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Orri Óskarsson tenía ganas de hablar. El islandés volvió a gozar ayer de una nueva titularidad, la segunda en los últimos cuatro partidos, y tenía ganas de reivindicarse. El delantero de los veinte millones de euros fue noticia por volver a una alineación y ... marcar, porque no está acostumbrado a una cosa ni a la otra. Quería hablar y callar bocas.
El gol es la base de todo en este deporte. No importa que no hayas aparecido en el partido, que si entras en el momento oportuno en escena para marcar el tanto de la victoria eres elevado a los altares de forma instantánea. Ayer el islandés apenas se dejó ver en la primera mitad, pero cuando lo hizo saltó la banca. Pero para salto, el suyo.
El delantero elevó sus 185 centímetros sobre el césped de Anoeta para ganar en el remate a Kedziora, dos centímetros más bajo que el realista. Pero la diferencia no fue de altura, sino de colocación. Casi siempre es más importante la posición que las condiciones físicas. Si no que pregunten a la selección campeona del Mundo en 2010.
Fue un remate de nueve, de esos que no se ven habitualmente en la Real. Centro lateral de Becker y testarazo al fondo de las redes. El espíritu de Kovacevic sobrevoló Anoeta por momentos, porque el islandés volvió a sacar la cabeza en la segunda mitad en otro envío magistral de Aritz por la derecha. Kedziora, en su afán por anticiparse al realista, volvió a dejar solo al ariete txuri-urdin y este, de nuevo, no perdonó.
Óskarsson fue determinante con la cabeza, estuvo más acertado incluso que con los pies. A punto estuvo de completar un triplete de goles con la frente, pero esta vez el larguero se puso en su camino. Aparentemente parecía un gol más sencillo, pero cogió el balón demasiado arriba y no le dio tiempo para caer lo suficiente.
Anotó dos goles, pero celebró tres. Segundos antes de finalizar la primera parte robó un balón al portero Kotarski y lo alojó con su ayuda en el interior de la portería. Sin embargo, el VAR advirtió que la pelota había salido por la línea de fondo. Sin Oyarzabal, tocaba ser la referencia en la primera linea de presión y no escatimó esfuerzos a la hora de llevarla a cabo.
Se llevó por delante a Michailidis yendo a por todas a recuperar el balón. Se vació. Fue una de sus últimas acciones antes de ser sustituido en el minuto 72. Se llevó una gran ovación de la grada y lo agradeció con aplausos. Antes, en su primer gol, hizo un gesto con la mano en alusión a las críticas que ha recibido en este tiempo. Su celebración fue mejor. Reikiavik calling.
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