Juan Felipe, vecino de la calle Untzaene, posa en su cafetería Hornitos, donde nos desayunamos con café y una huminta de maíz y queso. J. M. LÓPEZ

Ciudadanos

Juan Felipe Santanilla Rivas

«Comemos pan de bono en la calle Matia; los sabores no conocen fronteras»

El odontólogo que sabe hacer empanadas salteñas.

Begoña del Teso

San Sebastián

Martes, 4 de noviembre 2025, 09:26

Ayer el hijo de la boliviana residente en Mallorca y gran cocinera Jacqueline Rivas y del colombiano Ernesto, que se fue a Perú a cortar árboles cuando estalló el llamado 'boom de la caoba', cumplió 30 años. Se tomaría, a buen seguro, un buen café porque es cafetero (de café negro con olor, color y sabor) hasta la médula. Y pillaría un 'pan de muertos' por ser el día que era, el de Todos Los Santos. Hace seis meses que abrió Hornitos. En la calle Matia. Los primeros días fueron duros. Ahora es uno más del barrio y su cafetería está llena de gente tomándose un croissant curvo o una almojábana (pan horneado con queso latino). En la barra están también Ana y Yara.

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– Impresionante el tema de la tesis con la que te hubieses graduado en odontología en la Universidad de Neiva, Colombia, si no hubiese estallado la pandemia y la carrera no fuera tan cara.

– Iba a ser una investigación observacional que luego, cuando quedamos confinados, se convirtió en bibliográfica, sobre la microfiltración apical; estudiábamos la entrada de fluidos, bacterias y otros microorganismos en el ápice, la punta terminal de la raíz de un diente.

– El Covid y el no poder graduarte te hicieron daño y decidiste ir con tu madre, esa gran cocinera afincada ya en Mallorca.

– Ella trabajaba en mil cosas y tampoco lo estaba pasando bien. Cocinaba para relajarse y la gente empezó a pedirle que les vendiese sus empanadas salteñas, sus pasteles de yuca y queso deliciosísimo. Yo me puse a ayudarla. Hasta creamos una pequeña empresa. Hornitos la llamamos. Le puse el nombre que ahora tiene mi negocio. Y se lo puse porque dominamos el secreto de un buen horneado. Yo no estaba a gusto en Mallorca...

– Ahí va, yo creía que todo el mundo se sentiría contento allá.

– Es una isla. Si quieres salir tienes que programarlo bien y con tiempo. No como aquí que el día de descanso puedes irte a Francia, a Navarra, a Santander. Los turistas viven bien. Los trabajadores no tanto. En verano pasan cosas. En invierno, no. No hay gente, no hay trabajo. Me puse a mandar curriculos. Fui a Bilbao a una entrevista. Un viernes. El lunes ya estaba haciendo una sustitución en Eroski. De la misma me tuve que comprar ropa de invierno. Y buscar habitación. Luego me contrataron aquí, en Aldi.

«¿Que por qué a veces eso que llaman 'café de Colombia' no sabe a café de Colombia? Porque no es café de Colombia. Lo llevan a nuestro país desde otras zonas cafeteras del mundo y lo envasan en Colombia. Así ya pueden decir que es nuestro. Pero no lo es»

– Al poco, ya con papeles y el apoyo de Jacqueline, decidiste montar un negocio. De café, desayunos y meriendas latinas.

– Te diré una cosa, los colombianos somos tremendamente emprendedores. Culos inquietos. 'Berracos', muy 'berracos'.

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– Palabra que escrita con 'b' significa, según el Diccionario de Americanismos, 'valiente' y 'excepcional'.

– Siempre a por todas. ¿Sabes que Colombia es el país del mundo donde más se madruga? Nuestro día comienza antes de que comience el día. Yo me levantaba a las cuatro y media de la mañana. Y no era para nada el 'raro' de la universidad...

– Y si sois tan 'echaos p'alante', ¿por qué vuestro país, aunque sanándose, está tan mal?

– Yo lo achaco a dos factores. Por un lado, de tan 'tirados p'alante', somos también muy extremistas. En todo. Cuando agarras una ideología política, la agarras al límite. Y de ahí tantos conflictos. Por otro, existen países muy poderosos que no quieren perder el control de nuestra tierra. Les interesa que estemos en guerra. Porque cuando estás combatiendo no prosperas. Colombia es riquísima, podríamos ser una potencia. Pero no nos dejan.

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– Es bueno tu análisis. Cuéntame, ¿cómo es abrir una cafetería de desayunos y meriendas latinas en una calle famosa por sus bares? Muy berraco parece.

– Lo es, pero soy vecino del barrio y como dices, la calle es famosa, conocida por todos, muy transitada. Buscaba local. Bajé un día a Super Amara (pensándolo bien, los supermercados son claves en mi vida) y vi el cartel de 'Se alquila' en este Ogi Berri. No lo pensé mucho. Me presenté en la inmobiliaria (Araxes) y aquí estoy.

– El titular de la página refleja el lema de Hornitos: 'Donde los sabores no conocen fronteras'.

– Porque es cierto. No me refiero solo a que lo que yo amaso, lo que yo relleno, lo que horneo, no se come únicamente en Colombia sino también en Ecuador, Bolivia, Perú o incluso, con sus variantes, en Argentina sino a que además son delicias de ida y vuelta. Los españoles que llegaron allá querían hacer sus bollos pero no había trigo sino papa y yuca así que tuvieron que adaptar sus recetas. Y luego los pueblos originarios y los mestizos pusieron su toque. Y con queso salió el pan de bono. Es más, en algunos libros se insiste en que la almojábana es propia también de Canarias o Murcia. Y su nombre, árabe.

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– En Colombia no celebráis en exceso el Día de Muertos

– Solo en algunas regiones. En Perú por el contrario, sí. Hasta bandas de música llevan al cementerio a tocarles a los muertos. Y hacen panes con la figura del querido difunto.

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