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Orri Stein Óskarsson (Reikiavik, 2004) tiene solo 20 años, pero muestra una madurez impropia para alguien de su edad. En junio nacerá su primera ... hija, por lo que la vida le ha cambiado bastante en los últimos meses. Es un chaval tranquilo, familiar, con la cabeza bien amueblada y los pies en el suelo. Tiene todas las condiciones para triunfar en la Real.
– ¿Qué tal está, cómo le ha sentado esta semana de vacaciones?
– Bien, la verdad. He estado en Islandia con mi familia y descansar siempre viene bien. He pasado tiempo con mi familia y mis dos hermanas, pero ya estoy preparado y feliz de volver para continuar con la competición hoy ante la Ponferradina. He estado ocho días en modo relax, aunque sin dejar de entrenar allí también.
– Su vinculación con el fútbol viene de familia. Su padre, Óskar Hrafn Thorvaldsson, fue futbolista y ahora es entrenador...
– Sí, fue jugador profesional, pero solo por dos años. Sufrió una grave lesión y tuvo que retirarse muy pronto. Jugó en el Strømsgodset noruego en el año 1999, y una temporada antes militó en las filas del KR Reykjavik, en Islandia.
– ¿Ahora es entrenador, verdad?
– Desde hace ocho años está en los banquillos, sí. Mi familia siempre ha estado rodeada de fútbol y yo di mis primeras patadas a un balón cuando tenía seis años. Siempre he estado cerca de mi padre en ese sentido y jugar al fútbol ha sido natural para mí.
– ¿Le sigue ayudando?
– Bueno, me da consejos. Es importante tener una familia tranquila que te ayude a crecer en el fútbol, pero si además tu padre es entrenador a nivel profesional pues mejor que mejor. Tenemos una relación más allá de padre e hijo y más allá de jugador y entrenador, porque él también me entrenó. Sabe cómo funciona el fútbol, su juego y también las partes malas que tiene este deporte.
– No me diga que fue su entrenador. ¿Cuándo?
– Sí, sí, en mi primer equipo en Islandia cuando tenía 13 años. En el Grótta, equipo islandés de la ciudad de Seltjarnarnes, que solo tiene 4.500 habitantes. Estuve varias temporadas a su lado, aunque tengo que decir que no jugaba porque era mi padre (risas). Fue divertido.
– ¿Es entonces cuando usted se mueve a Copenhague?
– Eso es, dejo el Grótta y el también él cambia de equipo y de banquillo.
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Beñat Barreto
– Lo más gracioso es que le marcó un hat-trick con el Copenhague eliminándole a él de la Champions League.
– Todavía no sé si me lo ha perdonado (risas). Es un recuerdo muy bonito que tengo. Yo jugaba en el Copenhague y nos medimos en las eliminatorias previas al Breidablik, equipo que entrenaba mi padre. En la vuelta ganamos 6-3 y yo hice un hat-trick cuando tenía solo 18 años y daba mis primeros pasos en el fútbol profesional. Marqué mis primeros tres goles en un mismo partido y fue especial y duro a la vez hacerlo contra mi padre.
– ¿Siempre jugó al fútbol?
– No siempre. Cuando era un chaval también jugaba al balonmano, otro de los deportes más populares en Islandia. También practicaba algo de atletismo, pero nada del otro mundo.
– ¿Cómo se definiría como persona?
– Diría que soy un tipo tranquilo, normal y familiar. Me gusta pasar tiempo con mi novia y mis amigos, disfrutar del fútbol. Me gusta comunicarme con la gente y en ese sentido también soy abierto, aunque no para todos.
– Va a ser padre con 20 años. Muchos cambios para usted en los últimos meses. Felicidades.
– Gracias. Es cierto, cambiar de ciudad y ser padre en tan pocos meses... Es un nuevo reto y una etapa nueva de mi vida y uno no siempre se prepara para este tipo de cosas, pero mi pareja y yo estamos encantados con el bebé.
– A los 15 años abandonó Islandia para emprender su carrera profesional. ¿Cómo fue ese paso?
– Bueno, algo duro. Mi madre y mis dos hermanas se mudaron conmigo, pero mi padre no vino con nosotros. Estuvimos así seis meses y luego viví con mi hermana mayor desde los quince hasta hace alrededor de un año. Siempre es duro dejar parte de tu familia atrás, los amigos, pero tenía claro que quería ser futbolista y hay veces que hay que pasar ese tipo de peajes. Hay que hacer sacrificios, pero en esas edades el fútbol también es muy divertido.
