Karmelo Brut: arquitectura 'fea' en Amara
Colegio Carmelitas. ·
Ejemplo del Movimiento Moderno tardío en Gipuzkoa, el gigante de hormigón visto destaca por su potencia estructural y la no existencia de ornamentosEstanislao Fdez. Narbaiza
Miembro de la Comisión de Patrimonio del COAVN delegación Gipuzkoa y arquitecto colaborador del Docomomo Ibérico
Lunes, 27 de octubre 2025, 07:34
Año 2296. Varios años tras el colapso climático, me encuentro explorando las Ruinas del Norte. Utilizo restos de cartografías poco legibles. Para localizarme, busco carteles ... con nombres de calles que no se hayan borrado del todo. Soy un archivista y documento huellas de lo que se llamaron edificios singulares. No fueron muchos los edificios supervivientes, sólo los más robustos presentan aún batalla al paso del tiempo.
El colegio Carmelitas es mi objeto de estudio de hoy. Ligeramente escondido al final de lo que fue una antigua avenida, escorado hacia la izquierda como si quisiera esconderse y ocultar su gran escala, descubro los restos de un gigante de hormigón. Se emplaza en una parcela rectangular y plana, en la otrora periferia deportiva de Donostia. Su implantación responde al planeamiento de expansión de los años sesenta del siglo XX. Anclado en la malla vial ortogonal y definiendo un límite nítido entre la vía pública y los espacios de uso terciario. El alineamiento paralelo al vial lateral y su volumen contundente, refuerza su carácter institucional y contribuye a la cohesión urbana del barrio.
Reviso mis datos. Aprendí a leer planos como otros aprendían a leer las estrellas. Los planos que guardo son réplicas descoloridas y ajadas. La tinta resiste el tiempo mejor que la memoria humana. En una carpeta encuentro el sello de la autoría: Miguel de Oriol e Ybarra, en colaboración con Vicente Orbe Piñes, fechado en 1965, destinado originalmente a enseñanza primaria y secundaria.
El Karmelo se sitúa temporalmente a finales del Movimiento Moderno. Con características propias del brutalismo, sobre todo en materialidad y tectónica. El brutalismo, del término francés 'béton brut', ponía en valor el hormigón visto, la potencia estructural y la no existencia de ornamentos. Esto se hace presente en los restos de sus fachadas. La textura del encofrado subraya la honestidad constructiva y queda impresa como huella del proceso de construcción. En ellas se combinan lienzos macizos con huecos profundos, creando contrastes de luz y sombra que dinamizan la percepción del volumen.
Una potentísima apuesta por el control de la luz y de la intimidad, utilizando elementos verticales colocados en serie. El 'brise soleil', que comenzó a aplicar Le Corbusier en los años treinta, es protagonista en sus fachadas. La expresión formal del edificio se sustenta en el protagonismo absoluto del hormigón armado visto. El resultado es una imagen de fortaleza urbana con una clara vocación institucional y funcional, como la de sus colegas: la Escuela Náutica de Pasaia o el frontón Carmelo Balda.
Allí estaba el edificio. Los restos varados de un gran barco carguero. Distingo cuatro grupos de prismas generando un juego de salientes y retranqueos que recuerda a los antiguos juegos de infancia donde se ponían una pieza encima de otra. Se establece una clara jerarquía entre la base y las plantas altas. Un basamento continuo sirve de zócalo, sobre el cual se alzan los volúmenes superiores. El edificio se desarrolla con un marcado eje longitudinal en todos los volúmenes y una antisimetría a partir de la base. Destaca la pieza tumbada en forma de Z. Sobre su parte central, un último rectángulo a modo de puente de mando. Llama mi atención en los planos el campanario. El mástil de toda embarcación que se precie. Alto, espigado y apareciendo sobre el resto de volúmenes. Lo que me encuentro es algo más modesto y contenido.
Generosidad involuntaria
En su momento hubo debates sobre si los edificios brutalistas eran feos. Esas discusiones importaron poco. Lo que quedó fue la capacidad de los mismos para ofrecer refugio. En este caso, la fealdad del hormigón fue un acto de generosidad involuntaria. Su estructura posibilitó que sus restos se mantuvieran reconocibles cuando todo lo demás había sido barrido.
Procedo a entrar por lo que parece ser uno de los accesos principales. Siento un frío que no es solo meteorológico, sino estructural. Descubro lo que parece un salón de actos que pudo tener varias vidas diferentes. Enseguida encuentro las escaleras principales, dos prismas verticales que comunican el resto de las plantas y que sobresalen como dos costillas en la parte trasera de la fachada. Una está inservible pero por la otra puedo acceder a la zona de aulas. Unos cuantos libros apilados en una sala de lectura. En los títulos reconozco nombres de pedagogías que ya no se aplican: 'Diseño de espacios educativos de Prakash Nair'. También restos de periódicos de la época donde se denunciaba que tampoco este titán se había librado de la especulación inmobiliaria.
Los datos
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Proyecto Colegio Carmelitas (Colegio Niño Jesús de Praga)
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Autores Miguel de Oriol e Ybarra y Vicente Orbe Pinies
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Fecha Marzo de 1965
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Uso original Docente. Centro de enseñanza primaria/instituto
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Uso actual Se encuentra en una situación pendiente de resolución
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Estilo Movimiento Moderno (brutalista)
Mientras lo recorro, me aferro a la sensación de que la preservación no es mera memoria; es responsabilidad activa. Guardar no debe ser únicamente sentimentalismo y forma, debe ser conocimiento y responsabilidad: es asegurar que el valor y la verdadera esencia de una ciudad y de su arquitectura, el patrimonio real, sobreviva a la noche.
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