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San Vicente, hacia 1800 sin los añadidos del siglo XIX ni los cambios del XX. Restitución del autor con la colaboración de Unai Sarasola. PI CHEVROT

Iglesia de San Vicente de Donostia, autenticidad y austeridad tardogótica

Poseedora de los elementos arquitectónicos más antiguos de la ciudad. Al ser la parroquia más pobre de la villa fue necesaria la intervención del rey Fernando el Católico para financiar las obras de reconstrucción tras el incendio que la destruyó en 1489

JOSÉ JAVIER PI CHEVROT

Lunes, 28 de junio 2021, 06:51

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La iglesia de San Vicente, junto a la iglesia matriz de Santa María, aparece citada en la conocida donación de Leyre de 1014, cuya falsedad no implica que ambos templos no precedieran la fundación de la villa en 1182. El anterior trazado curvo de la calle Narrika indica su primitiva condición de camino de acceso al pequeño núcleo habitado que debió agruparse alrededor de San Vicente, y, curvo, el camino se integró en la trama de la villa medieval. Después de 1813, Ugartemendia, aplicando normas racionalizadoras, nos dejó el camino-calle recto tal como lo conocemos hoy.

La iglesia de San Vicente, reformada en los siglos XIV o XV, resultó gravemente dañada tras el terrible incendio que sufrió la ciudad en 1489. Las trazas y memoria que se realizaron para reconstruirla fueron obra de Miguel Santa Celay, maestro arquitecto, y Juan de Urrutia, vecino de Alquiza. Ganaron la subasta de las obras que diseñaron, a remate de candela, el 6 de noviembre de 1507, sumándose a ellos el maestre Pedro, cantero de Tolosa, y Juan de Zuazu.

La nueva planta sería más amplia que la anterior y las paredes existentes no debían desmontarse «hasta que las paredes nuebas fagan tan altas como las que hagora están». Añadiendo: «... y encima ponga piedras enteras que cubran todo el muro como está en la capilla que está echa en la dicha yglesia», dejando entender que se mantenía una capilla, probablemente el ábside actual, donde ha subsistido una bella ventana gótica que todavía hoy podemos contemplar. Al ser la parroquia más pobre de la villa, para financiar las obras tuvo que intervenir el propio rey Fernando el Católico, quien en una cédula fechada el 8 de octubre de 1514 pidió que «se hiciese merced» de las imposiciones a favor de su «cámara e fisco» a realizar en San Sebastián y que se «distribuyan solamente en el labrar de la dicha iglesia de San Vicente, e no en otra cosa alguna». Carlos V confirmaría, en 1518, las prerrogativas concedidas a la villa por su abuelo Fernando. Entretanto, en 1511, Juan de Urrutia traspasa su parte a Lope de Izturizaga, maestro cantero de Andoain, y en 1525, ante el estancamiento de las obras, el regimiento de la villa ordena una supervisión a Esteban de Albiztur y Sebastián de Arazarizqui. Estos recomiendan reforzar los pilares, añadir contrafuertes y subir la altura de las tres naves, poniéndolas todas al mismo nivel. Sin embargo, se rechazó esto último debiéndose mantener la nave central más alta que las dos laterales.

En 1533, a causa de su avanzada edad, abandona Santa Celay y queda como único responsable Lope de Izturizaga, quien muere en 1547. El mando de la edificación pasa entonces a manos de su yerno Domingo de Eztala, cantero de Hondarribia.

Consagrada en 1540

Empero, las desavenencias surgidas entre este y el vicario de San Vicente, Domingo de Rezusta, a propósito del cumplimiento del proyecto retrasaron los pagos y, consecuentemente, las obras. El conflicto tuvo que dirimirse primero en el tribunal eclesial de Pamplona en 1548 y después en el de Zaragoza en 1550. Para entonces, las bóvedas de la nave central todavía no habían sido colocadas y la altura del edificio no sobrepasaba la de las naves laterales, a pesar de que la iglesia había sido consagrada en 1540.

En realidad, esta se terminó años más tarde, hacia 1575, ya que en agosto de 1574 se contrató a los maestros canteros Martín de Aguirre y Martín de Mendiola para peraltar el ábside, es decir, subirlo y abovedarlo, suponiendo que lo mismo se acababa de hacer con la nave central, tras las repetidas quejas de que el edificio estaba «casi a la intemperie». Se les encargó, además, construir una sacristía al sur del ábside que se desdobló y amplió en 1676.

En cuanto a la puerta torre atrio delantera, resto de la iglesia anterior al incendio de 1489, que Santa Celay suprimía en sus trazas sustituyéndola con un nuevo tramo delantero, la falta de recursos obligó a su permanencia. Ugartemendia, que la consideraba disforme, quiso remplazarla con un pórtico neoclásico sin perspectiva alguna. Pero se salvó y, a pesar de estar coronada por dos inadecuadas torrecitas de estilo incierto impuestas en 1856 por el arquitecto Echeveste y tras padecer durante un siglo unos cierres desafortunados que el arquitecto Mikel Lasa supo eliminar en 1993, se puede decir que es uno de los más sugerentes signos de identidad de la ciudad.

De 1892 data el baptisterio semioctogonal de un estilo neogótico anecdótico adosado al paño izquierdo de la fachada delantera y de difícil encaje con el resto del edificio. Aún más nefasta fue la sustitución en 1929 de los óculos de las fachadas laterales y delantera por unos rosetones neogóticos excesivos e inapropiados, desnaturalizando la autenticidad y austeridad tardogótica vasca de la iglesia de San Vicente.

Iglesia de San Vicente

  • Autores: Miguel Santa Celay y Juan de Urrutia.

  • Fecha: 1507-1575 (reconstrucción).

  • Planta: 56 x 40 metros, aunque el cuerpo principal sea más reducido, con una nave central más alta que las otras dos laterales y cuatro tramos transversales, incluyendo el crucero.

  • Altura: 17,50 metros al arranque de las bóvedas centrales y 24,30 metros al centro de estas.

  • Construcción: principalmente sillería de arenisca.

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