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Los jugadores del Sanse mantean a Mikel Rodríguez.

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Los jugadores del Sanse mantean a Mikel Rodríguez. Estrada
Playoff de ascenso a Segunda

¡¡¡El Sanse es equipo de Segunda!!!

Un gol de penalti de Guibelalde en la prórroga da la calma a un filial que no puede evitar el 0-2 del Nàstic en los 90 minutos: el sueño de los 'potrillos' se cumple

Ángel López

San Sebastián

Domingo, 22 de junio 2025, 22:38

Se obró lo que en agosto parecía un milagro. El Sanse, con todo el honor y el componente de épica que le faltaba para que a la temporada no le faltara de nada, será el único filial en Segunda División la próxima temporada. El filial coronó en la prórroga del partido definitivo contra el Nàstic una campaña perfecta que termina con sabor a gloria.

Guibelalde, de penalti en el segundo tiempo de la prórroga, puso la calma después de que el Nàstic lograra durante los 90 minutos reglamentarios los dos goles que necesitaba para llevar el encuentro a la prórroga. Pero no logró el tercero que requería. Le pudo la tensión al filial realista en la 'final' en Zubieta, pero logró el premio que merecía tras el 1-3 de la ida. Se ha cargado a dos históricos resistiendo en la prórroga. Una exhibición de poderío. Una lección.

El sueño del club se cumple. Los 'potrillos' se foguearán en la categoría de plata el próximo curso. Confirman que la de Zubieta es la mejor cantera de LaLiga y arreglan una campaña que ha sido manifiestamente mejorable del primer equipo. Alegría absoluta en un José Luis Orbegozo lleno hasta las terrazas. Casi 2.000 almas que sufrieron durante 120 minutos.

Sin sorpresas en el 'once'

No hubo sorpresas en el 'once' inicial. Iosu Rivas volvió a incluir a dos de los jugadores vitales para que el filial haya llegado a este punto, sus dos máximos goleadores: Goti, que ha estado batallando contras unos dolores de espalda todos estos días, y Mariezkurrena, tras cumplir su encuentro de sanción.

Era evidente que iba a ser un partido más para sufrir que para disfrutar, más para resistir que para fluir. Y desde el primer minuto el aroma era casi bélico. El Nàstic propinó tres patadas en los tres primeros minutos como carta de presentación. Tras mostrar sus credenciales, no le importó al cuadro tarraconense que fuera el Sanse el que llevara las riendas del juego.

No fue quizá el filial de las mejores tardes, el más fiable, el más atrevido, el más brillante. Hubo momentos en los que perdió el cuero con excesiva facilidad y, además, se vio un tanto condicionado con las amarillas tempranas que vieron Eder García y Rupérez. Pero aun así lo tenía todo bajo control -69% de posesión- y hallaba un mundo a la espalda de Joan Oriol, entre lateral y central, por donde se colaba Astiazaran. El donostiarra gozó de una ocasión inmejorable casi para la sentencia, pero chutó alto casi sin la oposición del portero tras un pase de la muerte de Balda. La manera de habilitar al lateral por parte de Mikel Rodríguez, que tiró de delicatessen con el exterior, fue de crack.

El 0-1 de la nada

No estaba pasando nada, en realidad. Hasta que Jardi buscó la testa del robusto tatuado Pablo Fernández casi a la altura de los banquillos con un centro con rosca. Peru decidió no achicar con la cabeza pensando que era un balón fácil para Arana, pero el bote dio nuevos bríos a la trayectoria del esférico, que se coló endemoniado por el ángulo del segundo palo sin que nadie lo tocara.

El Nàstic salió de la caseta convencido de que debía marcar el segundo con las fuerzas intactas. Y comenzó a atacar el área y buscar los dos costados. Hubo momentos de agobio, Concha casi marca el segundo con un chut cruzado que salió por centímetros y Arana salió a los pies de Pablo Fernández.

Otra pipiolada

Se rehizo el Sanse, por fin sujetado por Goti y logró que no pasara nada, una de sus especialidades, durante casi media hora. Pero esta vez sí pecó de falta de veteranía porque volvió a recibir gol en otra jugada aislada. No estuvo fino Arana, que pudo solventar bien el primer duelo en el suelo, pero, sin necesidad, trató de atajar el cuero de nuevo casi en línea de fondo y tocó a Fernández, que se tiró para provocar el penalti. Lo materializó Joan Oriol. A 13 minutos de la gloria. El partido se fue a la prórroga.

Y en el tiempo extra trató de nuevo de apretar el cuadro catalán, obligado a marcar porque el empate le valía al segundo equipo guipuzcoano. Pero las fuerzas comenzaron a mermar. Y el Sanse realizó una buena defensa de área, como habitúa a hacer.

Gol de Guibelalde

Faltaba la heroica, el golpe de épica. Y llegó en la primera jugada de entidad de la segunda parte del alargue. Llegó Orobengoa a un balón que parecía imposible y logró centrar muy forzado. Lo intuyó Marchal, que se adelantó a su par y remató a gol. Sólo lo impidió el brazo de Migue. Guibelalde provocó el delirio de la grada engañando al portero Rebollo.

El sueño se cumplió. Acabó el duelo sin más sobresaltos que un penalti reclamado por el Nàstic. La afición invadió el campo para honrar a la joven tropa. Nadie olvidará esta campaña.

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