Llega el Levante a Anoeta y eso siempre es peligroso. Ha visitado nuestro estadio en once ocasiones y la Real solo ha sido capaz de ... ganar en tres, así que confianzas las justas. Porque por más que el Levante venga de recibir un sopapo al quedarse a un paso de la final de Copa y por más que esa derrota le exigiera un esfuerzo físico extra en la prórroga, espero su mejor versión. El Levante cree en lo que hace. Ese es su peligro. No hace mucho, el 20 de febrero, ganó donde nadie lo había conseguido: en el Wanda Metropolitano, así que está todo dicho. Pero es que además lo logró con una alineación cargada de rotaciones. Fue un triunfo cimentado en la intensidad, la concentración, la capacidad para sufrir y la efectividad en ataque. Dos disparos a puerta, dos goles. Así que hoy es recomendable no dar nada por hecho.
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Porque el peligro de éste y de los dos próximos partidos ante el Granada y el Barcelona es que la final de Copa nos nuble la vista. El peligro es que los jugadores se centren en asuntos que están fuera de su alcance y de su control y se preocupen de lo que no les atañe.
No tengo esa sensación al escucharle a Imanol en la previa del partido y esta tarde saldremos de dudas. Mi sensación es que la Real llega a este punto de la temporada como había dibujado allá por agosto. Está con juego y confianza, se está mostrando sólida atrás, concede poco, y adelante, necesita menos ocasiones que hace semanas para concretarlo en el marcador.
No entiendo por qué entonces nos empeñamos en mirar al vecino y vestir con tintes dramáticos algo que llevábamos décadas esperando. A la Real no le ha temblado el pulso en ningún partido salvo en Turín, da gusto verle jugar y tiene una fe ciega en lo que hace. ¿Entonces? Viene comportándose así desde hace meses y no hay nada que temer. El 3 de abril ya llegará. Hoy es 7 de marzo y la Real juega ante el Levante.
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