La Guardia Municipal inicia a primeros de noviembre el traslado a Morlans
El concejal de Seguridad Ciudadana, Ibabe (PNV), tacha de «despropósito» que el proyecto original de la nueva comisaría no incluyera calabozos y parking para los agentes
JORGE F. MENDIOLA
Jueves, 10 de septiembre 2015, 08:28
La Guardia Municipal ya tiene fecha para iniciar su traslado a las nuevas dependencias de Morlans. Será a principios de noviembre, una vez concluyan las obras de reforma de la antigua sede de Donostigas, un edificio municipal situado en la rotonda de acceso a este barrio y que en la actualidad está ocupado por servicios sociales.
Los casi 400 agentes que integran el cuerpo irán moviéndose de forma paulatina desde las inspecciones de Easo y Ondarreta para estrenar estas oficinas, que son más modernas, amplias y luminosas pero que el concejal de Seguridad Ciudadana, Martin Ibabe, considera «incompletas».
El proceso de construcción de la comisaría de Morlans ha estado plagado de problemas y contratiempos. El proyecto original no contemplaba algunos elementos que el edil jeltzale entiende «imprescindibles». Es el caso del aparcamiento en superficie para los agentes y trabajadores, muchos de los cuales empiezan su turno de 24 horas de madrugada, cuando no hay transporte público disponible.
Para corregir esta carencia, dentro del plan de inversiones extraordinario aprobado por el gobierno municipal se incluyó una partida de más de medio millón de euros, si bien Ibabe advierte de que la solución «no será magnífica». «Los agentes nos han transmitido la necesidad de poder contar con plazas libres en cualquier turno los 365 días del año, incluidos festivos, pero el espacio existente es el que es. La parcela está limitada por el vial de Aiete, el monte y las vías del tren. Estamos estudiando diferentes opciones con el departamento de Obras y Proyectos, pero el aparcamiento no será todo la grande que nos habría gustado. Sus dimensiones pueden no ser suficientes para las necesidades del servicio».
La superficie disponible no es el único quebradero de cabeza del concejal del PNV. La ladera que linda con la comisaría es inestable y ya se han registrado algunos desprendimientos, circunstancia que obliga a abordar su estabilización para garantizar la seguridad laboral de los trabajadores del edificio.
Estos problemas están retrasando el desarrollo del parking, que quizás no esté terminado para cuando los primeros agentes empiecen a llegar. «No sé si vamos a tenerlo listo a tiempo. Depende de la coordinación entre los diferentes departamentos del Ayuntamiento y encima cada día surge un nuevo contratiempo», lamenta Ibabe.
Custodia de detenidos
Otro lapsus de los diseñadores de la futura base de operaciones de la Guardia Municipal son los calabozos. «Es un despropósito», critica el responsable de la policía donostiarra. «No se había previsto en el proyecto... Y estamos hablando de una comisaría. Es como poner un ambulatorio sin sala de curas. Desde un punto de vista operativo, no disponer de calabozos en el propio edificio supone que, como sucede ahora, haya agentes que tengan que estar todo el día yendo de Ondarreta, donde está el grueso de la unidad de seguridad ciudadana, a la central de Easo, donde están los calabozos. Y de Easo, al juzgado. Y del juzgado, otra vez al Antiguo. Eso son horas de trabajo perdidas. Porque cuando ocupas a los agentes en ese tipo de cometidos de custodia, no hacen guardias en la calle, quitas horas de vigilancia y prevención y al final no llegas a todo», dice Ibabe.
El reto es construir unos calabozos en condiciones y, lo más importante, encontrar el dinero para ejecutar la obra. «Este tipo de instalaciones debe cumplir unos requisitos de seguridad tanto para los agentes como para los propios detenidos, pero también de tamaño, separación, higiene... De momento hemos llegado hasta donde nos ha alcanzado el presupuesto y en una tercera fase haremos los calabozos», anuncia el edil, quien asegura que este proyecto «queda pendiente y será una prioridad del departamento porque aumentará la eficiencia del trabajo policial. Hay más detenidos de los que la gente pueda pensar -casi uno al día- y no tener calabozos en Morlans sería repetir un error que nosotros no estamos dispuestos a asumir y no corregir».
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