«Es increíble ver nadar un delfín en la bahía de La Concha»

Un joven que practicaba paddel surf en la bahía de La Concha relataba por la tarde a DV que había visto el cetáceo en el mar y luego desde la orilla de Ondarreta junto a varios socorristas y una veintena de bañistas. «Ha sido muy interesante verlo nadar. Una experiencia muy grata y una suerte increíble haber sido testigo de la presencia de este delfín entre nosotros».

Es muy habitual el avistamiento de delfines en las costas vascas. La necesidad de alimentarse es una de las principales motivaciones que atraen a los cetáceos a nuestras aguas. Se desplazan hacia donde se dirigen las especies que depredan. Su dieta principal va desde invertebrados, calamares, pulpos y crustáceos, hasta chipirones y pequeños peces.

Según los expertos, el aumento de la temperatura del mar como consecuencia del cambio climático no influye en una mayor presencia. Al ser mamíferos, tienen que mantener una temperatura corporal constante. Esta depende de la temperatura del agua en la que viven, pero suele estar entre 34º y 37º C. Depositan la mayor parte de la grasa de su cuerpo en una espesa capa de «grasa» que los aisla del exterior, ayudándoles a conservar el calor.

En estado salvaje, el delfín mular en el Atlántico suele vivir en grupos de entre diez y doce denominados vainas, cooperando para localizar el alimento y poder acorralar así a sus presas.

Este animal puede llegar a medir entre los 1,9 y 3,8 metros y su peso medio de un adulto es de 50 a 650 kg. En distancias cortas pueden alcanzar una velocidad máxima de 35 km/h.

Los mulares se diferencian del delfín común en que son más grandes y de una tonalidad gris más homogéneas. Los comunes tienen manchas blancas.

Cada vez que hay un avistamiento de estos cetáceos muchos recuerdan el caso de 'Pakito', el delfín que apareció por primera vez junto a otro ejemplar adulto y una cría en la primavera de 1998. Meses después se quedó solo y se asentó en aguas de La Concha, donde vivió nada menos que siete años.

Asimismo, a primera hora de la mañana del pasado 4 de febrero una simpática pareja de delfines mulares (Tursiops truncatus) se internó en la bahía de La Concha, donde permanecieron alrededor de media hora pescando entre la isla de Santa Clara y el puerto. A mediados de agosto del pasado año hubo otro final feliz para un delfín que había aparecido varado en la playa de Santiago de Zumaia. Se pudo devolver al mar.

En ocasiones el final no es tan feliz. Así, la playa de Deba fue escenario el pasado 5 de mayo de uno de esos episodios de la vida cotidiana. En este caso, de la vida animal. Un delfín falleció en el arenal pese a los intentos de los paseantes por incorporarlo al mar. Estos se encontraron al cetáceo a primera hora de la mañana en la orilla y trataron de empujarlo para que volviera a estar en contacto con el agua. Como tenía un peso de unos 150 kilos tuvieron dificultades en moverlo. El delfín se movía y coleteaba, pero con poca fuerza, por lo que perdió la vida poco después.

Asímismo, el pasado 21 de marzo el cadáver de un delfín fue recogido por parte de dos voluntarios de Cruz Roja en la playa de Malkorbe en Getaria. El ejemplar, de dos metros de longitud, se encontraba en una zona de complicado acceso.

En mayo del pasado año un delfín apareció muerto cerca del puente de María Cristina, en San Sebastián. Era un delfín 'listado'.