Imanol Alguacil: El entrenador del pueblo se pone a cien

El hombre que disfrutaba entrenando al Sanse y temía que subir al primer equipo pudiera condicionar excesivamente su vida y la de su familia se encuentra ya en el top ten de entrenadores realistas. Y si cumple el contrato hasta 2023 que renovó el miércoles, entrará en el olimpo de los cinco grandes técnicos del club junto a Andoni Elizondo, Alberto Ormaetxea, John Toshack y Benito Díaz. Aunque su lugar en la historia txuri-urdin se lo jugará el 4 de abril en Sevilla en la final de Copa pendiente ante el Athletic, su rival de esta Nochevieja, en un partido importante para revertir la mala tendencia liguera de este fin de año y medir fuerzas de cara a la futura cita de La Cartuja.

La hinchada txuri-urdin ha celebrado la renovación del entrenador como hacía tiempo que no ocurría. Y es que Imanol es el entrenador del pueblo. Un hombre que más que por sus conocimientos futbolísticos, amplios y que han puesto al club en la vanguardia de la Liga a la hora de adaptarse el fútbol moderno vigente en Europa, ha calado por encarnar a cada de los hinchas del club. Su sonoro grito de «¡¡¡¡Dioossss!!!» en la soledad del pasillo del vestuario del Bernabéu, recién acabados los cuartos de final de la Copa ante el Real Madrid, en la que de momento es su mejor obra, representaba el grito de cualquier aficionado: una mezcla de alegría, liberación y pasión.

Con 45 triunfos, 26 empates y 28 derrotas en sus 99 partidos en el banquillo (84 en Liga, 9 en Copa y 6 en Europa League), es el tercer técnico con mejor porcentaje de victorias (45,45%), solo por detrás de Ormaetxea (48,45%), el míster de la Real campeona, y Benito Díaz (49,61%), en un fútbol, el de los años cuarenta, que nada tiene que ver con el actual.

El de Orio, aquel pundonoroso lateral diestro de la cantera que corría la banda en los noventa en Atotxa y Anoeta con un estilo poco ortodoxo, muchas veces con la cabeza mirando al suelo, se ha destacado por su fútbol atractivo y ofensivo, basado en una fuerte presión alta, en acumular posesión pero siempre buscando el espacio y con velocidad, y con un buen balance defensivo. Pero también ha calado por su valentía para dar juego a los canteranos de Zubieta, la factoría en la que se ha criado como futbolista y entrenador, ya que fue técnico de los juveniles, con los que ganó una Liga de la División de Honor, y del filial. Con él han debutado nueve potrillos y otros muchos se han asentado. No le ha temblado el pulso para darles la alternativa en partidos difíciles o jugando partidos con un once que no llegaba a 23 años de media.

El club ha premiado su talento, dedicación y humildad. Imanol aterriza a diario en Zubieta muy temprano, antes de las ocho, y se vuelve a su domicilio en Orio bien entrada la tarde. Un ritmo intenso, como el que imprime el grupo de amigos con el que practica ciclismo en su tiempo libre. «Su cadencia sobre la bici a veces nos recuerda a la de Froome», explica un compañero de ruta, que le describe como «súpertrabajador, majísimo, discreto y muy familiar». La misma exigencia que transmiten sus gritos en Zubieta cuando observa que algún jugador se relaja.

Imanol no ha abandonado su Orio natal, donde vive con su mujer, la tolosarra Patricia Zurutuza, y sus dos hijos, Ander y Mikel, que hicieron sus pinitos en el Orioko. Eran los más emocionados en aquella noche mágica de Miranda, apenas diez días antes de que la pandemia paralizara el mundo y dejara a Imanol, de momento, sin el premio de la final de Copa. El entrenador oriotarra valora a la familia, él que es el cuarto de una saga de siete hermanos, hijos de Ángel, que fue camionero transportista, y Ana Mari, que murió pronto, por lo que los hijos pasaron muchas horas al cuidado de su amona materna, María, y su tía Lurdes. «Nadie le ha regalado nada», aseguran en Orio, donde adoran al técnico casi tanto como a su trainera.

Imanol es un técnico caracterizado por la deportividad, que nunca pone excusas, es elegante con los rivales, defiende a sus púpilos y apenas menciona a los árbitros, y eso que en estos últimos tiempos ha tenido bastantes motivos para levantar la voz.

El día de Nochebuena, en un breve vídeo difundido por el club tras su renovación por dos años, señaló que «me siento en deuda. Tenemos un año por delante maravilloso y esperemos que esta confianza que está demostrando el club en mí como entrenador sea correspondida con algún título o haciendo algo grande».