Bordalás resolvió el problema a tiempo

Que Becker haya sido uno de los más destacados en las dos últimas jornadas es un claro indicador del camino al gol que está buscando esta Real sin David Silva. También en las últimas semanas con la ausencia de Brais Méndez, otra de las piezas claves en el juego interior del equipo.

Ni mucho menos quiere decir esto que le haya dado la espalda a esa circulación interna. De hecho, la Real mostró ayer su mejor versión cuando fue capaz de conectar con sus hombres por dentro. Fue la forma más limpia que encontró para superar las líneas del rival. Principalmente en la primera mitad, cuando enlazó con mayor frecuencia con Turrientes, Merino y Zakharyan.

El dibujo 1-4-4-2 del Getafe en fase defensiva tenía una grieta que llevaba el nombre y apellido de Beñat Turrientes. El cuadro blanquiazul logró superar esa presión inicial rival y poner al beasaindarra de cara con el balón a través del tercer hombre. Tanto el navarro como el ruso, incluso Barrenetxea, le colocaron en buena disposición en repetidas ocasiones.

El Getafe no contaba con el hombre que pudiera saltar al beasaindarra porque Latasa y Maksimovic, las dos referencias arriba de los locales en fase defensiva, vivían más preocupados de tapar la salida de los centrales blanquiazules, mientras que Milla y Yellu, los dos centrocampistas madrileños, optaban por emparejarse con Zakharyan y Merino.

En la jugada del gol, Le Normand encuentra libre a Zakharyan en el pasillo interior, porque Milla, su marcador, sale a por Turrientes. El madrileño aprendió la lección y desde entonces priorizó mucho más su vigilancia al interior txuri-urdin. La Real encontraba soluciones y se imponía en el juego, pero el Getafe supo sacar provecho de su juego directo para poner las tablas en el marcador.

¿Por qué se produjo ese bajón de la Real en la segunda mitad? Una de las situaciones que corrigió Bordalás al descanso tuvo que ver precisamente con el rol de Turrientes. El técnico alicantino ordenó a uno de esos dos jugadores que ocupaban las posiciones más adelantadas -Latasa y Maksimovic-, que cubriera la posible recepción del realista. Esa misión le correspondía al más alejado del balón. Esto es, si Latasa salía al paso de Le Normand, era Maksimovic quien se acercaba a Turrientes, y por contra, si era Maksimovic quien saltaba a por Pacheco, Latasa retrasaba su posición para dar con el realista.

Imanol quiso agitar el árbol a veinte minutos del final con un cambio de sistema, pasando a jugar con un 1-5-3-2 que permitiera darle más amplitud por los costados. Odriozola respondió bien a ese planteamiento. Dio profundidad por derecha y puso buenos balones al área, pero no fue suficiente.