Los mismos de siempre
La campaña desde Barcelona con Zubimendi pretende sembrar la cizaña para pescar luego a río revuelto, pero con la Real esa artimaña ya no cuela
Si hay un club que resulta cansino para los realzales, ese es el Barcelona. Porque ni come ni deja comer. Siempre atento a lanzarse sobre ... tu última figura en ciernes pero con escaso éxito, porque en los últimos 27 años solo ha podido captar a Kodro y a Bravo, y mira que ha mareado la perdiz con un montón de jugadores. Debe ser que la inquina que se les cogió en los ochenta tras la famosa operación con Rekarte, Txiki y Bakero ha hecho que sea un destino que haya perdido atractivo para la gente de aquí.
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Ahora el último con el que han mareado es con Zubimendi, que les gustaría en la segunda jornada de Liga. Porque estos se miran tanto el ombligo que del resto de los equipos de Primera conocen su nombre y poco más. Aún recuerdo cuando en la hoja oficial de las alineaciones en una visita al Camp Nou bautizaron a Bruma como 'Niebla'. Tal cual.
Los clubes serios resuelven los fichajes de forma directa. Quieren un jugador, contactan con su entorno para conocer su situación y su predisposición y si esta es positiva negocian con la entidad propietaria del jugador su compra. Así ha sucedido en el último decenio con el Real Madrid cuando contrató a Illarramendi y Odriozola. O con el Atlético por Griezmann. O con clubes de la Premier League como el Leeds y el Newcastle cuando han venido a por Llorente e Isak. El Barcelona no. Primero siembra la cizaña, a ver si enfrenta al jugador con su club, y después aparece para pescar en río revuelto y conseguir una operación más ventajosa. Lo que viene siendo tratar de tontos a los demás.
Bravo e Iñigo Martínez
En 2014 en Can Barça se hicieron con Ter Stegen, que tenía 22 años, por 12 millones. Un fichajazo. Acababa de llegar al banquillo Luis Enrique acompañado por Unzue, quien tenía predilección por Bravo. Los dos entendían que necesitaban un portero veterano que resguardase al alemán en los primeros años y el realista, con 31 años y capitán de Chile, cumplía los requisitos. Su dominio del juego con el pie le convertían en el candidato ideal.
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La táctica que utilizaron desde la Ciudad Condal fue la de siempre. Engatusar al jugador para que este forzara a la Real a una negociación a la baja. Pero dieron con Aperribay. El club tenía claro que era una oportunidad única para el jugador y que no iban a exigir su cláusula de 30 millones, pero la primera oferta del Barcelona fue de risa. Al final soltaron 12 millones porque repetían que lo querían para ser titular -como así sucedió- y desde San Sebastián se les respondió que no les iba a costar menos que el suplente, ¿no? La ruptura entre el chileno y el club fue total y se marchó por la puerta de atrás.
Algo parecido sucedió en 2017 con Iñigo Martínez. Que era una petición expresa de Ernesto Valverde, decían. Le sondearon pero como siempre, no pusieron el dinero encima de la mesa. La pela es la pela. Con 30 millones que hubiesen pagado, no habría habido más que hablar. El caso es que el de Ondarroa amenazaba la posición de Mascherano, íntimo de Messi, y en cuanto trascendió públicamente el asunto el argentino movió sus hilos. De aquella historia quedó otro desencuentro entre club y jugador que desembocaría en su marcha al Athletic seis meses más tarde.
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Ahora, caprichos del destino, en Bilbao son víctimas de las maniobras del club de los 'valors'. Uriarte ha aguantado bien el tipo y no se ha dejado insultar con los 15 millones que le ofrecieron. Por debajo incluso de su precio de mercado y muy lejos de los 80 de su cláusula. Con estos 'listillos', o te mantienes firme o te toman el pelo. Por eso cada vez engañan a menos gente.
Ahora ya ni dinero
Y es que ya se les ha acabado hasta el dinero, lo único por lo que se le reconocía a ese club. Tradicionalmente, cuando aquí se le tenía ganas a un grande era al Real Madrid -no hay más que mirar sus palmarés-, con el que se pelearon cuatro ligas en los ochenta, dos ganadas y dos perdidas, y ante el que se conquistó la primera Supercopa de la historia.
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El Barcelona ganaba una Liga por década, como el Atlético o el Valencia, y si destacaba por algo era por tener un campo para 100.000 espectadores que le permitía fichar a grandes estrellas como Cruyff, Schuster, Maradona, Lineker... Pero como era un desastre le duraban muy poco y se iban rebotados.
En aquel tiempo también tiraron sus redes sobre la Real campeona, a la que propusieron llevarse a Arconada y Zamora a cambio de construirle un estadio nuevo. Orbegozo les mandó a paseo por mucho que Atocha se caía a pedazos y cada ejercicio fuera deficitario, porque la dignidad no tiene precio.
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Cuatro décadas después son los mismos de siempre los que siguen dando la tabarra, porque antes que formar prefieren comprar. O comprar para formar. Ahora sin dinero lo van a tener más difícil, por muchas palancas que quieran utilizar. Que aquí nos conocemos todos.
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