Historia del apuesto Sebastián
Su imagen asaeteado, aunque en realidad murió apaleado, ha inspirado a muchos creadores y está presente en numerosos enclaves de la ciudad
CRISTINA TURRAU
Domingo, 1 de febrero 2015, 09:19
¿Cómo seguir el rastro en la ciudad del santo que da nombre a San Sebastián? Habría que situarse, para empezar el recorrido, en la fachada de la basílica de Santa María, donde una imponente escultura en piedra de más de dos metros de altura recuerda al santo patrón asaeteado.
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Miguel Angel.
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La imagen de uno de los esclavos en la tumba papal de San Pedro Ad Vincula inspira la estatua de Santa María
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Miguel Ángel Álvarez.
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Impresiona su San Sebastián cubista en la iglesia de San Sebastián Mártir del Antiguo.
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Andrés Nagel.
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Muy especial es su San Sebastián, que pudo verse y fue póster de una de las exposiciones de Galería 16.
«En la fachada de Santa María hay un San Sebastián con flechas, el patrono de la ciudad», explica el historiador del arte y párroco de Santa María Edorta Kortadi. «Es un mártir de la época tardoromana, de la época de Diocleciano. Aunque aparece con flechas, después de que le asaetearan por ser cristiano en las milicias romanas, en realidad murió apedreado. Fue Irene, esposa de un cónsul romano, la persona que le quitó las flechas y lo curó. Aapareció curado ante Diocleciano y éste pensó que era poco menos que la aparición de un muerto y mandó apalearlo. San Sebastián murió a palos, no con las flechas».
La tradición cristiana convirtió a san Sebastián en un protector de todas las enfermedades relativas a la piel y también de las de carácter venéreo. «El nombre de San Sebastián está en buena parte vinculado a ciudades y pueblos de zonas cercanas a puertos, muelles, lugares donde la gente trabaja en el mar. Se convierte en un defensor de enfermedades que tienen relación con el trabajo en el mar. Por ejemplo es un protector de enfermedades como el escorbuto, enfermedades que tienen que ver con el estómago y con la piel. San Sebastián también es patrono de ciudades de interior. Es un santo muy venerado, exactamente igual que Cecilia, por ejemplo.
La imagen de San Sebastián de la fachada de Santa María, según muchos autores, es una representación con base en alguno de los esclavos de Miguel Angel para el mausoleo que construía en la iglesa de San Pedro Ad Vincula de Roma para uno de los papas. «Se coge esa figura y, en vez de un esclavo, se la convierte, con las flechas puestas, en San Sebastián, porque recuerda de alguna manera al santo», explcia Kortadi.
La figura de la fachada es probablemente de los siglos XVIII-XIX, cuando se construye la fachada. La basílica es de 1763. En la construcción de la fachada toma parte Joaquín de Churriguera, el padre del churriguerismo. Aparecen en su obra la Asunción, patrona de la ciudad el 15 de Agosto, san Joaquín y santa Ana y dos ángeles.
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Toda la fachada de Joaquín de Churriguera no tiene que ver con la estatua que está más arriba y parece más bien de finales del XVIII o el XIX, afirma el historiador. «Parece una figura más neoclásica, más clásica».
El retablo mayor de Santa María muestra una pintura de San Sebastián, obra del pintor italiano Luis Boccia. Es una pintura de gran tamaño, en la que aparece también el martir atado a un árbol, con las flechas del martirio y una banda roja en la cadera como toda vestimenta.
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El cuadro costó 315.000 reales de vellón y se adquirió en 1815. Está dentro del retablo mayor de Santa María, obra de Diego Villanueva.
El recorrido por el rastro del santo en la ciudad haría también parada en la iglesia de San Vicente, que cuenta con una imagen de San Sebastián obra de Ambrosio de Bengoechea. El autor lo convirtió, como cuenta la leyenda, en una especie de erizo, con siete flechas clavadas en las piernas, el tronco y el brazo.
Por supuesto, homenaje obligado estaría en la iglesia de San Sebastián Mártir, en el barrio del Antiguo. Uno de los frescos del pintor Miguel Ángel Álvarez está dedicado al santo. «Es una obra muy potente», remarca Kortadi. «Con influencias del cubismo, sobre todo sintético, es una pintura mural que tiene muchísima fuerza». El otro mural con el que Álvarez decoró la iglesia del Antiguo representa a san José y la construcción de la ciudad con unos obreros levantando una serie de bloques.
