libre pintando. Utilizábamos papel de un metro por un metro porque nos pareció que era la mejor dimensión para una obra inspirada por Kandinski. Dejé el óleo y pasé al acrílico porque al secarse tan rápido puedes ir fluyendo sobre y por el lienzo sin tener que esperar como con el óleo. Sentí que pintaba desde dentro, sin límites. Mi etapa 'kandinskiana' fue una maravilla. Pinté mucho. Toda la familia quería mis cuadros 'sugestionados' por Vasili Vasilievich. Y sí, gané premios.

«Quiero muchísimo a mi marido Iñigo. Tanto como a mi Pilot 04. No podría vivir sin ellos. Con esa punta fina de bio-polímeros lo dibujo todo. Yo, que había dejado de dibujar porque para pintar Kandinski mejor no saber dibujar...»

– Lurdes, no tengo ni idea de cómo unir al autor de 'Composición VIII' con tu maravillosa ocurrencia de pintar un txipiron con su tinta. Ayúdame.

– Soy de San Pedro, hija, hermana y tía abuela de pescadores. Yo pesco. Salgo en mi bote a remos. Llego a la zona de Xeno y pesco. Voy al txipiron. Hace poco que he aprendido a hacer mis propios aparejos. Tengo muy buenos anzuelos Peces y aguarines que compro en la calle San Francisco. Comparto secretos con Ángel, magnífico chipironero. Pesco mucho y bien. El txipiron engancha. Cuando sientes su peso. Cuando te mancha la barca. Una barca manchada con tinta de calamar significa alegría. Y me hace gracia cuando lo coges mal, se ríe de ti y te suelta su tinta a la cara.

– Barca y cara manchadas y ¡tinta para un dibujo! Muy orgánico y milla zero pero ¡qué distinta será a las finas tintas que una amiga te trajo del Japón cuando empezaste con el arte zen!

– Quiero intentarlo. Me gustan mucho los txipirones que dibuja Muñiz, un artista de aquí. Me pregunto si lo hace con su tinta. Hablando de cocinarlos, los pequeños, sin limpiarnos ni nada, a la sartén y cuando sueltan su tinta retirarlos. Deliciosos. En cuanto al arte zen, fue un curso exquisito con Ana Bastarrica. Pintamos bambús, crisantemos, ciruelos y orquídeas salvajes. En cierto modo pintabas mientras meditabas. O al revés.No hemos hablado de la expo 12 Cm de San Pedro. Única norma, esa medida de 12x12. Espero que todos hagáis una pieza. Aunque sea a ganchillo. Hay tiempo. Hasta diciembre.

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