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Un ejemplo de apoyo, respeto y deportividad
A pesar del resultado, los realzales intentan contagiar al equipo de ilusión y ganas ante la cita copera del miércoles en Anoeta
Sin entradas. Ni un alma cabía ayer en Zubieta. La afición txuri-urdin llenó las gradas del Z7, donde la Real recibió al todopoderoso Barça. El conjunto catalán no dio opción, pero las de Natalia Arroyo recibieron el calor de los seguidores, que no dejaron de animar, apoyar y aplaudir a las suyas pensando con la ilusión puesta ya en la semifinal de Copa ante el Atlético de Madrid. Alguna elástica blaugrana se difuminaba en una graderío claramente txuri-urdin. Las camisetas de la Real se intuían bajo los abrigos y chubasqueros y fueron las bufandas las que pusieron el toque de color azul y blanco a una fría y gris jornada. Se vieron banderas y una gran pancarta que se desplegó en la grada cuando los equipos saltaron al césped.
La afición conocía que el reto era mayúsculo, todos lo sabían. Pero se acercaron a apoyar a las suyas, a animar a su equipo y, sobre todo, a disfrutar el partido. Visto lo visto, una auténtica gozada. La ilusión y el respeto fueron ejemplares.
El Barça demostró que es muy bueno y tiene tanta calidad con jugadoras referentes para los más pequeños que gritaban y cantaban sus nombres en Zubieta. No pasa nada en reconocer el talento rival. Ocurrió con el golazo de falta que aficionados de uno y otro equipo aplaudieron a Salma Paralluelo, o con el reconocimiento a Alexia Putellas cuando, 117 días después, la capitana del Barcelona saltó al terreno de juego tras su lesión.
Con los goles llegó la lluvia, a más tantos culés, más llovía en el campo. La hora acompañó para que bocadillos, sándwiches y todo tipo de aperitivos amenizaran la tarde ante la exhibición del Barça. Y los realzales empezaron a pensar más allá. Con un resultado tan abultado fue imposible no empezar a soñar con la eliminatoria copera. «El Barcelona juega casi de memoria. No perdonan un fallo, será complicado si nos las encontramos en la final», apuntaba Karlos.
El miércoles la cita será en Anoeta frente al Atlético Madrid. «Estamos con muchísimas ganas de ver un buen duelo, de la semifinal y de darlo todo en el próximo partido. Soy muy, muy optimista, vamos a ir muchísimos seguidores a Anoeta, vamos a estar con ellas a muerte», confesaba Maribel. Uxue, mientras observaba el graderío abarrotado, consideró que jugando en el Reale acudirá más gente todavía a apoyar a las chicas. «¡Se lo merecen!», aseguró.
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En el minuto 82 llegó el gol de la Real. Amaiur marcó y a pocos les importó el marcador. Había muchas mas ganas de celebrar y se festejó como si de una victoria se tratara. Bufandas y banderas al aire. Ayer no pudo ser, pero la afición sueña con la Copa.
Referentes sin prisa
Con el pitido final se desató la locura. Niños y niñas se acercaron corriendo desde el resto de la grada hasta la zona por la que las jugadoras de ambos equipos entraban a los vestuarios. 'Salma, quiero tú camiseta' se leía en una pancarta coloreada a mano. Una a una, todas las jugadoras de la Real se pararon con los txikis a firmar autógrafosy sa acarse fotos. Todos querían inmortalizar el momento.
Entre todos ellos Mara Román, quien sin perder su sitio en primera fila de vez en cuando miraba hacia atrás buscando a sus aitas. Juega en el Intxaurdi y aspira a ser algún día una de ellas. «Es pasión lo que tiene por el fútbol. Podemos castigarle sin tele o consola, lo que más le duele es no poder venir a verles a ellas», confiesa su ama.
Cada vez más alto un cántico se empieza a repetir «Irene, Irene...». La legazpiarra entró al vestuario antes de terminar el partido y sus fans se resistían a quedarse sin la foto. Paredes salió y atendió a todas esas niñas que sueñan con ser como ella.
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