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San Sebastián ha sido reinterpretado por artistas como Andrés Nagel, cuyo santo pudo verse en una de las exposiciones organizadas por la desaparecida Galería 16.
Actual es también una escultura de San Sebastián que se ha colocado estos días en la basílica de Santa María. Hoy, desde la nave de Eduardo Chillida, 'escuchará' la emocionante marcha de San Sebastián interpretada por los niños de Euskal Billera. Se trara del san Sebastiánde Gotzon Etxeberria, escultor contemporáneo natural de Andoain, «que ha hecho una reinterpretación en madera del martirio de San Sebastián basado en la obra de Berruguete, escultor del renacimiento castellano», relata Edorta Kortadi. La obra se sitúa en la nave Eduardo Chillida, que lleva este nombre porque tiene una cruz que el escultor regaló a Santa María.
«De vez en cuando traemos obras que nos ceden. Dentro del templo se ha colocado la obra de Javier Machimbarrena, 'Un refugio para vivientes', encima del coro. Fuera, una escultura que al principio creó cierta polémica pero parece que ha encajado bien. Se trata de 'La armonía del sonido', del escultor irlandés Maximilian Pelzmann , con obra en Brooklyn, en Nueva York. Ahora nos ceden en préstamo la nueva, que igual se queda o igual pasa al Museo Diocesano, que inauguraremos en 2016. Estamos teniendo aportaciones de artistas modernos. Al principio son préstamos temporales, pero pueden ser permanentes».
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Todas ellas son manifestación del espíritu religioso del siglo XXI. «Nos cerramos en obras del Renacimiento, del Barroco, Neoclásicas, pero nos olvidamos del movimiento moderno y contemporáneo. Los artistas actuales también tienen sensibilidad religiosa, o tocan temas religiosos auque no tengan sensibilidad religisa».
En el caso de Miguel Angel Álvarez, esta sensibilidad es patente. «El tema religioso le inspiró y realizó pinturas importantes», afirma Kortadi. «Además de los murales de la iglesia de San Sebastián Mártir, en el barrio del Antiguo, tiene otro mural importante en la iglesia de San Martín, en pleno centro de San Sebastián. Ahí hay otro mural, donde está la pila bautismal, precioso también. Hizo mucha pintura religiosa. Sobre la última cena, el martirio de San Sebastián, San José, o el bautismo de Cristo y San Juan Bautista, que es el que está reflejado en la iglesia de Reparadoras o parroquia de San Martín».
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Icono estético
¿Por qué San Sebastián se ha convertido en un icono estético? ¿Por qué es un santo tan retratado? ¿Por qué ese toque sensual o erótico en su abandono al martirio? «Es un jefe de escuadra romana al que algunos artistas han presentado como prototipo de belleza masculina», explica Kortadi. «Dentro de lo que se denomina 'culto al cuerpo' su figura atrae dentro de las teorias, debates y tensiones que en el campo religioso ha habido entre el cuerpo y el espíritu. La iglesia hasta el Renacimiento tapaba el cuerpo con telas. Desde el Renacimiento el cuerpo se convierte, no en la cárcel del alma, sino en el espejo del alma».
El Renacimiento es generoso con la 'herramienta' que nos permite vivir. El cuerpo deja de ser una cárcel y se convierte en el espejo del alma. «A partir del Renacimiento, cuánto más bello es el cuerpo, más bella es el alma. Hay un paso desde las teorías aristotélicas a las teorías platónicas. De la Edad Media al Renacimiento y el cuerpo se empieza a ver como algo positivo, no como algo que solo produce enfermedad, muerte y pecado».
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Se ponen de moda imágenes sensuales de la Magdalena, san Juan Bautista o San Sebastián. Los artistas que quieren reproducir el cuerpo inciden más en estos santos que tienen menos ropa. «Hay una lucha entre la iglesia institucional y los artistas que reivindican el cuerpo en toda su belleza y toda su armonía. Cuanto más bello y más desnudo está el cuerpo, mejor representa la belleza de Dios. Hay un cambio de mentalidad».
La historia de Sebastián, desde el año III, aparece casi novelada, pero los historiadores religiosos recuerdan que a este soldado lo asaetean porque no quiere rendir culto a los dioses paganos. Diocleciano lo ata a un árbol y manda que sus propios súbditos lo asaeteen.
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Irene, esposa de un cónsul romano, es la mujer, después convertida también en Santa, que le quita las flechas, le aplica ungüentos y le cura.
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