Alarma en Donostia por el repunte de robos de bicicletas eléctricas

Según explicó ayer la concejala Pilar Arana en las comisiones de Pleno, el departamento de Movilidad está en «coordinación» tanto con la Guardia Municipal como con Bonopark, la empresa concesionaria del servicio, para tratar de reforzar la vigilancia para que este tipo de actos no se repitan.

Los responsables del Ayuntamiento y de Dbizi persiguen un segundo objetivo: trabajar para que la calidad del sistema no empeore, ya que este es un servicio «demandado y apreciado por muchos donostiarras que lo usan en sus quehaceres diarios», aseguró la delegada jeltzale.

Arana recordó que desde que empezó a funcionar Dbizi en 2013 -al principio con bicicletas convencionales, no eléctricas como en la actualidad- han desaparecido 118 de las 223 que se han puesto en circulación en las calles. «Durante los dos primeros años no hubo problemas, pero a partir de 2015 empezaron a producirse este tipo de sucesos. En 2015 desaparecieron 62 bicis, en 2016 9 bicis y en lo que llevamos de 2017, 47 bicis», lamenta.

El vandalismo y los robos son uno de los problemas que lastran los resultados anuales de Dbizi, un servicio que el Ayuntamiento se replantea en estos momentos ante la negociación de nuevas condiciones contractuales. Arana avanzó que entre las opciones existentes sobre la mesa destaca la posibilidad de reducir el número de bicicletas eléctricas para combinarlas con las convencionales, de menor coste y mantenimiento. La intención de Movilidad es «penalizar» los trayectos cortos y en llano -Centro, Gros, Universidades...- y proteger el sistema público frente a los nuevos modelos de 'free floating'.