Los jefes de la tribu

Ana Vozmediano

Miércoles, 30 de noviembre 2016, 06:44

Un paseo por Twitter puede hacer que cualquiera se enfrente con esta pregunta: «Si la recogida de alimentos es necesaria se debe a que hay ... gente que pasa hambre en este país, ¿no?». Más allá de voluntarios siempre encomiables, de los kilos de arroz, tomate y pasta, de si ha bajado o no la respuesta de la ciudadanía, la contestación es contundente. Sí, claro que hay gente que pasa hambre. Siguiente pregunta entonces: ¿Cómo es posible? ¿Vivimos en un país que no puede garantizar un derecho tan básico como la alimentación? Si los donostiarras o los guipuzcoanos no fueran solidarios o se limitaran a echar un euro en una hucha al estilo de las viejas campañas del Domund, ¿qué comerían esas personas que necesitan para sobrevivir las legumbres o la leche en polvo que se acumulan ahora en el Banco de Alimentos?

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Resulta difícil de creer que en una ciudad de postal, tan guapa, tan elegante, si no fuera por el esfuerzo de un grupo de personas solidarias que organizan el Banco de Alimentos y por la generosidad mayor o menor de quienes dejan un hueco en su carro de la compra para los alimentos que otros consumirán, habría hombres, mujeres y niños hambrientos. Los jefes de nuestra tribu, ¿no garantizan la comida para todos sus miembros? ¿No recaudamos para aquellos que abandonados por sus mandatarios necesitan de la solidaridad de otros grupos con ingresos más abundantes? Puede que detrás de cada recogida solidaria con nosotros mismos descubramos mucho más que turistas entusiasmados con las imágenes tomadas para enviar a la familia.

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