– ¿Puede ser que le esté yendo todo muy rápido?
– Sí, puede ser. Pero en la vida siempre es enriquecedor aprender de todo tipo de personas y culturas. También te haces mejor jugador. Un año puede parecer poco, pero en la vida de un futbolista vives tanto el día a día que cambias mucho en poco tiempo. No creo que tarde demasiado en adaptarme a Donostia porque los primeros meses están siendo muy positivos.
– Hablemos del verano porque el Copenhague no quería venderle bajo ningún concepto.
– Es así, el Copenhague no estaba por la labor. Fueron momentos complicados y bonitos a la vez. Hay que tener en cuenta que renuevo en mayo y que ficho por la Real a finales de agosto. Hubo muchos rumores y no siempre puedes dar tu mejor versión, pero creo que esos meses jugué francamente bien y fui feliz. Si soy sincero mi intención era la de no moverme, pero cuando vino la Real supe que era el momento de cambiar.
– Jokin Aperribay, Roberto Olabe y Erik Bretos fueron a verle y a tratar de convencerle tanto a usted como al Copenhague.
– Fue un momento clave e importante, sí. Que los máximos dirigentes vinieran a buscarme hizo que la decisión de fichar por la Real fuera más fácil. Las conversaciones fueron buenas, me explicaron el proyecto y lo que querían de mí y me convencieron por completo, aunque es cierto que hubo bastante tensión porque allí la temporada empezó antes y es que además estaba haciendo muchos goles.
– ¿Sabía algo de la Real antes de la oferta?
– Sí, pero tampoco tanto. Es cierto que sigo mucho el fútbol, soy fan y veía partidos de LaLiga. Conocía más a futbolistas que la idea global de la Real. Sabía quién era Zubimendi, Oyarzabal, Merino, Remiro... También vi partidos porque han estado Isak y Sorloth, delanteros escandinavos. También Finnbogasson.
– ¿Habló con Finnbogasson?
– Estamos en contacto y sí, me explicó bastantes cosas de la Real y de la ciudad. Se puso contento cuando le dije que tenía la oportunidad de venir. Solo me dijo aspectos positivos pese a que a él no le fueron las cosas como deseaba.
– El traspaso final se fijó en 20 millones de euros, el más caro de la Real junto al de Sadiq. ¿Le genera presión eso?
– Para nada. Es algo que no puedo controlar y creo que el fútbol moderno se está moviendo en esas cifras. Es negocio entre clubes y los futbolistas no tenemos nada que ver. La gente habla mucho del precio, pero es solo un complemento.
– ¿Le ha sorprendido algo en Zubieta en estos primeros meses?
– Diría que la dureza en los entrenamientos, porque no estaba acostumbrado a esto en Copenhague. No quiero decir que allí se entrenara mal, pero esto es diferente. Me está encantando la intensidad del día a día y la calidad que veo en mis compañeros. Es un cambio importante, me tengo que hacer a ello, pero me hará mejor futbolista. Está claro que la Real tiene mejores jugadores que el Copenhague, sobre todo en lo técnico. Hay más internacionales. Pero no creo que venga de un club pequeño. Lo que sí que cambia mucho es la liga.
– ¿Por qué lo dice?
– Creo que me arrean bastante más (risas). Ningún partido en La Liga es fácil porque cada equipo tiene buenas plantillas y sus armas para ganar partidos. Los rivales en Dinamarca no eran tan poderosos.
– La afición realista demanda más minutos para usted, pero la competencia es dura en ataque. ¿Esperaba jugar más?
– Bueno, es positivo que los fans piensen eso y se lo agradezco. Si creen eso es porque entienden que puedo aportar mucho al equipo. Yo he tratado de dar lo mejor de mí y exprimirme al máximo.
– Tiene tiempo de sobra para progresar...
– En la actualidad, si soy sincero, no me está importando no jugar tanto. Hay que tener paciencia con los jóvenes. Tengo veinte años y seis años de contrato, el mundo no se acaba si no juego el siguiente partido. Lo único que está en mi mano es trabajar duro, adaptarme y darle motivos al entrenador para que me ponga. Confío en que pronto iré entrando con más importancia en el equipo.
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