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Por fin se hace justicia con cuatro extxuri-urdin que se batieron el cobre en la Real Sociedad. Aitor López Rekarte, Alberto López, Agustín ... Aranzabal y Óscar de Paula recibirán este domingo en los prolegómenos del derbi la insignia de oro y brillantes que les corresponde desde hace cuatro lustros por haber militado durante más de una década en el primer equipo txuri urdin. El club guipuzcoano salda una deuda histórica con estos jugadores y en breve hará lo propio con otras dos leyendas de la entidad como el goleador Darko Kovacevic y el entrenador John Toshack.
Para los cuatro protagonistas pesan mucho más el orgullo y la felicidad por recibir esta hermosa distinción que el rencor por la incomprensible demora en recibirla, no sólo achacable a los actuales responsables del club. Van a vivir un momento tan emotivo que seguro que lo conservan en su memoria y en su corazón txuri-urdin para los restos.
Aitor López Rekarte
Aitor López Rekarte disputó 336 encuentros, con cuatro goles y 29 asistencias, entre 1997 y 2006 en la Real Sociedad, en la que fue capitán en sus últimas temporadas. 10 campañas en el equipo guipuzcoano en las que hubo lugar para vivir toda suerte de experiencias.
En torno al homenaje del club del próximo domingo, sostiene que «se cierra el círculo». A su juicio, «tener ese reconocimiento y abrir esa puerta es importante». Por todo ello, expresa de esta manera sus emociones: «Estoy muy orgulloso; es un sueño, el sueño de cualquier niño guipuzcoano».
Aitor llegó a la Real desde su pueblo, Arrasate, al que le llevaron los medios del club para hacer el reportaje: «Muchos recuerdos, muchos amigos de pequeño. Un pueblo muy implicado con el fútbol, salen un montón de autobuses para ver a la Real. Hay un gran sentimiento realista», relata.
En torno a la temporada en la que la Real acarició el título de Liga hasta el final, para terminar segunda, la 2022/03, cuenta que mantiene «recuerdos agridulces»: «Empezaba un nuevo proyecto con Denoueix y se hizo un gran equipo. Disfruté muchísimo».
Lopez Rekarte
El exlateral, ahora metido en labores de comentarista de partidos, habla del «fuerte compañerismo» que existe entre los jugadores de su época, entre otras cosas porque «el fútbol te une mucho».
Para Aitor, la Real representa lo siguiente: «La Real es más que un club, tiene a una provincia detrás, con un proyecto a largo plazo, con una cantera muy fuerte. La personalidad y el sentimiento le dan sentido a un proyecto como éste». En su opinión, «es bonito ver al equipo en Europa cada año, pero el no entrar un año no debe crear excesivos quebraderos de cabeza».
Alberto López
Alberto fue el dueño de la portería de la Real durante una década entera. Lo jugaba todo, tanto es así que fue el jugador de Primera que más encuentros de Liga disputó en esos 10 años tan inolvdables para él. Su expediente habla de 375 batallas como txuri urdin entre 1993 y 2006, con 451 goles recibidos y 109 porterías a cero.
«Nos habían dejado en un cajoncito ahí, pero bien está lo que bien acaba», comenta sobre la imposición de la insignia de oro y brillantes, en su caso con 19 años de demora. Declara sentirse «tremendamente orgulloso de recibirla» y anuncia: «Seguramente me emocionaré». Celebra poder estar «por fin abajo en el campo nuevo» y no oculta que «me hace mucha ilusión».
Alberto se muestra especialmente agradecido por el hecho de recibir semejante tributo antes de un duelo ante el Athletic: «Lo bonito del derbi es estar abajo jugando, pero como no puede ser, sí es un partido especial para todos nosotros», señala. Desea «agradecer al club que haya querido darnos la distinción en un partido tan marcado y bonito».
El exportero es irundarra, igual que Gorriz, el realista con más partidos oficiales como txuri-urdin a sus espaldas. «Un día lo hablé con Bixio. Los dos somos de Irun, entre los dos hacemos casi 1.00 partidos en la Real. Pero ninguno de los dos ha jugado en el Real Unión, aunque sí que hicimos la mayor parte de nuestra juventud aquí. Es un recuerdo entrañable».
Alberto tiene una divertida vivencia relacionada con la campaña del subcampeonato: «En esa pretemporada, estábamos en el avión hacia Austria, colocados por orden alfabético, por lo que yo estaba junto a Rekarte y Karpin. Íbamos hablando de cuántos partidos hacían falta para ser campeón de liga y yo decía que veintitantos, que para nosotros era imposible. Y 'Valerio', con ese carácter tan competitivo, me dijo: ¡Vamos a ver, ¿por qué no se puede hacer?'. Y casi lo hacemos. Nos faltó el puntito».
Alberto
El irundarra tampoco olvida un descenso que a él no le tocó sufrir: «Es tristísimo que un club de esta categoría bajase». Pero lo hace en contraste con esta etapa de prosperidad en todos los ámbitos de la Real: «El club está impresionante, con los gestores y Jokin a la cabeza. Para mí es un ejemplo de lo que tiene que ser este club. Por no ser ese club se fue a los infiernos y manteniendo tus raíces eres capaz de ser competitivo».
