Los que sí se acuerdan del belén
Miembros de la Asociación Belenista de Gipuzkoa y vecinos de Loiola mantienen la tradición del portal
Rosa Garmendia no puede contar las horas de trabajo que le ha llevado realizar el caserío lagar Igartubeiti que forma parte del belén de la Diputación. Solo sabe que este verano se ha quedado sin playa. Hans Lindner, autor de la gruta que en el belén foral recuerda a los niños encerrados en Tailandia, ya está pensando en las Navidades del año que viene. No es que no vaya a disfrutar de estas. Todo lo contrario. Pero su vida gira en torno a estas fechas del año y piensa ya en los motivos que expondrá en 2019. Ambos son miembros de la Asociación Belenista de Gipuzkoa, gente que nunca se olvida del belén.
«Llevo 20 años en la asociación, aunque no de forma continua», explica Rosa Garmendia. «He hecho muchos dioramas pero he estado yendo y viniendo por temas de trabajo, hijos y nietos. Para este año la junta de la asociación me propuso hacer un belén vasco».
En octubre del pasado año visitó el caserío Igartubeiti de Ezkio, en la semana de la sidra. «Me gustó la fachada, pero cuando entré en el interior me enamoré», relata. «Decidí hacer un caserío grande, con todo su interior y lo más real posible. Es una réplica del caserío original».
Su satisfacción es enorme. «Desde el mes de febrero a Semana Santa trabajé de 9 a 14 horas. A partir de Semana Santa, incluidos sábados y domingos, comiéndome un bocadillo, desde las 9 y cuarto hasta las siete. Mi familia, abandonada. No he ido a la playa y eso que tengo toldo, pero la satisfacción de ver cómo iba naciendo el caserío ha sido lo más hermoso que me ha pasado en la vida. Y exponerlo en la Diputación, un honor».
El trabajo ha sido 100% artesanal y altruista. «Hasta a mi marido le he metido por medio porque ha hecho las tejas, una a una, en cartón. Él ha visto mi ilusión y me ha ayudado. Me ha traído y llevado... ha hecho de taxista.Me veían tan ilusionada que toda la familia ha colaborado. Y son cosas que unen».
De dentro hacia fuera
Como su caserío es tan grande lo ha tenido que hacer de dentro hacia fuera. «Ha sido totalmente diferente de como solemos trabajar en la asociación. En la planta baja tiene la cuadra, el porche y una preciosidad de cocina. Yo me enamoré del caserío cuando vi la cocina. Y luego están las tres habitaciones, con sus muebles. Toda la madera que se ve es polispán.Ha sido un trabajo arduo. Creí que no lo terminaba pero he estado feliz».
Nunca ha sentido ganas de tirar la toalla. «En la asociación me decían que no cerrara el caserío porque los detalles se verían con mayor dificultad. Pero yo quería hacer el caserío Igartubeiti tal y como es».
Se considera una persona creyente. «Cuando trabajaba pensaba que me gustaría que, a través de las puertas y ventanas del caserío, la gente viera un lugar donde podría haber nacido el niño Jesús. He puesto unas figuras que son María y José con el niño y unos txistularis, como si estuvieran presentando al pueblo vasco a su hijo Jesús recién nacido. Los txistularis le dan la bienvenida con la música del zortziko».
En bajo cubierta del caserío puede verse la famosa prensa de manzanas para sacar la sidra. El lagar también es artesanal. Las manzanas están hechas con una masa realizada con maicena y cola de carpintero. A la masa le añadía óleos de colores para lograr el tono deseado.
Las figuras que acoge su edificio están realizadas por Castells. «Cuando se cumplieron los 50 años de la asociación, el entonces presidente, José María Arsuaga, encargó a este imaginero catalán las figuras. Están talladas a mano. Son una obra de arte».
Ella no ha añadido personas al caserío pero sí ha puesto gatos. Uno con sus dos crías.Otro, en la cocina mirando la comida y otro, que juega con un ovillo de lana en un dormitorio. En la cuadra hay vaca, burro, corderos y gallinas.
Su edificio tiene 2,25 metros por 1,90 de fondo y 83 centímetros de altura. «Hay que ir más de una vez a verlo para poderlo disfrutar, porque merece mucho la pena todo su interior», afirma.
