La lagartija de Urgull, en las marquesinas
Una campaña de Dbus y Cristina Enea busca dar a conocer las riquezas naturales de Donostia | Se mantendrá hasta fin de año, para destacar valores medioambientales y defender el autobús como forma de transporte sostenible en la ciudad
Los autobuses 'hablan' del parque de Parque de Cristina Enea, el roble de Ibaeta, el parque de Ametzagaina, la lagartija de Urgull, el monte Ulia, los depósitos de agua de Ulia, la rasa mareal de Ondarreta, el límite cretácico/paleoceno de Ondarreta y Zumalakarregi y la biodiversidad de Altza. En realidad se habla de todo ello en algunas paradas de los autobuses de Dbus, aunque los autobuses han acogido también sesiones infantiles. Todo ello dentro de la campaña que se desarrollará hasta fin de año.
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Dbus y Fundación Cristina Enea unen esfuerzos para dar a conocer la fauna y flora autóctona de San Sebastián e impulsar el transporte público como forma sostenible de moverse por la ciudad. Se han elegido las paradas de Dbus más cercanas a los elementos de los que se habla. «Son especies o espacios no del todo conocidos por los donostiarras», explican sus impulsores. «En el entorno urbano, con edificaciones cada vez más numerosas, la naturaleza queda en segundo plano».
Pero San Sebastián se resiste. «Contamos con una gran riqueza natural en diferentes espacios», añaden. La información está accesible en un folleto colgado en la página web de Dbus y disponible en el Centro de Recursos Medio Ambientales de Cristina Enea y en los centros culturales. El emblema de Dbus es ya una declaración de principios: la ranita meridional del País Vasco, un ejemplar en peligro de extinción y que aún existe en algunas zonas de San Sebastián. De ella se habló, claro, en las sesiones de cuentacuentos celebradas con niños.
Cristina Brunetti
Se relata en la campaña que el histórico parque de Cristina Enea, llamado así en honor de Cristina Brunetti, duquesa de Mandas, cuenta con una superficie de 94.960 metros cuadrados y es el parque urbano más extenso de la ciudad. Junto a una amplia representación de árboles autóctonos, acoge árboles procedentes de los cinco continentes: saben los paseantes de su extraordinario porte y belleza. El pavo real es su habitante más especial, como especiales son sus costumbres, ya que pernocta en los árboles más singulares del parque.
También tiene Cristina Enea su árbol especial: el cedro del Líbano, «uno de los árboles más imponentes y característicos del lugar y de los más antiguos. Se le estima una edad superior a los 150 años». También acoge al curioso gingko (gingko biloba) que, con sus hojas en forma de abanico, es el único representante vivo de una familia que hace millones de años pobló extensamente grandes regiones del planeta».
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El histórico roble de Ibaeta y la encina de Berio se salvaron de la tala por su protección
Donostia tiene ranita meridional, símbolo de Dbus y especie en peligro de extinción
Ibaeta cuenta con un roble especial. Posee una altura de más de 20 metros y un diámetro de copa de casi 25 metros. Se encuentra en los terrenos de la casa solariega de Portuetxe, antigua casa-jefatura del Puerto de San Sebastián. «Se le estima una edad cercana a los 400 años, y probablemente fue contemporáneo de otros ejemplares que fueron talados para la construcción naval, de viviendas o ermitas. Constituían un pequeño robledal que lindaba con las marismas de Ibaeta, también denominada 'Los Juncales', de enorme belleza natural».
Al igual que la encina de Berio, este histórico roble se salvó de ser talado gracias a su declaración como árbol singular en febrero de 1997.
Praderas de Ametzagaina
Ametzagaina, el mayor parque periurbano de San Sebastián, queda incluido entre las riquezas naturales de la ciudad. Además de otras de sus riquezas, recientemente se ha hallado en él un yacimiento del Paleolítico superior de cerca de 27.000 años de antigüedad.
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Las lagartijas tienen su espacio entre autobuses. «El monte Urgull, junto con la isla de Santa Clara, es el hogar de una población de lagartijas con características diferentes respecto a la lagartija ibérica, como una pigmentación más oscura en el cuerpo y ciertas escamas en la piel», comentan los expertos en los textos de las marquesinas. «La aparición de estos singulares reptiles podría deberse al aislamiento de una colonia local respecto a la población predominante, durante miles de años, lo que favoreció una evolución con diferentes caracteres».
Pero las lagartijas donostiarras pasan por momentos difíciles. «Desde hace unos años, esta comunidad está en riesgo por la introducción de la lagartija de las Pitiusas, una especie robusta y con gran capacidad de colonización, que compite por los recursos con la lagartija autóctona de Urgull».
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Del monte Ulia se destacan sus valores naturalísticos y paisajísticos y elementos como los antiguos depósitos de agua. El de Soroborda (1872), en las faldas del monte, recogía las aguas de los manantiales de Ulia y Mendiola. Pronto se quedó pequeño para las necesidades de la población y en 1900 se construyó el depósito anexo de Buskando.
El mar también ofrece sus tesoros. En momentos de marea baja hay en Ondarreta un singular fondo marino, la rasa mareal o plataforma de abrasión. «El constante batir de las olas genera una superficie plana y horizontal en la que las capas geológicas aparecen dispuestas como un gran hojaldre». En bajamar, las charcas y pozas albergan un rico ecosistema con cangrejos y quisquillas, algas, pequeños peces, moluscos como lapas y carraquelas y equinodermos como los erizos de mar.
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El Pico del Loro también tiene sus secretos. «Alberga un importante límite geológico de hace 65,97 millones de años y un nivel arcilloso con inusual cantidad de iridio y pequeñas esferas cristalinas de un mineral llamado espinela».
El barrio de Altza cierra el relato. Aunque está muy urbanizado ofrece contacto con la naturaleza en áreas como la del río Molinao y su cierto aire de campiña, con robledales y alisedas entre cultivos y huertas.
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