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Proceso de construcción de una de las charcas artificiales en la zona de Loitxiki, en Ulía. En la última imagen se aprecia el resultado final con la valla protectora.
Un pulmón anfibio para Ulía

Un pulmón anfibio para Ulía

Donostia celebra el Día Mundial de los Humedales con tres nuevas charcas artificiales. Se sumarán a las dos ya existentes en el monte y favorecerán la proliferación de especies vertebradas habituales de la zona como el tritón palmeado o el sapo partero común

JORGE F. MENDIOLA

Lunes, 9 de febrero 2015, 07:16

Mañana es el Día Mundial de los Humedales y el Ayuntamiento donostiarra quiere celebrarlo con la creación de tres nuevas charcas artificiales para anfibios en Ulía. A raíz del diagnóstico de la biodiversidad realizado en 2009 en el municipio se detectaron carencias de espacios húmedos en este monte y, en consecuencia, baja presencia de esta clase de animales. Para combatir este déficit, el departamento de Medio Ambiente unió sus fuerzas con la Sociedad de Ciencias Aranzadi para impulsar un proyecto que ya ha dado sus primeros frutos con la construcción el pasado mes de noviembre de dos pozas en las zonas de Loitxiki y Basollua, a las que en 2015 se sumarán las tres ahora anunciadas.

  • Tritón palmeado

  • Lissotriton helveticus.

  • Mide entre 5 y 7 centímetros de longitud y se reproduce en charcas y fuentes en invierno y primavera.

  • Sapo partero común

  • Alytes obstetricans.

  • Suele medir unos 5 centímetros y tiene tonos pardos y un fino punteado anaranjado en su dorso. Se reproduce de marzo a septiembre.

¿Por qué son necesarios? El concejal Axier Jaka subraya la importancia de los humedales, ecosistemas con «gran diversidad biológica, reguladores del ciclo del agua y del clima y generadores de recursos hídricos para abastecimiento de agua dulce». Según el edil de Bildu, los humedales contribuyen a la regulación del ciclo del agua, al control de inundaciones y sequías, a la provisión de agua y como refugio de vida silvestre. En el caso de Ulía, la creación de charcas artificiales, en apariencia una actuación «pequeña y aislada», se engloba dentro de la línea estratégica para la defensa de la biodiversidad promovida por el gobierno municipal. «Actualmente está demostrado que estos pequeños humedales no sólo no son insalubres, sino que son necesarios si queremos mantener un equilibrio natural en el que las especies de fauna y flora ligadas a este tipo de enclaves juegan también su papel», argumenta. Se sitúan de forma estratégica para fomentar la instalación de nuevas poblaciones de anfibios que, de manera espontánea, irán colonizándolos. Es lo que se hizo con éxito en Igara, donde la ranita meridional, especie amenazada, ha repoblado las dos charcas abiertas en 2011. El Plan de Humedales de Ulía 2014-2015 cuenta con una subvención de 23.000 euros de la Diputación.

¿Cómo son y dónde se ubican? Se trata de cavidades de entre 50 y 70 centímetros de profundidad y entre 50 y 100 metros cuadrados de superficie. Para su construcción se excava y adecua el terreno antes de impermeabilizarlo con material plástico, sobre el que se extiende una lámina de geotextil que se cubre con una fina capa de tierra para facilitar la colonización por la vegetación acuática. Las pozas se rematan con un cierre perimetral cuyo objetivo es «evitar accidentes y la entrada al agua de animales que puedan perjudicar el entorno», dice Jaka. Para su ubicación se buscan terrenos que, por su orografía y orientación, sean «propensos a mantener una masa de agua», es decir, preferentemente lugares húmedos, en hondonadas, en el camino de escorrentías de lluvias o cauces de agua intermitentes y similares, aunque debido a las distintas necesidades de las diferentes especies de anfibios en algunos casos se buscará alguna ubicación «más soleada y despejada». En principio, dos las nuevas charcas se construirán junto al edificio de Aguas del Añarbe y en la zona de Mendiola.

