Iker Zabaleta: «A Aitor le echamos de menos cada día»
En el 25 aniversario del asesinato del aficionado de la Real junto al Calderón, su hermano recuerda su figura
Se cumplen el viernes 25 años del asesinato del aficionado de la Real Aitor Zabaleta a manos de un ultra del Atlético de Madrid en ... los aledaños del Vicente Calderón, en los prolegómenos de la eliminatoria de octavos de la Copa de la UEFA que midió a ambos equipos. Era una noche fría que dejó el corazón helado a los realistas.
– Han pasado 25 años. ¿Son muchos o parece que fue ayer?
– A nosotros nos da lo mismo que sea un día u otro. Es cierto que cuando llegan estas fechas, bien porque lo recuerda la Real, los aficionados o el periódico, Aitor está más presente, pero un día no cambia nada para nosotros. A Aitor le echamos de menos todos los días desde hace veinticinco años. Es mucho tiempo lo que ha pasado, da para mucho, pero a nosotros nos parece que fue ayer. La huella que nos ha dejado es muy profunda. Iremos como siempre al Aizkorri donde sus amigos instalaron una placa en su recuerdo donde estaba el antiguo refugio. Damos una vuelta al monte en familia y con amigos y listo. Aizkorri siempre ha estado muy presente en la familia porque el aita era de Zegama. De ahí viene el nombre del restaurante Aratz. Llevamos el Goierri en la sangre.
– ¿Qué recuerda de aquel día?
– Yo estaba trabajando cuando empezamos a ver en televisión que habían acuchillado a un seguidor de la Real. Entre toda la gente que fue a Madrid de ninguna manera esperas que el protagonista fuera Aitor, pero empezamos a hacer llamadas con la dificultad que había entonces para contactar al no haber apenas teléfonos móviles y así pudimos confirmar que era él. Fue un amigo el que nos lo dijo.
– (Coge aire)
– Inmediatamente mis padres y mi hermano pusieron rumbo a Madrid, al hospital en el que estaba Aitor. No recuerdo que hospital era. Yo me quedé trabajando. Cuando llegaron no había nada que hacer. Desde ese momento la mochila la llevamos toda la vida.
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– ¿A qué se han agarrado?
– Nos ha destrozado la vida. Por suerte somos una familia muy unida. Somos cinco hermanos y gracias a eso hemos tirado para adelante. Había que salir por Aitor. Con el espíritu tan positivo que tenía, no nos hubiera dejado hundirnos. Nos hemos centrado en el trabajo, en el restaurante. No se puede explicar lo que he sufrido mientras trabajaba. Por una parte es lo que me obligaba a estar centrado pero ha habido momentos en los que la cocina se me caía encima. Nos hemos aguantado unos a otros para no caernos al pozo. O separaba las cosas o me moría aquí mismo. A mí me ha salvado el trabajo. No podía caerme porque sabía que detrás tenía una familia que mantener. No podía permitir que un eslabón de la cadena se rompiera. Hoy puedo decir con orgullo que llevamos 35 años en el Aratz. Se ha convertido en un clásico. Hay muy pocos restaurantes no solo en San Sebastián sino en España que lleven tanto tiempo con la misma familia al frente. Hemos evolucionado de la mano del barrio. Antes había dos industrias y ahora hay mil. Hemos ido aprendiendo y cambiando con nuestros clientes y vecinos. Somos un bar de barrio en que lo mismo se juntan políticos, futbolistas y caseros.
«El juicio fue una mierda. Uno apuñaló pero fueron varios los que le agarraron a Aitor y sólo uno terminó entrando en la cárcel»
– (Hace una larga pausa y sigue con los ojos llorosos)
– Indudablemente el apoyo social ha sido un balón de oxígeno gigante. También la Real ha estado siempre muy cerca de nosotros. A todos les tenemos que agradecer su cariño. Siempre han estado. En esta ocasión, por ejemplo, se va a organizar un homenaje más especial si cabe el domingo 17 en Anoeta, por ser el 25 aniversario y, claro, es de agradecer. A mí me hace ilusión por esos jóvenes aficionados que ni habían nacido y que no dudan en sumarse al homenaje de un txuri-urdin que fue asesinado simplemente por ser simpatizante de un equipo. Es necesario que los más jóvenes sepan qué ocurrió para que no quede en el olvido y no vuelva a pasar. Aitor pudo ser cualquiera.