El excancerbero conserva esperanzas de que la Real sea europea este curso y valora lo alcanzado por la Real de Imanol porque en su época no era habitual ver al equipo guipuzcoano jugando allende los Pirineos: «Es muy bonito estar todos los años en Europa. Es una anormalidad que han conseguido Imanol y este grupo de jugadores. Y jugando muy bien. ¿Cuántos internacionales hay de este grupo en una selección campeona de Europa? Quizá se trata de una generación irrepetible en cuanto a poder mantener a estos jugadores en el equipo».
Agustín Aranzabal
Agustín Aranzabal era el capitán de la Real Sociedad en esa campaña 2002/03 para la historia. Desde 1993 hasta 2004 intervino en 349 encuentros oficiales en la escuadra guipuzcoana, en los que anotó cinco goles y repartió 18 asistencias: «Para mí la Real ha sido toda mi vida», afirma el carrilero izquierdo, que también fue internacional: «Estar 10 años fue una alegría tremenda y recibir la insignia en un campo lleno y en un derbi no lo olvidaremos nunca», añade.
El hijo de Gaztelu otorga mucho valor al hecho de poder estar tanto tiempo en esa Real de cambios, que pasó de Atotxa a Anoeta y de ser un club a una sociedad anónima deportiva: «Es impresionante poder estar tantos años en un equipo, en tu equipo, en el de tu provincia. No lo había pensado nunca». Él describe así su proceso de convertirse en jugador del primer equipo y luego consolidarse: «Primero piensas en entrar en la Real, luego en jugar muchos partidos y cuando eres capitán te das cuenta de que lo has logrado».
Aranzabal
Cataloga Bergara, su localidad natal, como «mi casa» y la 2002/03, como «una temporada para gozar». Lamenta, eso sí, que ese equipo que estuvo a punto de entonar el alirón en Liga bajara a Segunda sólo cuatro años después: «Pasa muchas veces: un equipo hace dos o tres años muy buenos y luego dos o tres muy malos, es por una cuestión de generación». Agustín también celebra estos tiempo de azúcar de su Real: «Que vayan tantos jugadores a la selección quiere decir que el trabajo está muy bien hecho; al club hay que darle un gran aplauso», sentencia.
Óscar de Paula
Óscar de Paula encarna la figura del luchador, del irreductible que siempre reclamó su espacio a base de goles, peleando y compitiendo con la figura de fuera que fichaban cada verano, casi como en la actualidad. Fue protagonista en 302 encuentros oficiales en la Real Sociedad, en los que marcó la nada desdeñable cifra de 60 goles y dio cinco asistencias, entre 1995 y 2006.
A su entender, este homenaje, aunque tardío, «es la consecuencia y el premio a un compromiso, a una lealtad, a un esfuerzo, a una renuncia y a un sacrificio durante tantos años». En su caso, fueron 11 temporadas. Llegó en 1995 junto a Craioveanu, Yaw, Olabe, Pürk y Gracia con la complejísima tarea de hacer olvidar a Kodro y Etxeberria, que se habían ido ese verano: «Entregas tu vida a un club», explica.
De Paula
No duda De Paula de que el que vivirá el domingo será un momento único en su vida: «Fluirán muchas emociones de distinto calado. El estadio todavía no lo conozco, nunca he estado después de la remodelación. Cada vez que voy por San Sebastián, la gente me sigue mostrando su cariño y su afecto, cosa que me llena de orgullo», sostiene.
Esa actitud de la afición de la Real para con él, cree que tiene un motivo: «Quizá se identifiquen con aquella lucha, con aquella constancia, aquel no rendirse, porque siempre partía por detrás de los extranjeros que fichaban». En muchas ocasiones se le colocó el cartel de «revulsivo» y casi nunca partió como titular, aunque siempre hallaba espacio para ejercer su especialidad, el gol.
El delantero salió de Olivenza, «un pueblo de 10.000 habitantes con campos de tierra» para «cumplir un sueño»: «Me siento un privilegiado por haber llegado a la Real, un club referente en España, haber jugado tantos partidos, tantas temporadas y haber marcado tantos goles, que valieron para conseguir puntos y cosas importantes». Marcó un gol ante el Villarreal que valió media salvación, otro ante el Galatasaray que otorgó a la entidad txuri urdin el pasaporte a los octavos de final de la Champions League en la campaña 2003/04, uno inolvidable para rascar un punto ante el Barça en casa....
Y, aunque no jugó mucho, formó parte de la plantilla subcampeona: «Recuerdo un grupo humano espectacular dentro del vestuario que consiguió rendir por encima de lo que se esperaba», afirma. Claro que esta época actual también es de reseñar: «Ha sido un evolución en positivo hasta asentarse a niveles muy importantes en Europa y ser un ejemplo en Europa a nivel formativo».
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