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La falta de acierto, un síntoma recurrentePerder contra el Real Madrid en casa entra dentro de lo probable, incluso contra su segunda unidad, que es la que presentó el viernes Ancelotti ... en el Reale Arena. Aun así, la Real Sociedad mereció correr mejor suerte en el resultado final por varias razones. Tuvo más el balón, generó más ocasiones y remató más a puerta. Claro está que cumplir con esas tres premisas no son garantía de éxito siempre, menos ante rivales de la envergadura del conjunto blanco, que puede llegar una vez a la portería contraria y llevarse la victoria.
Lo que ocurre es que esas tres mismas premisas se llevan repitiendo con asiduidad, principalmente en casa, ante cualquier adversario de la Liga, muchas veces sin conseguir el resultado deseado, lo que está dificultando sellar el objetivo de una nueva clasificación a Europa. No son casos aislados, sino que forman parte de un patrón definido que ayuda a entender la trayectoria del equipo a lo largo de la temporada. Hace una semana Imanol opinó que «si analizas todos los partidos que hemos jugado en casa, en todos firmaría volver a jugarlos de la misma manera. En casi todos hemos generado más ocasiones que el rival».
En Anoeta aún se lamentan los puntos que se dejaron escapar ante el Girona, el Celta, el Alavés, Osasuna, el Villarreal o el Almería, partidos en los que los guipuzcoanos hicieron méritos más que suficientes como para llevarse la victoria y no lo hicieron. El viernes Imanol volvió a incidir en que su equipo creó las oportunidades necesarias para conseguir la victoria. Y se lamentó nuevamente en que «otra vez no hemos acertados en el área».
Si se da por válido que el gran problema que arrastra el equipo tiene que ver con el acierto de cara a gol, habría que realizar el ejercicio de rebobinar las jugadas en las que desaprovecha sus oportunidades y revisar en qué está fallando. Incluso habría que detenerse en la forma en la que el conjunto blanquiazul tiene como costumbre armar sus ataques. No hay una única opción en este último apartado, pero el sistema de juego muestra el camino que más emplea la Real para alcanzar la portería rival.
El dibujo. El 1-4-3-3 original de Imanol que implantó con éxito en la temporada 2019/20, pero que tuvo que guardar en un cajón con las lesiones de Barrenetxea y Oyarzabal en 2022 para formar con el célebre rombo en un 1-4-4-2, ha vuelto a ser el esquema más utilizado desde la recta final de la pasada campaña, coincidiendo precisamente con los regresos de los dos canteranos tras sendas recuperaciones de larga duración.
Este dibujo inclina el juego hacia los carriles exteriores a diferencia del rombo, que sí primaba más el aprovechamiento de las superioridades por dentro. El juego interior sigue siendo capital en el equipo, pese a la pérdida de David Silva y ese cambio de sistema implementado, porque los Zubimendi, Merino, Brais o Turrientes tienen que hacer llegar el balón a los extremos. Pero ya han dejado de acaparar esos últimos pases y se están centrando en dar los penúltimos.
Los extremos. La Real busca mayoritariamente los pasillos exteriores para amenazar al rival. Ese juego por fuera está representado claramente por dos jugadores: Kubo y Barrenetxea. Aunque no son los únicos encomendados a esta tarea, ya que los laterales Galán, Tierney, Traoré u Odriozola también tienen que echar una mano en esa misión. Becker también cumple con ese perfil de desbordador que cumplen Kubo y Barrenetxea, mientras que Oyarzabal ha adquirido otro rol y desempeña la función de nueve.
Kubo y Barrenetxea, las principales referencias ofensivas por fuera, actúan a pierna cambiada, lo que concede a priori más posibilidades de rebasar al adversario. Pueden salir tanto por fuera, para ganar línea de fondo a pierna cambiada, o por dentro, lo que otorga la opción de buscar el disparo directo con la pierna natural.
La incertidumbre de los defensores para sujetar a los dos realistas se confirma con los datos. Kubo tiene mejor porcentaje de éxito en los regates que Vinicius. Consigue culminar cerca del 60% de los quiebros que intenta cada partido. Barrenetxea no se queda atrás y ha sumado más regates exitosos que Mbappé durante la fase de grupos de la Champions. La Real ha sido uno de los equipos que mejor ha driblado en esta fase inicial de la competición, lo que significa que contaba con argumentos para insistir en su juego exterior.
El área. Es en este rectángulo del terreno de juego donde se le funden los plomos a la Real. El lugar donde no se traduce en premio todo lo bueno que realiza previamente. Si el curso pasado el equipo se caracterizó por rentabilizar mejor que nadie cada gol marcado, en este no está sabiendo sacar el máximo provecho a sus dianas.