– ¿Hasta qué punto pesa pasar del anonimato a ser el hermano de Aitor?
– Sé que muchas personas nos relacionan directamente con Aitor pero lo asumimos con orgullo, no es algo que nos pese, vuelves a casa con otro aire, porque todos sin excepción tienen buen recuerdo de nuestro hermano y nosotros estamos orgullosos de él. A nosotros nos ha tocado ser conocidos por el fallecimiento de Aitor. Siempre seremos los hermanos de Aitor. Y orgullosos estamos porque podríamos estar horas y horas hablando de él. Era un fenómeno.
– ¿Cómo era?
– Era un tío impresionate, el mejor amigo y como el hermano el mejor. Era un tío de categoría, trabajador como el que más, muy sincero. Le cortaron la vida cuando mejor estaba, en su mejor momento. Siempre ha sido un ejemplo. Estudiaba Derecho en la UNED y también trabajaba con nosotros en el restaurante.
– ¿Jugó a fútbol?
– Sí, en la ikastola Ibai, y luego entrenaba a chavales. Llevaba el fútbol en las venas desde que coincidía con mi aitona Felipe y mi tía Eli. Aitor tenía la facultad de la UNED en Bergara y entre semana se quedaba muchas veces en casa del aitona en Eibar porque en Donosti éramos muchos y era un jaleo para estudiar. Ahí empezó a ver los partidos de la Real. Le tocó vivir los años de las ligas así que pronto se enganchó. Empezó a ir a Atocha con sus amigos, detrás de la portería.
– ¿Libera algo que el asesino fuera detenido y entrara a la cárcel?
– No porque fue un juicio de mierda. A mí no me consuela nada.
«Yo contra él no tengo nada. Le tengo olvidado y no quiero saber nada de él. Ni para bien, ni para mal. No existe para mí»
– ¿Por qué?
– Porque eran todos conocidos. La propia Policía fue la que invitó a los miembros de la peña Izar de Andoain, con la que viajaba ese día Aitor por la amistad que les unía, a que fueran a un bar próximo al Calderón a hacer tiempo sabiendo que en ese lugar se reunía lo peor de cada casa. Esos policías luego no aparecieron. La Policía les metió en una ratonera, en la boca del lobo, porque Aitor y el resto de peñistas se toparon con un grupo armado que no era la primera vez que actuaba. Todo fue organizado, premeditado, y de ninguna manera espontáneo.
– Antes decía que fue Aitor pero pudo ser cualquiera. ¿Por qué?
– Aitor salió en defensa de otros peñistas y le tocó a él como le podía pasar a cualquiera. Hoy es el día que toda esa gente de la peña Izar está marcada. Saben que Aitor les salvó con esa actuación. Él defendió a una mujer con un crío, a una chica y a su novia. Ricardo Guerra quedó como homicida pero no fue solo él sino el grupo, que salió de rositas. En ese grupo había gente muy peligrosa, ultras. Todos están en la calle, incluido este tío, que estaba en ese momento de permiso y que por tanto el Gobierno debería responder por su responsabilidad civil. Ese tío estaba bajo la tutela del Estado en ese momento. A nosotros nos ha costado miles y miles de euros entre viajes, abogados y juicios y nunca hemos visto un céntimo. Nos hemos dejado un dineral.
– La Audiencia Provincial de Madrid argumentó que Ricardo Guerra estaba arrepentido. ¿Cree que es cierto?
– Sabemos positivamente que eso es mentira. Ese no está arrepentido de nada. Nos veíamos en el juzgado y seguía mostrando una gran prepotencia, una actitud chulesca, riéndose.
