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Pasó el Madrid por Donostia camino de Múnich, recogió los puntos y siguió para Alemania. Fue desmoralizador para la Real, a la que el partido ... se le hizo largo. No porque durase mucho, sino porque no encontró la manera de llegar al área blanca. El último tercio del campo le quedó muy lejos. Incursiones individuales, todo lo más, ninguna llegada colectiva, armada, con filo, peligrosa.
La Real no tiene claridad en el tramo final de su ataque y eso le pesó en un partido muy frustrante para la grada, que se fue apagando ante las dificultades. Por el contrario, un Madrid lleno de suplentes llegó una vez y marcó. El Madrid de toda la vida, resumiendo.
Ni escandalera hubo. El árbitro, un desastre, pitó lo bastante mal para enfadar a la gente pero no lo suficiente para que el pueblo se alzara en armas y convirtiera Anoeta en una caldera. Al descanso, el respetable empezó a cantar aquello de 'así, así, así gana el Madrid', pero no hubo mucho convencimiento. Ayer se cumplían 43 años del título de Gijón. Del gol de Zamora, vaya. En El Molinón se inventó ese grito en 1979, cuando el gran Sporting de la época peleaba la Liga al Madrid. Llegaron los blancos a Gijón y en el minuto 6, Ferrero se va de San José, que le da un codazo en la boca. El sportinguista se revuelve y el árbitro –Ausocúa Sanz, vallisoletano y poco sospechoso de antimadridismo– le expulsa. Se arma la marimorena yla grada explota al grito hasta entonces desconocido de 'así, así, así gana el Madrid', que queda para la historia durante décadas, antes de caer en desuso. Anoche sonó a vintage y la gente no insistió.
Es cierto que el VAR pudo dejar pasar la jugada del gol de Kubo, pero nadie entendió que esa llamada fuera la razón de la derrota de la Real, con una carencia de filo que empieza a tocar la puerta del primer despacho de Zubieta. El verano se anuncia interesente en la dirección de fútbol, con todos sus analistas.
Si el Madrid eliminó al Manchester City sufriendo un asedio que ni Constantinopla en 1453, cómo no iba a ganar ayer en Anoeta ante una Real sin recursos ni frescura en el área contraria. Oyarzabal volvió a dirigir el ataque blanquiazul, con gran sabiduría pero sin chispa. La sensación de que el equipo local no sería capaz de marcar un gol de ninguna manera empezó a subir por las tribunas hasta apoderarse de todo el estadio.
El Madrid se va a Múnich con el título de Liga en el bolsillo y la Real gana tiempo para pensar en su destino inmediato. Necesita nueve puntos en cinco partidos. Donde sea. Cuando sea.
La Real asumió el pesodel partido y siempre llevó la voz cantante, pero le falló el último pase.
Sin recambios de garantías en el juego de ataque, la Real no encontró un revulsivo.
Dos puntos en los últimos tres partidos es un escaso botín para un equipo en lucha por Europa.
Turrientes dejó buenos destellos, pero debe dar otro paso adelante para imponer su calidad.
Tras la derrota, la Real juega mañana en elBetis-Sevilla y el lunes en el Barcelona-Valencia.
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