Roma no se construyó en un día

Roma no se construyó en un día... y la Real tampoco. El equipo de Imanol cayó derrotada en el Olímpico hace algo menos de dos años ante la Roma de Mourinho, un equipo mucho más hecho que no necesitó más que dos zarpazos para endosar un golpe casi definitivo en la eliminatoria de octavos perdida de la Europa League. El aficionado realista todavía entra en cólera cuando recuerda cómo Kumbulla remató de cabeza un obús que prácticamente dejaba las cosas imposibles para la vuelta.

Aquella noche la Real jugó alegre, con orden y tuvo ocasiones como para regresar con más premio, pero todavía seguía siendo un equipo inexperto que debía caer en batallas para regresar a una competición en la que ya le respetan por completar el pasado curso una asombrosa fase de grupos de la Champions League. No es mal momento para volver a pisar el Olímpico y demostrar que éste equipo sí que está preparado para cotas más altas. La Real se ha permitido el lujo de rotar y dejar esta nueva Europa League a un segundo plano. También se ha regalado por el camino puntos en Niza, donde fue mejor, ante el Anderlecht en casa, donde la afición belga fue capaz de descentrar y cambiar el signo del partido. Pero también ha barrido al Ajax y al Dinamo Kiev, a éste último casi andando y en media hora. ¿Qué Real se verá hoy?

Ni mucho menos el partido ante la Lazio esta noche en el Olímpico es un encuentro más. Vencer al conjunto romano supondría meterse de lleno en la pelea por el top-8 de la Europa League y tener en tu mano ahorrarte una dura eliminatoria si ganas al PAOK en casa. Pero también generaría dos semanas limpias, algo que vendría como anillo al dedo puesto que la plantilla quiere jugar las semifinales de Copa superando a Osasuna. La clave reside en saber si a esta Real le dará para todo. Su entrenador cree que sí, pero para ello debe gestionar una plantilla a la que quizás le falta alguna pieza para ser competitiva en todas las competiciones. Ahí ya hay que mirar para más arriba.

Imanol pelea con lo que tiene. El desliz por lo menos se dio en Valencia y no quiere que se repita en Roma. El grupo está descansado, dolido por el golpe, pero hambriento y con ganas de dejar huella en la Europa League como lo hiciera en la Champions. Se espera una alineación más que titular con Remiro en portería y la defensa habitual, dejando de lado los tres centrales a los que de momento el equipo no se hace. Aramburu, descansado tras cumplir sanción en Mestalla, y Aihen se perfilan como laterales con Aguerd y Zubeldia formando pareja de centrales. Zubimendi también es fijo, con Sucic en uno de los interiores. Brais y Olasagasti pelean por el otro con Turrientes como alternativa, aunque ha perdido protagonismo.

Oyarzabal y Kubo también son indiscutibles, más si cabe después del fallo de Óskarsson, con Barrenetxea, Sergio y Becker pugnando por aparecer por el costado izquierdo.

Una de las principales claves del devenir del partido es precisamente cómo se lo tome la Lazio de Marco Baroni. El equipo romano es el líder de la liguilla con un bagaje prácticamente impoluto al cosechar cinco victorias y solo un empate sin goles entre Lazio y Ludogorets en el Olímpico. Los italianos están virtualmente clasificados e incluso si pierden sus dos partidos ante Real y Braga los dieciséis puntos que poseen deberían ser suficientes para evitar el playoff. Bien colocados en la Serie A en la que están cuartos y ahora mismo jugarían Champions, tienen un duelo importante el fin de semana ante la Fiorentina, uno de sus perseguidores junto a la Juventus.

Si el ambiente del Olímpico fue infernal en la eliminatoria ante la Roma, esta vez el majestuoso estadio no se llenará. Es más, dará sensación de vacío puesto que la Lazio no ocupa los 72.000 asientos del imponente recinto. Baroni no podrá contar por sanción con Pellegrini ni Gigot, tampoco con el uruguayo Vecino por lesión. Estos dos últimos primero reparten y luego preguntan. Roma no se construyó en un día y el Olímpico no se conquista a la primera. En la grada habrá un millar de realzales, sedientos de alegrías tras el mazazo de Mestalla. Andiamo!

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