No ha sido un lunes fácil. La diferencia cultural ya no nos afecta solo en la comunicación sino que también se empiezan a dar los ... primeros fallos informáticos que interrumpen el trabajo de la prensa desplazada a Japón. A uno no le funcionan las tarjetas para poder hacer radio con el mejor sonido posible después de pedir auxilio en más de veinte tiendas informáticas mientras que otro es incapaz de activar los datos móviles para tener internet por la calle. Mendigar wifi es deporte de riesgo. Hay un tercero que no se acuerda de la contraseña de la Revolut por lo que tampoco puede pagar sin que al cambio le quiten un riñón. La vida del enviado especial.
A todas estas dificultades hay que añadir el jetlag. No es buena señal dormir solo ocho horas en dos días completos con todo el estrés que supone trabajar en Nagasaki. Son las 5.15 de la mañana y ya ha amanecido, por lo que la luz entra de lleno y es imposible conciliar el sueño. Desesperado, a las 7.00 ya estábamos comiendo torikatsu, un pollo rebozado al estilo japonés que aquí vienen a ser las tostadas con aceite y café de casa. El salón del comedor lleno de niños con la camiseta de Take Kubo comiendo fideos y arroz interrumpen nuestros pensamientos.
Sin poder trabajar puesto que en Gipuzkoa el periódico ya está cerrado, salimos a la aventura a conocer algo de Nagasaki para así poder grabar algún blog. Periodista multimedia lo llaman ahora. A quince minutos del hotel, treinta con un gps que se vuelve loco al no estar acostumbrado a estas calles, se encuentra el Santuario Sawa. Vacío porque es festivo en Japón y porque son las 8.00 horas, me dispongo a entrar al templo. Reina el silencio y solo se escuchan las pisadas en el parquet. Arrancan los gritos, aspavientos y todo tipo de insultos de un guardia de seguridad que me invita a salir amablemente del templo budista por entrar con zapatillas. Es lo que tiene que no haya ni una palabra en inglés. Tampoco dibujos. Que me perdonen todos los dioses, mi intención no era ofender. Ahora por lo menos siempre digo arigato, aunque vaya solo por la calle. Por si acaso. En fin, que empieza el fútbol
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