La ocupación de espacios en área rival es una asignatura pendiente con el tipo de juego que propone el cuadro txuri-urdin. Oyarzabal, la máxima referencia arriba, actúa como delantero móvil, con grandes dotes para la asociación entre líneas y en el juego de espaldas, pero sus cualidades no se corresponden con el perfil del delantero rematador tras centro al área que sí podría aplicarse mejor a André Silva y Sadiq.
La presencia de la Real en área contraria se limita a la aparición de Oyarzabal junto al extremo contrario de donde procede la acción y al de un hombre de segunda línea. Lo que ocurre es que en demasiadas ocasiones no llega esa ayuda de estos dos últimos jugadores y el centrador se queda sin referencias a las que enviar el esférico. Imanol intentó explicar en la medianoche del viernes esta situación: «Ese esfuerzo para generar y sujetar al rival no ayuda para que en tres cuartos de campo podamos tener esa lucidez en el último pase y seamos lo más exquisito técnicamente». El oriotarra se refería a ese último envío, pero también se puede hacer extensible a la llegada de los hombres que deben acompañar a Oyarzabal en el área, teniendo en cuenta que la Real juega con un único delantero arriba.
Los delanteros. Es la patata caliente de la temporada de la Real. Los arietes blanquiazules no han respondido a las expectativas generadas al inicio del curso. André Silva, Sadiq y Carlos Fernández no han funcionado como cabía esperar y el mejor indicador de ello es que Oyarzabal ha acabado erigiéndose en el delantero más fiable del equipo.
En el inicio del curso ya se atisbaba un escenario complicado para los delanteros, aunque no para todos ellos, como ha acabado sucediendo. A diferencia del 1-4-4-2, sistema en el que cohabitaron en 2022 sin ningún problema dos jugadores como Isak y Sorloth, el 1-4-3-3 solo da la opción de utilizar a un delantero y no a dos simultáneamente. André Silva, Sadiq y Carlos Fernández iban a tener que convivir con la suplencia e incluso con la ausencia de minutos en determinados partidos.
Contra el Real Madrid André Silva saltó al campo en el minuto 88, mientras que Sadiq ni calentó en la banda. No se atisba un futuro muy halagüeño para estos dos jugadores con Imanol en el banquillo después de lo visto en los últimos meses. En las contadas ocasiones que el técnico oriotarra ha juntado en el once titular a Silva y a Sadiq el resultado no ha sido el satisfactorio. Imanol no ha caído en la tentación de acumular hombres en el área pese a la necesidad de marcar. El ejemplo más cercano vuelve a ser el del viernes, ya que el preparador guipuzcoano rechazó gastar todos los cambios y no dio entrada a Sadiq, pese a las urgencias del marcador.
Recuperaciones altas. La ejecución de la presión en campo rival es uno de los argumentos que mejor explica la preferencia del entrenador por Oyarzabal como punta en lugar del resto de los delanteros. El capitán ofrece mejor que nadie ese espíritu combativo en la línea atacante. Imanol ha reiterado en múltiples ocasiones que lo que diferencia esta temporada a las anteriores es que en la actual «es en la que mejor estamos compitiendo». Imanol habla de competir, no de defender o atacar.
A la Real le ha ido mejor cuando ha conseguido mostrar su versión más agresiva sin balón. Cuando ha logrado recuperar alto en campo rival. Los mejores ejemplos son los días ante el Inter y el Benfica en casa. Hasta enero la Real era uno de los equipos de la Liga que más robos promediaba en el último tercio, pero los rivales han tomado buena nota de ello y cada vez se exponen menos ante los realistas, lo que dificulta esa tarea. El cuadro guipuzcoano se ve obligado cada vez más a construir sus ataques en posicional, en vez de en transiciones, y todo se vuelve más complejo.
La actual Real marca más goles en Liga que la de la temporada pasada con las mismas jornadas transcurridas. Es la gran paradoja que guardan ambos equipos, porque el año pasado los de Imanol se dirigían como un tiro hacia una nueva clasificación a la Champions League y en cambio ahora se encuentran en sexta posición. El conjunto txuri-urdin suma ahora 46 goles en 33 jornadas, por los 43 de la pasada campaña. La diferencia es que entonces la Real había recibido 29 goles, por los 35 que ha encajado hasta el momento. Oyarzabal es el máximo goleador en Liga con 9 tantos, seguido de Kubo, con 7 dianas.
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