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En el fútbol como en la vida hay que establecer prioridades porque no se puede tener todo. Con la Real pasa algo parecido. Ha realizado ... una fase de grupos sensacional en la Champions, está en semifinales de la Copa con una oportunidad histórica de llegar a la final y es lógico que en la Liga se esté dejando puntos. Tampoco demasiados, porque es sexta y ocupa puestos europeos, pero a nadie se le escapa que sin esos esfuerzos extra de la presente temporada estaría más arriba.
Sin embargo, ya firmaría ir todos los años así. Porque ese es el objetivo de todo club competitivo: llegar hasta el final en todas las competiciones. Sin hacer prisioneros y caiga quien caiga. Solo de esa manera, con sangre, sudor y lágrimas, llegan éxitos como el de hace tres años en La Cartuja o el presente curso en Europa.
La Real se plantó este sábado sin cuatro pilares como Traoré, Merino, Kubo y Barrenetxea y con sus dos laterales zurdos lesionados, Tierney y Aihen. Además, Brais y Oyarzabal se quedaron en el banquillo para que no reventaran de tanto esfuerzo. Conclusión: del once que ha maravillado este año solo quedaban Remiro, Zubeldia -después de pasar por el hospital por un problema estomacal-, Le Normand y Zubimendi.
Así las cosas, se entiende que Imanol se liara la manta a la cabeza para apostar por un sistema de 1-5-3-2 con el objetivo de protegerse mejor por fuera, donde contaba con un chaval del Sanse como Aramburu y un recién llegado, caso de Galán, y tratar de llegar a arriba juntando a Sadiq y André Silva por primera vez en una apuesta más por el juego directo que el combinativo. La Real dio la cara, trató de competir pero no le bastó para generar lo suficiente como para ganar. No hubo más historia.
El técnico dispuso de salida el mismo sistema que la semana pasada en Vigo en Liga, jugando con tres centrales, dos carrilleros, tres centrocampistas y dos delanteros. Entonces le fue de ayuda en un planteamiento reactivo en el que con Magunazelaia arriba y Olasagasti en la zona ancha la Real fue muy agresiva en la presión y robó balones para contragolpear. Ahora el cuento fue diferente porque se trataba de proponer, de llevar la iniciativa, y el perfil de Zakharyan y André Silva es bastante distinto.
Se entiende que el oriotarra no se atraviese a empezar de cuatro atrás cuando en la derecha carecía de Traoré, Aritz y Odriozola, que volvía de lesión, y en la izquierda le faltaban Aihen y Tierney. Galán apenas había dispuesto de un par de entrenamientos con el grupo para entender de qué iba la fiesta.
Hasta el descanso pasaron muy poquitas cosas, ya que a la Real le sobraba atrás ese hombre que le faltaba en campo contrario. Eso derivaba en problemas para ajustar la presión arriba, Zakharyan y Turrientes debían hacer muchos metros para saltar a los laterales, y quedarse en inferioridad por fuera, donde Baillu y Palazón hacían 2x1 sobre Galán. Remiro, eso sí, no pasaba problemas porque no se arriesgó el balón atrás pero costó muchísimo crear en posicional. Las dos únicas vías de escape que hubo en el primer acto eran que Sadiq sujetase un balón en largo, y estuvo mal, o que André Silva se descolgase entre líneas o a una banda para poder darse la vuelta o dejar de cara. Porque en la zona ancha ni Zubimendi ni Turrientes se quitaban de encima a Trejo y Unai López.
La estadística reflejó la incomodidad de la Real en el primer acto, con una posesión del 44% y un tercio menos de pases completados que su rival. La presencia de André Silva y Sadiq arriba le invitaba a un ataque más directo y frontal, pero derivó en que estuviese peor colocada que el Rayo y no pudiese plantarse bien sobre el campo para organizar las maniobras de ataque.
Con la entrada de Brais a la media hora por la lesión de tobillo de Zakharyan mejoró el panorama, ya que el gallego se descolgó a zona de creación y pudo girar balones hacia la izquierda para Galán y André Silva. Un alivio para Zubimendi y Turrientes, que estaban maniatados. Por ahí llegaron dos buenas opciones que concluyeron con un centro del área del portugués despejado por Lejeune y el disparo de Zubimendi desviado por Dimitrievski.
En el minuto 62 Imanol movió el árbol dando entrada arriba a Becker y Oyarzabal, dos jugadores menos fijadores y con mayor movilidad. La Real tuvo unos buenos minutos porque Zubimendi se retrasó a la defensa para sacar el balón más limpio de atrás y Brais empezó a entrar en calor. Turrientes puso a prueba a Dimitrievski con un zurdazo y Becker filtró un balón peligroso en el área pequeña que Aridane lo despejó in extremis.
Francisco movió el banquillo, metió a Kike Pérez, Nteka y De Frutos para mantener la presión bien alta y el pulso se igualó de nuevo en una especie de 'quiero y no pudo' que concluyó con empate sin goles.
El choque deja lecturas interesantes como la competitividad de los Aramburu, Urko y Olasagasti o la jerarquía que van ganando Pacheco y Turrientes. También la fortaleza defensiva para mantener la portería a cero en un día en el que no sobraban las fuerzas -son nueve veces en los últimos doce partidos- y que Galán y Becker van a aportar mucho en los próximos meses. Entre las negativas, comprobar que André Silva y Sadiq no mezclan bien arriba. Uno de los dos con Oyarzabal o Becker pegaba más, aunque tampoco era el mejor día para sacar conclusiones.
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