Ciudadanos
«Un balón me sirvió para hacer mis primeros amigos aquí. Voy a ser ingeniero»Noryel Balladares Zeledón | e Nueva Segovia, estudia para ser, primero, técnico de construcción
Dentro de dos meses cumplirá 18 años. Con once se lo trajo para aquí su madre, Lillian. Desde el pueblo de Wiwili de Jinotega, Nicaragua, ... más que cerca de la frontera con Honduras. Buscaba Lillian un futuro mejor pero echaba de memos él a Octavio, su padre, que le había construido una casa de madera carca de la montaña. Se fue haciendo a este país, a su idioma, a sus cuadrillas, al mar sin límites. Juega al fútbol. Sala. Con el Zarautz Gran Camping B. Tiene partido contra el Erain Futsal. Tiene buenos amigos y buenos profesores. ¿Dónde? En Eagi, la Escuela de Construcción de Gipuzkoa. En Lasarte-Oria.
– Así que un balón; siempre ha sido el esférico una buena manera de hacer amigos. Cuenta.
– Yo estudiaba en Lizardi. En euskara. Con una profesora de apoyo, de mucho apoyo, Arantxa. Me gustaba el dibujo y las Matemáticas.No me gustaban los exámenes. Tampoco los recreos.
– ¿Por?
– En el patio me quedaba solo. En las escaleras. Siempre es difícil hacer amigos. Además mis compañeros ya tenían sus cuadrillas. Recuerdo verles jugar al fútbol. Me apetecía muchísimo. En Nicaragua jugaba. En la calle...
– Ahí se aprende a jugar, ahí.
– Así es. Con piedras para marcar las porterías. Me impresionó ver las canchas de aquí. Soy extremo derecho. Y del Barça. Por Messi y Neymar. Pero también por la Masía. Cuando estuvieron tan arriba en tiempos de Guardiola fue porque formaban una auténtica familia. Luego empezaron a caer pero si ahora juegan tan bonito se debe, entre otras cosas a que son un equipo-piña, equipo-peña, con mucha gente crecida ahí, en la Masía, en casa. Se conocen bien los unos a los otros.
– Un día te regalaron un balón. Y todo empezó a cambiar.
– Me lo regaló la familia Urquía, sí. Y como dices, las cosas empezaron a cambiar. Mis primeros amigos, mis primeros buenos amigos, Domenic (nuestras madres también se hicieron amigas), Ibai. Hasta entré al club de fútbol, en el Zarautz. El tener amigos me hizo ganar confianza en mí mismo, en los estudios, en el trato con la gente. El euskara en el instituto Lizardi era difícil pero en Casa Urquia, donde se vende prensa desde hace más de 90 años, lo practicaba con los clientes. Salía con mis compañeros. Solíamos irnos (vamos aún) hacia el puerto pequeño, ya de camino hacia Getaria. Cuando venimos a Donostia también tiramos hacia el mar, siempre el mar. No me fue mal en los últimos cursos de DBH. En cuanto al fútbol...
– No me digas que lo dejaste.
– ¡No! Pero me he dado cuenta de que el fútbol 11 no es para mí.
– Anda, ¿por qué?
– Me gustaba correr la banda y tener el balón pero por necesidades del equipo tuve que desplazarme más y más hacia abajo, hacia puestos de defensa y lo tocaba bastante menos. Entonces decidí pasarme al fútbol sala. En tan poco espacio siempre tienes la pelota y debes jugarla porque en cuanto te la quitan, te hacen gol.
– Buena decisión entonces. ¿Hablamos de Ingeniería?. Puede ser civil. O de construcción...
– Es lo que siempre he querido ser o hacer. Mi padre construía casas. Me llevaba a sus obras y yo era muy feliz. Viví muchos años solo con él cuando mi madre se vino aquí. Siempre he sentido nostalgia de aquel tiempo. De él. Y por la casa de madera que estaba construyendo para mí. Cuando terminé cuarto de DBH no lo dudé, quería ser primero albañil pero bien estudiado, con un grado medio. Estoy en primer curso. Luego haré el grado superior y más tarde lograré ser ingeniero civil. Estoy muy a gusto en Eagi. Con profesores como Joseba que te permiten equivocarte y no te corrigen rompiéndote el ritmo de tu tarea porque confían en que tú mismo te darás cuenta del error. Será entonces cuando te explicarán el fallo. Sus causas. Tengo compañeros excelentes; como demolemos casas y levantamos muros hemos de formar equipos. En el mío están Igor Abeli y Adrián.
– Tiene que estar bien eso de demoler cosas mientras te sacas un título.
– Genial. Son estudios en los que aunque, lógico , hay clases teóricas pasamos horas, muchas horas, en el taller, que es inmenso. Por eso podemos demoler el proyecto de quienes se graduaron el curso pasado. 'R.0 Berlín' se llamaba. Eran tres casas de unos dos metros. Pero claro, no todo consistía en demoler sino también en recuperar o mantener. Trabajamos con la idea de una albañilería sostenible y creativa.
– Suena apasionante...
– Porque lo es. Aprendes a hacer el mortero, a usar el nivel. Soy muy perfeccionista y a veces los profesores me dicen que la velocidad también prima en este oficio; a veces puedes permitirte 'chapuzas' menores, muy menores, para conseguir acabar a tiempo... Ah, también aprendemos a tirar planos. Interesante. Y también es muy bonito trabajar con termoarcillas, esos bloques cerámicos de baja densidad y mayor grosor que el ladrillo convencional.
– No hay duda, serás ingeniero.
– Con el tiempo olvidas cosas de allá y los de allá te olvidan pero allá quería serlo y aquí voy a serlo.
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