Ur-Kirolak, «Unos antiseñoritos totalmente donostiarras»
El libro 'Haika Urki! Ehun urte brankan-Cien años en proa' (1922-2022) es un testimonio histórico y vital de Ur-Kirolak
Se rema hacia delante mirando hacia atrás. Lo dijo Jorge Oteiza y lo ha repetido este martes Álvaro Bermejo en la presentación del libro 'Haika ... Urki! Ehun urte brankan-Cien años en proa (1922-2022), que ha escrito en colaboración con Joseba Urretavizcaya para conmemorar el centenario de Ur-Kirolak. «Una historia de realismo mágico», ha descrito el escritor.
El libro es un repaso de la trayectoria del club donostiarra desde su nacimiento en 1922 en el muelle hasta hoy. Y un objeto precioso. Escrito en euskera y castellano y publicado por Xibarit, es una edición limitada y numerada, acompañada de un grabado del artista y socio del club Iñigo Aristegui. Con el apoyo de Laboral Kutxa y del Ayuntamiento de San Sebastián, el libro ya está en la calle.
Ur-Kirolak es «una singularidad absoluta», ha afirmado Bermejo. El club nace en 1922, en contraposición con la ciudad balandrista que aborrecía Pío Baroja. Urki siempre fue muy donostiarra, pero una forma de ser donostiarra distinta al cliché. Gentes del puerto, de los talleres y de las bodegas, que llegaban a entrenarse en bici con el buzo de mahón aún puesto y se duchaban en la fuente al terminar. «Unos antiseñoritos totalmente donostiarras», ha descrito el autor del libro.
El libro recoge la historia de los cien años de Urki, primer club vasco en competir en remo olímpico
En 164 páginas con valiosas fotografías se incluyen el medallero y la lista completa de remeros
El volumen, un lujo para coleccionistas, recoge toda la trayectoria del club, con inumerables datos, nombres, fechas y fotografías. La historia gloriosa de Ur-Kirolak salta directamente a los ojos del lector. Aquellos hombres del muelle luego se trasladaron al barrio de Loiola y descubrieron el río –el gran hallazgo de Urki, casi un siglo antes de que la ciudad se diera cuenta del Urumea con la capitalidad cultural de 2016 y ahora con la recuperación del los cuarteles–. Porque si algo es Ur-Kirolak es el banco móvil, la disciplina universal del remo. Desde el principio, desde antes del principio en realidad, sus remeros viajaron al norte para encontrarse con esa modalidad. Ya hubo remeros del club en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948.
El ocho, el buque insignia
Decir Urki es hablar de su ocho, el bote por excelencia, el buque insignia. Nada que ver con el elitismo de Cambridge y otros clubes ingleses, las yolas iniciáticas de Urki surcaban las aguas en condiciones precarias. «Eran tan desastrosas, que los rivales les hacían fotos» a aquellos botes que los remeros restauraban con sus propias manos. Pero de la tenacidad, del remar caiga quien caiga, surgió una institución pionera y exitosa, que adquirió un prestigio incuestionable en el remo olímpico, con varias etapas de auténtico espelendor hasta los años 70.
El alcalde de Donostia, Eneko Goia, ha destacado que «en 1922 se inauguró el Gran Casino Kursaal y nació el Urki. El club hoy sigue vivo, la historia del casino terminó mal y al poco de empezar. Lo que no ha durado cien años son muchas más cosas que las que sí. En este libro está la historia de la ciudad».
El presidente de Urki, Ricardo Unzueta, ha remarcado que «el club está vivo... y a por cien años más». Lo dijo Oteiza, remar hacia delante mirando hacia atrás. La historia de Urki está por escribirse.
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