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No basta con ser mejoresEs el cuento de nunca acabar. La Real genera infinidad de oportunidades en ataque, pero no acierta en los últimos metros. Si alguien pensaba que el partido del jueves ante el PAOK iba a acabar con el eterno debate del nueve rematador, estaba equivocado. El cuadro txuri-urdin fue mejor que Osasuna. Entró bien al partido y reaccionó de manera positiva al primer contratiempo que supuso el gol de Budimir a la media hora de juego. Tras el paso por vestuarios mereció correr mejor suerte, pero recibió otra bofetada. El conjunto navarro continuó a lo suyo. Sin hacer grandes alardes en el juego con balón, se dedicó a mantener el tipo en su campo y a amenazar a la carrera tras robo. El resultado es descorazonador, por mucho que lo maquillara Óskarsson en el descuento.
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El donostiarra está haciéndose un hueco en el once en medio de este carrusel de partidos entre la competición doméstica, Copa y Europa League. Imanol lo alineó ayer como interior izquierdo y fue uno de los realistas más destacados en la primera mitad. Fue el centrocampista que mejor interpretó los espacios que dejaba Osasuna. Primero rompiendo por dentro y después apareciendo por fuera, en el intervalo entre el lateral y central rival, principalmente a espaldas de Areso, cuando el rojillo trataba de saltar a Barrenetxea por izquierda. En una de esas ocasiones arrastró a Boyomo y conectó con Oyarzabal, libre de marca dentro del área. Fue una de las mejores ocasiones que dispuso el cuadro guipuzcoano en el primer acto. También hay que destacar un lunar en su actuación. No fue todo lo contundente que debía en la jugada en la que Oroz se revuelve bien ante Sucic en la frontal del área para asistir a Budimir en el gol.
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El partido siguió el guion previsto. La Real, preocupada por mantener el control a través de la posesión, y Osasuna, pendiente de robar y elaborar transiciones rápidas, sobre todo por los carriles exteriores, para finalizar con centros laterales. Era partido para laterales. Tanto para interceptar el posible envío como también para defender en área los centros largos al segundo palo, una labor compleja siempre para el lateral alejado. Además, Osasuna contaba con la baza de Areso, quien actuaba como un carrilero más en ataque, desplazando a Rubén García a posiciones interiores. El lateral derecho navarro volvió a exhibir su espectacular condición física para sumar una pieza más en ataque al cuadro local, lo que condicionaba la estructura defensiva realista. La Real no supo darle la vuelta a esta circunstancia para amenazar tras robo. Barrenetxea no exploró esta opción, solo una vez se quedó frente a frente con Moncayola.
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El fútbol de Osasuna era muy práctico, pero sobre todo eficaz. Buscaba llegar al área de la Real a través de los mencionados centros laterales por las bandas. Se comportaba de manera asimétrica, con Areso como carrilero por derecha invitando a Rubén García a crear superioridades por dentro, y con Barja como extremo izquierdo a pierna cambiada para colgar balones cerrados en busca de la cabeza de Budimir. El primer gol del croata llegó de una recuperación alta de Oroz tras una mala salida llevada a cabo entre Aramburu y Sucic, mientras que el segundo se originó de la manera más previsible. Un saque de banda largo de Areso desde su propio campo a Rubén García dejó en evidencia a Javi López y Aguerd y ahí el valenciano, con todo el tiempo del mundo, puso un centro medido a la cabeza de Budimir, que no perdonó.
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Fue uno de los señalados en la derrota ante el Getafe y ayer volvió a la titularidad. Javi López tuvo la ocasión de acallar las dudas en torno a él, pero mostró dos caras diferentes. Imanol le dio jerarquía en ataque, colocándole como carrilero único por izquierda y llevando a Barrenetxea por dentro. Dio amplitud al equipo, obligó a Osasuna a defender con hasta cinco hombres atrás y puso varios centros interesantes. Su posición dio pie a que la Real se impusiera en el centro del campo y jugadores como el propio Barrene, Zubimendi u Olasagasti aparecieran por zonas insospechadas. Sufrió bastante más en fase defensiva. En la acción del segundo gol vuelve demasiado despacio y no le da tiempo siquiera para molestar a Rubén García.
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A Budimir no le hizo falta entrar en juego demasiado para hacer lo que ningún jugador de la Real hizo durante los noventa minutos. Apenas apareció con balón, ni fue excesivamente ganador en los duelos aéreos, pero fue clave en las dos acciones que decantaron el duelo para los locales. En el primer gol se ganó el hueco necesario con Zubeldia para definir con un duro disparo con la zurda al palo corto. Ese cuerpeo con el azkoitiarra no es capaz de copiarlo ningún atacante txuri-urdin. Y en el segundo y definitivo tanto acertó a definir como se espera de un ariete dentro del área. Algunos tanto y otros tan poco.
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