¿Qué especies los colonizarán? Son «muchas» las características que hacen de los anfibios un grupo «especial» dentro de los animales, pero Jaka advierte de que «son precisamente estas particularidades las que los vuelven más vulnerables a los cambios en su entorno». Si bien en su madurez algunos son terrestres, todos necesitan el agua para la reproducción. Por ello, la degradación y desaparición de los humedales, entre otras causas, está poniendo en peligro su supervivencia, hasta el punto de ser considerados los vertebrados más amenazados. Los expertos esperan que los pozos de Ulía sean colonizados por los anfibios ya existentes y conocidos en el monte: el tritón palmeado y el sapo partero común. El tritón palmeado (Lissotriton helveticus) es un pequeño vertebrado de entre 5 y 7 centímetros de longitud que se reproduce en charcas y fuentes en invierno y primavera. El verano y el otoño los pasa en tierra, bajo piedras, hojarasca o troncos. Por su parte, el sapo partero común (Alytes obstetricans) suele medir unos 5 centímetros y tiene tonos pardos y un fino punteado anaranjado en su dorso. Se reproduce en ambientes acuáticos de marzo a septiembre. Como curiosidad en su comportamiento, Jaka destaca que «los machos recogen entre sus patas traseras los huevos depositados por las hembras y los remojan todas las noches hasta que se desprenden de ellos para que los renacuajos continúen su ciclo en el agua». El responsable de Medio Ambiente añade que también se espera que las charcas sirvan de hogar a otras especies que, «aunque no se tiene constancia de su existencia, es probable que se muevan por el entorno». Entre ellas estarían la salamandra común (Salamandra salamandra), el sapo común (Bufo spinosis), la rana bermeja (Rana temporaria) y la rana verde ibérica (Pelophylax perezi). Además de ser beneficiosas para los anfibios, las pozas artificiales favorecen la aparición de otras especies de fauna y flora relacionadas con estos ambientes húmedos que intervienen en la cadena alimentaria y contribuyen al equilibrio de los ecosistemas y la variación de ambientes. «Al fomento de la biodiversidad, en definitiva», concluye.

¿Cómo debemos cuidarlas? Hay una serie de normas o recomendaciones para la población con el objetivo de proteger las charcas. Quienes se acerquen a visitar estos pequeños humedales han de saber que está prohibido introducir objetos en ellas como piedras, palos o residuos de cualquier tipo que pueden «molestar a los animales que las habitan y colapsarlas o reducir la capacidad de almacenamiento de agua». Tampoco se permite la entrada de perros u otros animales de compañía en el agua, ya que «pueden enturbiarla excesivamente, romper las puestas de huevos de los anfibios y rasgar el material impermeabilizante del fondo», con lo que dejarían de cumplir la función para la que se instalaron. Del mismo modo no está permitido depositar animales de ningún tipo en las charcas o en sus inmediaciones. «A menudo se ha observado que en estos entornos se abandonan especies de animales exóticos o mascotas habituales en los hogares -tortugas de Galápagos, peces rojos, cangrejos.- que interfieren negativamente en el medio ambiente natural», lamenta Jaka, quien alerta de que estas especies exóticas introducidas «depredan los anfibios autóctonos, pueden transmitirles distintas enfermedades, compiten por el alimento disponible y pueden cruzarse con las especies autóctonas, generando una contaminación genética que puede hacer desaparecer el patrimonio genético autóctono».

La red de caminos, más cerca. Pero los anfibios no son los únicos vertebrados que se beneficiarán de mejoras en Ulía. Pensando en las personas, el Ayuntamiento ultima un proyecto para habilitar y señalizar la red de caminos públicos del monte, respetando los criterios que marque el plan especial. Según adelanta Jaka, se actuará sobre todo «en la ladera sur del monte -la llamada cara urbana- y sólo en aquellas rutas que se vayan a utilizar y se mantengan por el uso propio. Estas labores se harán en colaboración con asociaciones de los barrios colindantes (Gros, Ulía, Intxaurrondo, Bidebieta), las escuelas y otras entidades como el Club Vasco de Camping». En la actualidad, las rutas principales que atraviesan este pulmón verde donostiarra son Camino de Santiago, Talaia (GR-121), Vuelta a Ulía (SL-i 33) y Ruta Costera (CC).

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