Oyarzabal manda ganar y ya está
El capitán lidera de forma autoritaria en un mal partido a la Real hasta una victoria imprescindible ante el Sevilla (2-1), que saca a los blanquiazules del descenso y da aire a Sergio Francisco
La Real ganó 2-1 al Sevilla este viernes en Anoeta, en un partido de poca altura, plagado de errores, pero que da al equipo ... blanquiazul tres puntos de una importancia imposible de exagerar, que le sacan de los puestos de descenso y dan aire a Sergio Francisco, que puede mirar al partido de Copa del martes y al derbi del sábado 1 de noviembre contra el Athletic. No hubo necesidad de cumbres de urgencia de madrugada ni de reunir al gabinete de crisis, aunque la situación, con nueve puntos en diez partidos sigue siendo grave. Si se trataba de ganar como sea, fue el partido perfecto. Si se piensa en soluciones más consistentes, queda mucho trabajo por delante.
Publicidad
En un partido malo, brilló Oyarzabal, que juega a otro nivel y saca partido de todas las circunstancias. El capitán abrió el marcador, recuperó la ventaja tras el empate del Sevilla y fue el faro de su equipo, en una noche de juego escaso y botín extraordinario. No solo firmó los dos goles, acudió en el momento exacto a cada punto del campo donde hubo algo importante en juego para dar una solución. El resto, acompañó. Si alguien dudaba de las jeraqruías, del orden del escalafón, ahí está el vídeo del partido. Oyarzabal mandó ganar, y la Real ganó. Y eso fue todo.
El arranque del partido, con una ocasión para el Sevilla a los 23 segundos de juego, fue para meter miedo a cualquier realista, pero resultó un espejismo. No tuvo ninguna claridad el conjunto andaluz, como tampoco la tuvo la Real. El encuentro fue malo, sin articular, descosido. Ninguno de los dos equipos jugó cohesionado, armónico, sino más bien a tirones. Los errores y las imprecisiones se sucedían de forma democrática, sin distinción de bandos. Quizá más normal en el caso de la Real, presionada por su situación, no tanto en el caso del Sevilla, incapaz de sacar partido de las urgencias blanquiazules. La cara de Matías Almeyda en la banda era un poema. Sergio Francisco no tenía tiempo para emociones, todos sus sentidos estaban puestos en ganar.
Penalti tonto
El marcador se abrió con una jugada tonta, en coherencia con el desarrollo del partido. Un penalti por mano de Cardoso en una falta de entendimiento de la defensa sevillista puso a Oyarzabal en el punto de los once metros. Batió a Odysseas, nombre de héroe mitológico, como si nada. Hizo tumbarse al griego de forma nada heroica a su derecha y le batió por la izquierda con facilidad.
Publicidad
La Real reaccionó mal al gol, como si fuera incapaz de distinguir su valor. Una falta concedida por Barrenetxea con demasiada facilidad y un pie blando metido por Gorrotxategi en una jugada de estrategia del Sevilla acabó en las redes de Remiro. Si la Real pudo hacer más en esa acción, el disparate de los andaluces en la jugada del segundo gol de Oyarzabal fue tremendo. Saque de banda a favor que Carmona pasa a Brais Méndez. El gallego intenta combinar con Soler, pero el balón sale rebotado en un defensa sevillista y cae a los pies de Oyarzabal. El capitán, el único que juega en serio de verdad, no perdona y vuelve a poner a la Real por delante como diciendo 'aquí tengo que hacerlo todo yo'.
Más o menos, así fue.
El segundo tiempo empezó por los mismos derroteros, pero eso Oyarzabal no lo iba a permitir. Ordenó a sus compañeros y con eso bastó para sujetar a un Sevilla que dio una imagen floja, inesperada, en Anoeta. Confundido por sus propios errores, el equipo de Almeyda pareció torpón. Jugó a trompicones. El balón no iba natural de jugador a jugador, tampoco en la Real, aunque en la segunda mitad su juego fue malo pero dentro de lo razonable, en estas circunstancias. Acompañaron a Oyarzabal, sobre todo, Soler, que demostró conocer el juego, y Jon Martín, por fin en su sitio, el once titular. El resto bregó, como exigían las circunstancias. La temporada, sin embargo, exigirá tardes mejores a todos.
Publicidad
El final quedó abierto, por lo corto del marcador y porque a Oyarzabal se le iba acabando la energía. Pero a ver quién es el valiente que le quita con el partido en peligro. No, desde luego, Sergio Francisco. Se agrupó bien la Real en un repliegue que pone al borde del infarto a los aficionados, sabedores de que esa suerte no es precisamente el fuerte de su equipo.
La cosa no fue a mayores y el partido se cerró con los goles del primer tiempo, los de los errores aprovechados por Oyarzabal. No hubo necesidad de subir del palco a los despachos.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión