El lugar más romántico de Urgull está de moda
El libro 'Los románticos de Urgull', de Paco de Paula, renueva el interés por el Cementerio de los ingleses | Visitantes donostiarras piden un mayor cuidado de esta zona del monte, así como incluirla en la fundación que reúne a otros camposantos británicos en la península
Tomas Ezeiza Intxausti paseaba un día por Urgull, cerca del Cementerio de los Ingleses, cuando descubrió en una roca una leyenda que no conocía. ... Buscó por un sitio y otro y nadie sabía nada. La leyenda estaba grabada en una roca frente al Cementerio de los Ingleses. Estaba dedicada al alcalde Pedro Zaragüeta. Y reza así: 'En memoria del alcalde don Pedro Zaragüeta y Aristizabal, que ultimó las gestiones de adquisición de este monte en beneficio de la ciudad de San Sebastián'. Data del año 1966. «El monte era del Ministerio de Defensa y querían cobrar por él 3 ó 4 millones de pesetas», explica Ezeiza. «El Ayuntamiento consiguió rebajarlo a un millón y medio. Un millón por el monte, y medio, por edificios como el convento de San Telmo y otros de la zona».
Cuando descubrió la inscripción, hace 10 años, pudo leer el texto, pero ahora no lo consigue ya que la enredaderas tapan la leyenda. Por eso, ante las primeras noticias de la publicación de un libro sobre el Cementerio de los Ingleses -'Los románticos de Urgull. Crónica de William Tupper y Oliver de Lancey en San Sebastián'-, Tomás Ezeiza escribió a la sección Sirimiri de este periódico. Decía que frente al panteón de Manuel Gurrea se hallaba una roca totalmente cubierta de vegetación. «Precisamente en esta roca está grabada una inscripción dedicada al alcalde Pedro Zaragüeta, que fue quien gestionó la adquisición del monte Urgull para la ciudad», escribía Ezeiza. «Este reconocimiento se hizo en 1966. Hay quien asimismo lo llama Balcón de Don Pedro Zaragüeta».
Terminaba su carta pidiendo una poda, «para que se pueda recordar a este alcalde por los beneficios que la compra del monte Urgull otorgó a la ciudad y que tantos beneficios ha dado a los visitantes en general y a donostiarras en particular».
«Esos jóvenes eran románticos, tenían una visión de la vida trepidante»
«El Cementerio de los Ingleses es un sitio de paz y merece más cuidados de mantenimiento»
En opinión de Ezeiza, el Cementerio de los Ingleses es un sitio precioso. «No solo hay que cortar la hierba, también los arbustos y matorrales. El monte sí lo cuidan, pero a los pequeños detalles no les hacen mucho caso», dice.
Defiende que el Cementerio de los Ingleses es un lugar especial en Urgull. «Es muy agradable. Está la vista del mar, que es sosegante, y el silencio. A veces se acercan pájaros. Se ve de vez en cuando a un txantxangorri, un tordo, alguna paloma o gaviota despistada. Pero sobre todo destacaría la tranquilidad de la zona. La pena es que se deberían poner 'estufas' -bromea-, porque de vez en cuando hace un poco de frío».
Como petición, además de la limpieza de la vegetación en la inscripción del alcalde Zaragüeta, Tomás Ezeiza deja otra. «Pediría educación a los jóvenes, para que no sigan manchando con grafitis los reductos del monte, porque la libertad de uno termina donde empieza la del otro», dice.
Autor de varios libros sobre la historia de San Sebastián, afición que desarrolló con especial dedicación cuando se jubiló de su trabajo en Kutxa, uno de ellos está dedicado al monte Urgull. Se trata de 'Ciudad de San Sebastián y Monte Urgull. Apuntes para una crónica general de las fortificaciones y otras vivencias' y está editado por Kutxa. En él, se refiere al Cementerio de los Ingleses «y ese aire de jardín abandonado' del que hablaba el ilustre periodista Juan María Peña Ibáñez en su obra 'Del San Sebastián que fue'».
