Januzaj sale de su pasillo a la inmensidad
El belga jugó por dentro, no estuvo tan participativo, pero llevó peligro las pocas veces que pudo girarse con balón
Por algo le llaman zona ancha. El centro del campo descubre una vasta extensión de terreno con tráfico constante de balones que van y ... vienen, la mayoría de las veces de paso. A Januzaj le tocó ocupar ese amplio espacio. Salir del pasillo de su casa, la banda derecha, donde controla las distancias, y buscarse la vida en la inmensidad. ¡Qué grande es Alkmaar!, pensó el belga.
Para colmo, el conjunto neerlandés no entregó el balón y discutió la posesión con una presión infernal. Durante largos momentos los realistas corrían detrás del cuero. Primero había que robarlo y luego empezar a jugar. Doble trabajo y un millón de veces más de recorrido para el de Molenbeek.
No encontraba el sitio en los primeros quince minutos, rodeado de jugadores rojos. Si se escoraba hacia la derecha, allá donde los automatismos del equipo encuentran a Silva habitualmente, no le llegaba el balón. Si se movía más hacia la izquierda, el viaje le resultaba en balde. Un poquito para delante, un poquito para atrás. Nada. Hasta que en el minuto dieciséis hubo una falta a unos seis metros del área y pidió el balón. Dejármelo que lo necesito. Aquí, conmigo. Que no se escape. De la rabia que llevaba dentro, lo empotró en la barrera.
Siguió moviéndose un poco por todos los lados hasta que se topó, casi por sorpresa en el minuto 23, con un remate a bocajarro dentro del área tras una de las primeras jugadas trenzadas de la Real. El centro raso de Isak por la izquierda le vino muy rápido, y con el pequeño bote que dio el balón, el zapatazo se fue por encima del larguero.
Tanto echaba de menos el esférico que lo persiguió durante el próximo minuto, en intenso trabajo defensivo, hasta robar en campo contrario para habilitar otro ataque peligroso. Eso también tocaba hacer en una zona tan ancha como la que ocupó.
Y en esas transcurría el partido cuando, por fin, los neerlandeses que acosaban constantemente a todo realista que recibía en su campo, se empezaron a cansar. Surgieron los primeros espacios para controlar la pelota y pensar.
Necesitaba mayor lucidez el equipo de Imanol y emergió Januzaj. En el 39 con un pase interior exquisito a Isak que ni el sueco se imaginó tan goloso como lo había fabricado su compañero. No controló bien. Si no, era jugada de gol. Un minuto más tarde, otra vez con un rato de suspiro con su amigo, el balón, en los pies, 'Janu' puso un centro perfecto en la cabeza de Oyarzabal, que se lo creyó después de haber rematado por puro reflejo y sin intención alguna. El balón le dio al eibartarra más que el eibartarra al balón. Pero el servicio era claro.
Y al siguiente minuto, la tercera asistencia, de nuevo rasa y en profundidad para Isak, que tuvo otra ocasión esta vez anulada por el árbitro por fuera de juego más que dudoso. Pero el universo del AFAS Stadion empezaba a ser más el cuarto de jugar de Januzaj y bien que lo agradecía la Real.
Sustituido en el 72
El camino de la victoria pasaba por su clarividencia. Así que en la reanudación pidió el balón con insistencia, aunque tuviera que recibir lejos del área. En el minuto 52, con el balón en campo propio, se lanzó en solitario, con el cuero pegado al pie, a buscar descaradamente el muro neerlandés. Arrancó la moto, se fue de dos contrincantes con autopase incluido, y generó otra situación de peligro de donde no la había. Como cuando se divierte en su choco reducido, pero en versión autovía ancha.
Los locales le cogieron la matrícula a partir de esa acción y no dejaron que se acercara con balón a sus dominios. Al equipo le tocó perseguir por momentos y el depósito de combustible de Januzaj no es como el de Zubimendi. Fue sustituido en el 72 por Roberto López, otro valor seguro para el balón parado para el campo. ¿Volverá a su pasillo? Ya lo dijo Imanol. Si fue de los mejores por banda derecha contra el Cádiz, igual hay que dejarle en banda, ¿no?. O no.
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