– Solo entró él en la cárcel.
– Por eso digo que el juicio fue una mierda. Uno apuñaló pero fueron varios los que le agarraron porque uno solo no podía con él. Las irregularides del proceso han sido incontables. Hubo una total falta de justicia. No se investigó ni la mitad de lo que se podía haber investigado, con una condena de risa por matar a una persona y con el culpable a los cuatro días en la calle delinquiendo otra vez.
– ¿Qué haría si se encontrase de frente, cara a cara, en la calle con Ricardo Guerra?
– Yo contra él no tengo nada. Le tengo olvidado y no quiero saber nada de él. Ni para bien, ni para mal. No existe para mí.
– ¿Hay ganas de seguir peleando?
– Ya no. Estuvo unos seis años en la cárcel por matar a una persona y hoy está en la calle. Yo pido justicia porque en el caso de Aitor matar ha salido gratis. Ese grupo se le debía haber catalogado de grupo armado porque tenían su sede, sus armas y sus banderas esvásticas para atacar a la gente y no se hizo. Hace tiempo que dejé de creer en muchas cosas.
«No puede ser que se catalogue como de alto riesgo un partido de fútbol. Alto riesgo es ir a una guerra, no ir al fútbol»
– ¿A qué se refiere?
– En qué vas a creer cuando cantan 'Aitor jódete' en el Calderón con mil tíos haciendo el gesto del apuñalamiento y no pasa nada. Le matan y encima se ríen de él. Nadie hace nada. Eso sí, luego haces un gesto a un jugador negro y cierran la grada. Las dos cosas están mal pero por qué se actúa en una y en la otra no se hace nada. Se ha ocultado lo que ha cantado la grada del Calderón durante muchos años. No puedo vivir con esa mierda. Yo tiro de la cadena y hago oídos sordos ante la bazofia humana.
– ¿Por qué cree que no se sanciona en algunos casos?
– Supongo que por un tema político. Hoy no pasa nada por lanzar bengalas encima de los aficionados de la Real, no pasa nada por darle una paliza a un seguidor en Soria... No me invento nada. Tristemente mucha gente se libera a través del fútbol. Se inventa una excusa para sacar lo peor que lleva dentro. Algunos se convierten en monstruos. No hace mucho veía imágenes de peleas antes de un partido Brasil-Argentina. No puede ser que ese partido se acabara jugando. Somos cómplices de gente a la que le da igual el partido, que va a buscar jaleo. Quiero decir con esto que ese partido se tenía que haber suspendido y el equipo tenía que haber sido sancionado. No se puede andar con medias tintas. El otro día más de lo mismo con los aficionados del Benfica que vinieron a Anoeta. Aquí lanzaron bengalas y quince días después esos mismos volvieron a encender decenas de bengalas en su estadio. Luego algunos se echarán las manos a la cabeza pero la realidad es que no se termina de actuar porque a algunos no les interesa. No puede ser que se catalogue como de alto riesgo un partido de fútbol. Pero, ¿quién lo decide? Alto riesgo es ir a una guerra, no ir al fútbol. No podemos asimilar como si fuera algo normal. Hay que erradicar toda violencia de los campos y cada uno puede hacer algo por pequeño que sea el grano de arena.
– ¿Cuánto llena que se bautizara una grada de Anoeta con el nombre de su hermano?
– Tras lo que ocurrió con nuestro hermano nos alejamos mucho del mundo del fútbol. Lo llevamos bastante mal. Vimos que había muchos intereses por encima de la vida. Pero volvimos y en eso ha ayudado el comportamiento de la afición respecto a la figura de Aitor. Esa grada es la tribuna de todos. El aficionado necesitaba una zona de estas, de cercanía, y que le pusieran el nombre de mi hermano para nosotros es un orgullo. Nos hace mucha ilusión. Da gusto verles Se dedican a animar y cantar. Aitor seguro que está orgulloso.
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