La ciudad de los cocineros
Los donostiarras no solo saben cocinar y tocar el tambor, sino también expresar su solidaridad en la más íntima y sagrada de sus fiestas
Ana Vozmediano
Miércoles, 18 de enero 2017, 06:26
San Sebastián alardea de contar con más estrellas Michelín por metro cuadrado o por habitante que cualquier otra ciudad. Algún récord que ahora mismo no ... recuerdo adorna a la Donostia de alta cocina y a la capital de chefs tan famosos que han recibido el reconocimiento de su ciudad si no con un Tambor de Oro como Pedro Subijana y Martín Berasategi, con la máxima distinción que otorga la ciudad como es el caso de Juan Mari Arzak, flamante galardonado con la Medalla de Oro. Todos ellos son parte de una casta, en el mejor sentido de la palabra, que ha modernizado la gastronomía y la ha convertido en parte de la cultura de la ciudad.
Pero hay más cocineros y no solo los profesionales de restaurantes con menos relumbrón y que contribuyen sin embargo a que sea posible comer bien a menor precio. Por ejemplo, nos encontramos con aquellos que cocinan para toda la familia, para la cuadrilla o para su tamborrada en las enormes ollas de las sociedades. Alguno, incluso, advierte antes de navidades que va a utilizar los enormes perolos para hacer sopa de pescado un sábado, y que los invitados, además de tomarla, podrán llevarse la delicia bien cocinada en un tupper.
Existen otros más en esta ciudad de los cocineros. Quienes pensaron en la importancia que tendría la comida para voluntarios y refugiados con ese espíritu de compartir cazuela que reina en la ciudad. Dan 1.500 comidas al día, pelan cebollas durante horas, han conseguido que las sociedades donostiarras recaudaran fondos con comidas solidarias de patatas a la riojana y pollo asado y que gente variopinta acudiera hasta la isla de Chíos a repartir bandejas de guisantes, carne y fruta en campos encharcados o a la intemperie de la terrible solana de un verano. Los tambores, no los de oro, tendrán un gesto para ellos, para Zaporeak, el día de los galardones, el día de la fiesta de San Sebastián. Un euro, un tambor puede permitir una recaudación cuantiosa y muy útil, pero también demostrar que los donostiarras no solo saben cocinar y tocar el tambor, sino también expresar su solidaridad en la más íntima y sagrada de sus fiestas.
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