El Cementerio de los Ingleses alberga los restos mortales de los jefes y oficiales del ejército inglés que murieron en la primera guerra carlista y, más concretamente, en los combates que se celebraron en las inmediaciones de Ayete y Oriamendi. «En una lápida se evoca a los soldados muertos en el asedio de 1813, algunos de los cuales, según documentación de la época, fueron aquí inhumados», escribe Ezeiza en su libro.
También están los restos del mariscal de campo Manuel Gurrea, que murió en Andoain el 29 de mayo de 1837, «y tal vez sea el único soldado español enterrado en él». En uno de los panteones puede leerse el epitafio dedicado a Guillermo L.M. Tupper, coronel del VI Regimiento escocés, «quien a la cabeza de su cuerpo a la toma de Ayete el 5 de mayo de 1836 cayó herido mortalmente a los 32 años de edad». También está la tumba del coronel Oliver de Lancey, ayudante general de la Legión Británica, herido mortalmente en Hernani el 13 de mayo de 1837.
Entre los restos mortales que alberga el cementerio están los de Sara, «la amada y querida esposa de Juan Callander, cirujano del Ejército de S. M. Británica», escribe Ezeiza. «Su panteón está semidestruido, aunque se puede descifrar que en él está enterrada su hija María, fallecida a los 22 meses».
El Cementerio de los Ingleses fue inaugurado el 28 de septiembre de 1924, algo más de un siglo después de la primera inhumación realizada en él. Para la ocasión se adornó el lugar bajo la dirección del arquitecto municipal Juan Rafael Aldai y el jardinero señor Menéndez, con presencia de las reinas Victoria Eugenia y María Cristina, el príncipe de Asturias y el Ayuntamiento en pleno, con el alcalde Juan José Prado a la cabeza, entre otros invitados.
Un despertar
El libro de Ezeiza data del 2010 pero la inspiración de Francisco de Paula es mucho más reciente y ocurrió en su 'cama' de Madrid. «Fue un poco raro, porque ocurrió al despertarme un domingo, el 7 de junio de 2015», explica. «En mi ensoñación me acordé del Cementerio de los Ingleses de San Sebastián. Vi el sitio. De abajo arriba y empecé a pensar unas frases en inglés. No soy poeta pero empecé a pergeñar una letra -'down in the mountain, there is a place'-, que terminó siendo una poesía y hoy es 'Tupperen Karga', la letra del himno de la tamborrada de Jai Alai de Madrid a la que pertenezco». La composición 'Tupperen Karga' ha tenido más recorrido y está también incorporada al repertorio de la conmemoración del 31 de agosto en San Sebastián.
Periodista afincado en Madrid, Francisco de Paula terminó obsesionado por la vida de los soldados ingleses William Tupper y Oliver de Lancey enterrados en Urgull, que llevó a su libro. «Está pensado como crónica periodística, porque contar la vida de estos dos personajes románticos me parecía un gran reportaje».
Se puso en contacto con José María Leclercq, historiador y arqueólogo por la Universidad de Valladolid. «Le planteé mis dudas y seguí investigando. Terminé de escribir el texto y entendí por fin quiénes eran esos dos personajes y por qué vinieron a San Sebastián».
¿Y quienes fueron? ¿Sus vidas pueden tener algún paralelismo con la gente de hoy? «De que hoy en día hay historias vitales como las suyas no me cabe la menor duda», dice De Paula. «Pero hoy somos posmodernos, racionales y algo escépticos, distintos a nuestros padres. Ellos eran románticos, pertenecían a una época que no era nada blanda. Tenían una filosofía de vida que pone al individuo en primera persona, da importancia a la subjetividad de cada uno e implica una visión del mundo más trepidante que la de sus padres. Y después vino la reacción, la represión, la época Victoriana».
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