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Sucic disputa un balón alto con Guendouzi, en el Olímpico. AFP
Sucic, madera de jugadorazo
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Sucic, madera de jugadorazo

Un chut del croata podría haber significado un giro de guion en la debacle romana pero, como sucedió contra el Madrid, su tiro se fue al palo

Jueves, 23 de enero 2025, 23:32

El de Luka Sucic es un caso extraño. Unos pocos centímetros le han privado de salir por la puerta grande un par de veces. Tenemos aún en la retina el golazo que le marcó a Oblak para empatar el choque contra el Atlético en Anoeta. Del mismo modo, sus dos disparos que se fueron a la madera contra el Real Madrid, en un partido donde la Real mereció bastante más que aquel 0-2, con los dos goles de penalti. Es extraño, la verdad. Sucic –talentazo balcánico forjado en el armazón– tuvo en su bota el cambio de guion. Como si en una peli de vaqueros terminan ganando los indios.

El momento era ese

Corría el minuto 21 de partido anoche en Roma cuando el croata nacido en Linz –como Mateo Kovacic– enganchó un zurdazo en el pico del área que salió con marchamo de gol. El tiempo se detuvo porque la afición realista, en directo o por televisión, inició el despegue de sus asientos para cantar el empate.

De hecho Mandas, como buen griego, hizo una estatua perfecta y acompañó el balón con la mirada para ser testigo en primera persona de cómo iba a encajar un gol. Habría sido un golazo. Tristemente, apareció la madera para repeler el tiro del croata y en lugar de cantar 'gol' la hinchada txuri-urdin tuvo que decir 'uy'.

Todocampista. Sucic, como se ve, anduvo a lo largo y ancho del Olímpico de Roma. Empezó en su posición habitual y tras la expulsión actuó de pivote.

Tras la expulsión y el segundo gol de la Lazio, poco había que hacer. Hasta ahí Sucic fue de lo más destacado del conjunto blanquiazul. Antes de su lanzamiento al palo, tuvo la oprotunidad de chutar en una posición similar y el cuero no encontró puerta porque pegó en un defensa. También tuvo una conducción majestuosa, poniendo a diez mil revoluciones su 1,86 de altura para forzar una amarilla a Rovella.

Imanol le dejó sobre el césped en inferioridad. Hubiera tenido que vestirse de su compatriota Drazen Petrovic, para intentar darle la vuelta al partido, aunque con el panorama que había ayer ni los genios habrían podido rascar algo. Y menos, si la madera se cruza por medio.

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