La lagartija de Urgull y la isla Santa Clara, una «joya» que puede desaparecer
La subespecie, única en el mundo, está amenazada por su pariente de las islas Pitiusas, un reptil invasor que apareció en San Juan de Gaztelugatxe
En las faldas del monte Urgull y la isla Santa Clara vive un donostiarra muy especial. Los expertos, incluso, lo definen como la «joya donostiarra». Su nombre más común es lagartija de Urgull -'Podarcis liolepis sebastiani', una subespecie protegida que de todos los lugares del mundo sólo se puede ver en las citadas localizaciones de la capital guipuzcoana. De ahí su catalogación de «joya». Sin embargo, la presencia de este reptil de color pardo y manchas reticulares, que se llegó a utilizar como imagen en marquesinas y carteles publicitarios, está amenazada por una especie invasora, la lagartija de las Pitiusas -'Podarcis pityusensis'-, que ya ha desplazado el saurio autóctono de San Juan de Gaztelugatxe, con todo el perjuicio que ello conlleva para la salud y desarrollo natural del hábitat, tal y como denuncia la Sociedad Vasca de Ciencias, Aranzadi, que ahora alerta de que «podría suceder lo mismo» en el litoral donostiarra.
La lagartija de Urgull y Santa Clara es objeto de estudio y discusión científica desde la década de los 60, cuando el herpetólogo alemán Konrad Klemer adscribió al reptil a la subespecie de la lagartija roquera. Las «singularidades» que presentaba este escamoso donostiarra de cola larga, como su gran tamaño y color, llamaron rápidamente la atención de la comunidad científica. De ahí que la nomenclatura del reptil acogiera el apellido 'sebastiani', dándole esta categoría única. Sin embargo, un estudio posterior que analizó la morfología y sus características biométricas recondujo los análisis de Klemer, y concluyó que el reptil de Urgull provenía de la lagartija ibérica, y no de la roquera. El recorrido taxonómico de este especialísimo saurio no terminó ahí, porque un último estudio determinó que las lagartijas ibéricas septentrionales, incluyendo a las de la costa de Euskadi, pasaban a denominarse 'Podarcis liolepis' (lagartija parda) y, por tanto, la lagartija de Urgull adoptó el nombre de 'Podarcis liolepis sebastiani'.
Ahora bien, aunque existe un consenso generalizado en la herpetología sobre las «singularidades morfológicas» que presenta el saurio donostiarra, «como sus manchas, color y larga cola», todavía está por ver «si la diversidad genética que tiene es también única o no, lo que daría más valor aún a la lagartija de Urgull y la isla Santa Clara», explican Iñaki Sanz y Ion Garin, herpetólogos de Aranzadi, que participan junto a Alberto Gosá en la protección y seguimiento del reptil. Los expertos creen que «el aislamiento natural que proporciona la Santa Clara y Urgull ha facilitado que la lagartija desarrolle condiciones morfológicas únicas». Eso sí, sobre su diversidad genética, «sería necesario realizar nuevos estudios con las herramientas que tenemos ahora».
Lo cierto es que la vida de la lagartija de Urgull y la isla Santa Clara peligra por su pariente ibicenco, que, según los primeros estudios, pudo aparecer en Donostia en torno al 2005. Este posible desplazamiento de la especie autóctona llevado a cabo en los últimos años podría provocar un daño irremediable en el ecosistema del litoral donostiarra, convienen los expertos. Existe, además, un precedente en la costa cantábrica que preocupa a los herpetólogos de Aranzadi, quienes aseguran que «si no se toman medidas urgentes, el reptil podría desaparecer».
«Invasión en Bermeo»
La primera vez que se detectó la lagartija de las islas Pitiusas en la costa vasca fue en los años 90 en San Juan de Gaztelugatxe. Allí, sin embargo, las labores de erradicación del reptil invasor «empezaron demasiado tarde» por lo que no se pudo hacer mucho para salvar a la autóctona. Se cree, en ese sentido, que el saurio balear fue liberado en el peñón bermeotarra por una persona de forma deliberada. Esta «introducción» tuvo como consecuencia «la eliminación de la lagartija roquera del peñón -'Podarcis muralis'-, que prácticamente desapareció del mismo en apenas 10 años», presumiblemente por «desplazamiento debido a las superiores cualidades competidoras de la especie introducida», apunta Ion Garin, herpetólogo de Aranzadi.

«Creemos que la lagartija de Urgull puede ser singular por su morfología, por su tamaño y color»
Ion Garin
Herpetólogo de Aranzadi
Además, se ha podido demostrar que los saurios invasores de Gaztelugatxe y Donostia provienen del mismo haplotipo, es decir, que tienen el mismo origen, aclara Garin, por lo que «no es nada descabellado pensar que lo sucedido en el peñón Bermeo se pueda repetir». De hecho, en el macizo donostiarra «ya se han observado persecuciones y ataques de machos de la lagartija de las pitiusas a la originaria de Urgull», añade el herpetólogo, que incide en «la pérdida de biodiversidad que supone la desaparición de la especie autóctona en Gaztelugatxe, y la tendencia semejante en Urgull».
«Esencial para el ecosistema»
El experto de la Sociedad Vasca de Ciencias insiste en que la lagartija de Urgull es «esencial» para el buen desarrollo del ecosistema de la zona, y que «debemos tomar como ejemplo lo sucedido en San Juan de Gaztelugatxe para que no se vuelva a repetir en Donostia». Es «difícil saber o cuantificar hasta qué punto afectaría la desaparición de la especie autóctona a la biodiversidad del litoral donostiarra», aunque Garin insiste en que «no hay que caer en la 'dejación'. No hay que dejarse llevar por esa idea de que algunas de estas invasiones son 'naturales' o 'inevitables' puesto que vivimos en un mundo globalizado. Hay que erradicar esta premisa y actuar de manera proactiva y ambiciosa para que la sociedad sea consciente de que esto es un problema real, que nos puede afectar tanto directa como indirectamente». «Haríamos un flaco favor a nuestra biodiversidad autóctona si especies singulares como la lagartija desaparecen».
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