
Proceso Real
Este proceso es precisamente lo que va a permitir curtirse a los jugadores jóvenes
Gorka Etxeberria
Viernes, 31 de enero 2025, 16:43
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Gorka Etxeberria
Viernes, 31 de enero 2025, 16:43
Me resulta dificilísimo no faltar al respeto a esos que, tras acordar cruzar un río estando todos de acuerdo en que, aunque merezca la pena, ... mojar nos vamos a mojar, a mitad de camino me saltan con que se están mojando. La verdad es que directamente da ganas de ahogarlos allí mismo.
La Real ha decidido ser la Real. La mejor Real. Un club ambicioso que no se pone límites a la hora de acostumbrarse a estar en la zona noble de La Liga, a participar en competiciones europeas e incluso a soñar con algún título, pero respetando los principios del deporte, de la formación, de la cantera y de una identidad que precisamente hace que la Real sea diferente y que hace que muchos estemos orgullosos de ello y de no ser un club cualquiera más. La Real ha decidido afrontar los ciclos naturales de rejuvenecimiento y regeneración de su plantilla, sin dejar de competir y sin utilizarlo como excusa, pero asumiendo los periodos lógicos de transición que cualquiera puede entender, salvo que no quiera. Y en esas estamos. Intentando competir a tope y lográndolo a ratos, pero con la lógica irregularidad y teniendo que convivir con fases en las que las cosas no salen como uno querría.
Este proceso, además de ser natural e inevitable si acometes un periodo de transición real, es que además es precisamente lo que va a permitir curtirse a los jugadores jóvenes que dentro de dos o tres años podrán componer un equipo regular y ganador. Precisamente porque lo habrán aprendido de esta experiencia. Y es que, de lo contrario, la otra opción es fichar jugadores ya hecho, de 27-28 años y saltarte estos procesos, pero dejando de ser la Real (como ya se hizo hace no tanto tiempo).
Como veo al club y al entrenador perfectamente enfocados en lo que el momento actual requiere, eso no me preocupa y, por lo que a mí respecta, confianza absoluta y ánimo incondicional. Mi preocupación está más con los aficionados. Con esa afición que, a las buenas, en las últimas temporadas se ha convertido en una afición caliente, como jamás hubiese imaginado en el Anoeta con pistas, pero que ahora, cuando cuesta más ganar todos los domingos, debe decidir qué afición quiere ser: ¿Una más del panorama futbolístico español, exigente desde el sofá y desde las redes sociales pero sin tener ni idea de lo que significa ser un deportista, exigiendo rendimientos perfectos como si los jugadores fuesen máquinas; o una afición tipo fútbol inglés, que por supuesto también sufre con su equipo, pero sin dejar de creer, de animar y de acompañar a su equipo contra viento y marea?
La transformación que ha sufrido la Real en los últimos años a nivel institucional, económico, deportivo e incluso de instalaciones, es de los logros más grandiosos que he visto en mi vida, pero quizás ahora le toque a la afición demostrar que su propia transformación también ha sido de verdad y no solo producto del viento a favor. Es hora de consolidar el calor y el color de una nueva generación de aficionados realistas, que alejada de los rancios criticones que bajo la falsa premisa de que son unos ganadores exigen sin sentido y sin conocimiento, se reivindique como una afición tan especial y diferente como lo es la propia Real y se deje el alma animando al equipo, sobre todo cuando los jugadores más lo necesitan.
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