El joven que grabó a la surfista con Covid se va de Donostia «harto de amenazas»
El surfista ha acabado «harto de amenazas e insultos» y señala que volverá a San Sebastián
El surfista que el pasado día 7 grabó las imágenes de la detención de una chica que practicaba surf en la playa donostiarra de La Zurriola pese a haber dado positivo en Covid-19 ha acabado «harto de las amenazas e insultos» que ha recibido desde entonces. El autor de la grabación, que vive en Madrid pero viene siempre que puede a San Sebastián, ha decidido adelantar su regreso a la capital tras haber comprobado que los buenos no siempre ganan en las películas.
Javier Sanz subió las imágenes a las redes sociales y se hicieron virales. En ellas se veía a la joven surfista esposada por la Ertzaintza, después de que se hubiera negado a salir del agua. La irresponsabilidad de la mujer fue muy criticada, pero casi al mismo tiempo comenzó a caer un aluvión de insultos y amenazas sobre el surfista, que se declara «donostiarra de adopción».
«Ola negacionista»
«Empezó el primer día», recuerda ahora que ya ha tomado la decisión de marcharse prematuramente de Donostia. En las redes sociales le empezaron a llamar «chivato» y le acusaban de «ayudar a la policía a cortar las libertades». Eso fue lo más suave. La surfista con Covid le envió un mensaje con amenazas y recibió otros de personas que le deseaban la muerte o querían partirle las piernas. «Un cocinero que trabaja en dos bares de Donostia me ha dicho que en cuanto me vea me va a dar una paliza», explica Javier, que ya ha denunciado esta situación ante la Ertzaintza.
«Me he comido toda la ola negacionista», se queja el surfista, que no se arrepiente de lo que ha hecho. «Es una forma de concienciar a la gente», dice. Hace días, mientras respondía en La Zurriola a las preguntas de una presentadora de televisión, un grupo «de tarados» le rodeó y trató de impedir la transmisión. «Desde la playa había personas insultando, y no solo surferos, sino también gente mayor. Una señora de unos sesenta años me dijo que ya había tenido mi minuto de gloria y que me fuera a Madrid». Harto de todo, Javier se va, pero sabe que regresará. «Son una minoría, los donostiarras no son así», asegura.