Ciudadanos
«Han ido llegando de las Landas, Tenerife y Salou y los hemos ido colgando»Gerardo Sagastume Castillo (+ Elizabeth, Mitxel, David, María...) | Es Halloween. Cenamos en el Tívoli
El Tívoli (Paseo de Larratxo 39) ha estado cerrado por vacaciones del 5 al 23 de octubre pero los tres últimos días y mayormemte por ... la noche los vecinos escuchaban ruidos extraños, subidas y bajadas de la tensión eléctrica, golpes, aullidos de ultratumba, correr y descorrerse de trampillas. No se inmutaron. Sabían lo que pasaba, estaban preparando la decoración para la Noche Negra. Para Halloween. Para los días de Muertos. ¿Quiénes? Todas y todos: Mitxel (el patriarca), María (la gran matriarca), la abuela Pepi. Más Katherine. Y David. En el cochecito de bebé, la quinta generación, Kylie, que hoy estará disfrazada de calabaza. Todos y todas bajo la dirección de Elizabeth Rodríguez Olmos y de Gerardo Sagastume Castillo, un hondureño de Villa Franca recriado entre Trintxerpe y Larratxo. Las reservas para la cena de hoy se abrieron el 4 de octubre. Para el 5 había 40. Hoy cenan 70. Más fantasmas, vampiros, muñecos que se arrastran, viejos de ojos rojos... El aforo está completo.
– ¿Y quiénes iban llegando de todos esos sitios? Y también de Hendaya, de Francia, de Benidorm, de Gran Canaria.
– Los monstruos. Los muertos vivientes. Los esqueletos. La Novia Cadáver. Cuando nos íbamos de vacaciones. Los veíamos y les decíamos que se viniesen. Serán más de 80.
«Jamón, espárragos, gambas. Pierna de cordero lechal o rape. Sorbete de limón al cava. Dos tartas, una con forma de calabaza. La otra, directamente, es un cementerio. En las dos habrá una jeringuilla. Con un extraño licor...»
– Acaso han venido también para comprar el décimo de la lotería de Navidad del Tívoli. ¿Sigue siendo el de todos los años?
– Sí, el 67328. Lo cogemos en la administración de Gran Vía. No os lo hemos dicho pero a los monstruos los hemos tenido que atar. Con cuerdas, con cadenas. O colgar del techo o en las paredes. Sujetar de alguna manera. Porque los que se arrastran, por ejemplo, saltan del mostrador y te siguen entre las mesas. Hemos necesitado metros y metros de cables y cadenas. 50 metros de tela. 10 tiras de luces. Con calaveras. 18 velas con pilas. Más los manteles. Tremendo. Y luego, claro, la playlist.
– ¿Cómo que la playlist?
– Mientras cenamos, la banda sonora ambiental serán ruidos, susurros de ultratumba, crujidos de madera, aullidos de lobos. Pero cuando empiece el baile, el baile negro y oscuro pondremos bachata, salsa, cumbias. También canciones de miedo. Como 'Rascayú' o 'La llorona'. Ya sabes, por lo de 'No sé qué tienen las flores del cementerio, Llorona...
– Que cuando las mueve el viento....
– ...Parece que están llorando'.
– Gerardo, allá donde tú naciste, en Villa Franca, Honduras, ¿qué muertos vivientes, qué aparecidos os meten miedo del rico en las noches de luna llena?
– Tenemos a La Llorona, por supuesto. Pero también a La Sucia, una mujer hermosa pero de mirada espantosa que siempre está lavando su ropa en el río y castiga a los hombres que traicionan a las mujeres. Tenemos el Cadejo, un perro espectral. Nos dan miedo los duendes...
–¿Por qué? No suelen ser del todo malos.
– No, pero a veces sus travesuras acaban mal. Juegan con los niños y los alejan tanto de sus casas que luego no saben volver.
–¿El Hombre del Saco anda también por Honduras?
– No exactamente. Tenemos al Hombre sin cabeza, que la busca por las noches. Cuentan que es un sacerdote, el padre David. Le han visto mucho por Tegucigalpa, cerca de iglesias y en caminos solitarios. Y luego en mi país tememos a los monstruos del cine, a Freddy Krueger y a los payasos asesinos.
– Dicen que cocinas bien. Tanto para los vivos como para los muertos.
– He aprendido, sí. Eli y yo llevamos juntos ya nueve años. Me sale bien la tortilla de patatas. Y el rabo en salsa. Las patitas de cordero y las manitas de cerdo. Soy bueno con el café. Porque me gusta. Mucho. Mi país es tierra cafetera.
– Lo sé. No me digas que ese café legendario en Larratxo, casi tanto como la tarta de queso de La Viña (pero sin aglomeraciones de guiris para tomarlo), se te ocurrió a ti.
– A mí y a los demás. Tiene cinco ingredientes. No te los diré todos (¡secreto!) pero hazte una idea, diferentes tipos de leche, licor... Cinco ingredientes. Y cuatro colores.
– ¡Anda! Hemos citado un par de veces a Freddy Krueger y por la puerta asoma, ¡Qué miedo!
– Esta noche aparecerá el de verdad. A estas horas de la mañana del viernes es solo David que se está probando el disfraz. En la cena los seis o siete que estaremos trabajando iremos vestidos para la ocasión. Yo de esqueleto. O de payaso malvado. Katherine y Elizabeth serán vampiras. O mujeres araña. Quien quiera saberlo, que se acerque al bar. Pero antes de la cena. Porque para cenar no hay sitio. Hasta el reservado de adentro está lleno hasta la bandera. Bandera negra, naturalmente. Con la calavera y las tibias cruzadas.
– A ciertas horas, niños no.
– Pero antes, sí, claro. Les da un poco de miedo pero, en realidad, les gusta pasar miedo. Acaban jugando con el Hombre Lobo y enredándose en las telas de araña.
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