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Un punto más o dos que se escapan. Es la lectura que suele hacerse cuando un partido acaba en tablas. No es lo mismo conseguir ... el empate en el último segundo de partido con inferioridad numérica, que hacerlo en un encuentro donde se ha sido netamente superior y la falta de puntería te priva de la victoria. Ejemplos hay en esta temporada: el del Alavés, donde Zubimendi logró el gol en el minuto 96, jugando con uno menos por expulsión de Remiro. O el choque de ida de semifinales de Copa ante el Mallorca donde la Real desperdició una buena cantidad de ocasiones y el encuentro acabó en tablas. Lo del Coliseum no fue ni una cosa ni la otra. ¿Damos como bueno el empate? No sé si como bueno. Puede que fuera lo más justo aunque a veces ver los encuentros con las gafas blanquiazules haga que un puntito sea poco.
Más porque veníamos de conseguir otro en casa y contra el Almería, lo que obligaba a los de Imanol a intentar hacer bueno el empate y con una victoria lejos de Anoeta. Y ciertamente la cosa empezó bien pero hay que reconocer que el equipo no está con la flecha hacia arriba. Aprovechó para meter el gol en lo que fueron sus mejores minutos sobre el césped del sur de Madrid. El tramo en el que el balón parecía teledirigido. La primera acción que la Real llevó peligro sacando el balón desde atrás fue un aviso. A la segunda llegó el tanto de Ander Barrenetxea. De tiralíneas, con un centro excepcional de Becker.
Sin embargo por muy bonito que fuera, esos minutos fueron bastante escasos para llevarse un partido. Después hubo opciones y ocasiones pero no se llegaron a concretar. Dos de los reyes del empate, Real y Getafe, firmaron tablas como muchos podrían haber supuesto antes del choque.
La carrera por Europa se estrecha por detrás. Y va a estar todo en manos de la Real porque tiene dos partidos clave –que serán seguidos además– contra el Valencia en Anoeta y frente al Betis en el Villamarín, la antepenúltima y penúltima jornada de Liga. Antes de eso Madrid y Barça. Después, solo quedará el Atlético. Un calendario para echarse a temblar, no para esta Real. Porque aunque no esté en su momento más lúcido de juego, este lustro a las órdenes de Imanol, el cuadro blanquiazul ha aprendido a competir como una fiera. Posiblemente un partido como el de ayer, en otra época, se hubiera ido al limbo. Punto a punto el camino es más lento. Pero si ello indica que es seguro para llegar a Europa, bienvenido sea.
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