Siglo de Oro del caserío vasco
La propuesta que la Asociación Belenista de Gipuzkoa realizó a la Diputación fue la de un belén regional vasco. «Planteamos la réplica del caserío Igartubeiti, situado en Ezkio, en el corazón de Gipuzkoa», explica Begoña Lamy, miembro de la entidad.
«Pensamos que este caserío representa como ninguno lo que podríamos denominar el Siglo de Oro del caserío vasco».
Construido entre los siglos XVI y XVII, es un claro reflejo de los valores culturales, históricos, arquitectónicos y simbólicos, dicen. En 1992 fue adquirido por la Diputación de Gipuzkoa para su restauración y en agosto de 2001 se abrió como museo.
Hans Lindner vive estos días el mejor momento del año. «El trabajo de este año ha sido laborioso porque somos poca gente en la asociación y vamos teniendo cada vez más peticiones», explica.
Están muy contentos con las carpas que están frente a Santa Catalina y donde exponen sus dioramas. «El sitio es tan céntrico que viene mucha gente, hasta el punto de que se nos están quedando pequeñas», dice. La gente tiene que hacer cola para poder entrar».
Destaca, claro, Hans Lindner el belén de la plaza de Gipuzkoa, del que se ocupa la asociación y que se expone desde el año 1963.
«En Villabona nos han pedido también exponer dioramas. Nos lo solicitaron a finales de octubre, tarde para nosotros, pero hemos podido cumplir y ha quedado muy bonito. Para el año que viene lo ampliaremos más».
Hans Lindner se ha ocupado de realizar la montaña de grutas que puede verse en la instalación de belenes de la Diputación. Tal y como explicaron en la propuesta que realizaron desde la asociación al ente foral, prepararían una montaña llena de grutas e inspirada en una zona del monte Jaizkibel. Es un recuerdo y homenaje a los niños de Tailandia que el 23 de junio quedaron atrapados por la lluvias en una gruta durante 19 días. «Esto nos inspiró a los miembros del taller de la Asociación Belenista de Gipuzkoa a plantearnos hacer este tipo de diorama», explicaron en su propuesta.
En cada gruta se representa una escena de la Navidad: el nacimiento del niño Jesús acompañado de sus padres María y José; la anunciación del ángel a los pastores; 'pidiendo posada', cuando San José y María viajan a Belén para el censo que había ordenado el emperador romano César Augusto; los Reyes Magos camino de Belén para conocer al niño y escenas populares de pastores y gente de Belén acudiendo a visitar al niño.
Las manualidades le han gustado desde pequeño, pero el belén es el vicio de Hans. «Las Navidades son para mí el mejor momento del año». Cada año le gustan más. «Mis padres me enseñaron a disfrutar de ellas y yo quise hacer lo mismo con mis hijos y con mis nietos».
La Asociación Belenista de Gipuzkoa, fundada en 1947, es la primera que se creó en Euskadi, explican Begoña Lamy y María Castillo, presidenta de la asociación. «Siempre nos hemos distinguido por la gran calidad de nuestros trabajos, reconocidos dentro y fuera de nuestras fronteras».
Toda la asociación está muy orgullosa de estos dos belenes especiales que se exponen en el palacio foral. Su actividad es incansable y cada vez llegan a más sitios, incluido el Aquarium de Donostia, donde han 'sumergido' un belén.
También cuentan con un stand en el marcado de Navidad del paseo de Francia.
El belén de Beharko en Intxaurrondo
El belén de Beharko en Intxaurrondo no se expone este año. Víctor, uno de sus impulsores, explica que se quedaron sin locales para guardar sus figuras y decorados, hechos por los propios vecinos y que tuvieron la suerte de que pudieron entregarlo a la Fundación Matia, que espera encargarse del mismo a partir de ahora.
Distinto es el caso del belén de Loiola, que crece cada año. Su impulsora, Pili Jauregi, agradece el trabajo de los vecinos para poder llevarlo a cabo. «Hay un belén pero más bien le llamamos panpin parada, porque está lleno de muñecos de peluche», dice. «Ayuda mucho a decorar y alegrar el barrio, pero sorprende que en la plaza de Atari Eder, núcleo central del belén, el Ayuntamiento siga sin retirar el vallado que colocó con el cambio de suelo de los juegos infantiles. Saben que ponemos el belén, pero como si nada».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión