Los diez momentos del ascenso
El éxtasis en Cádiz, el cabezazo de Ansotegi, la peregrinación a Salamanca, la fiesta ante el Celta... El camino de la Real hasta la gloria estuvo plagado de recuerdos imborrables
El 13 de junio de 2010 la Real venció al Celta en Anoeta (2-0) y certificó de forma matemática el título de campeón ... de la categoría de plata y, por consiguiente, el ansiado ascenso a Primera, su hogar. Xabi Prieto, Carlos Martínez, Ion Ansotegi, Mikel Aranburu, Antoine Griezmann, Carlos Bueno... son solo algunos de los nombres que hicieron que la familia txuri-urdin llorase de alegría de nuevo.
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El periplo de aquel curso comenzó en agosto de 2009, y hasta llegar a la meta hubo un sinfín de momentos, más buenos que malos, que llevaron a la escuadra de Martín Lasarte a completar una temporada sobresaliente.
El más importante, sin lugar a dudas, se vivió en el choque que enfrentó al conjunto blanquiazul con el cuadro gallego en Anoeta, en aquel glorioso 13 de junio. Una Real lanzada llegaba a la cita con la certeza de que un triunfo le devolvía al lugar que le correspondía por historia y grandeza, la Primera División. Y lo consiguió, pero no sin sufrimiento. Un disparo de Michu al larguero en la primera mitad encogió el corazón de la parroquia realista, pero solo fue un susto. Un gol de Prieto de penalti -se lesionó en la celebración- y otro de Bueno desataron la euforia en las gradas y en todas las localidades del territorio. El sueño ya era una realidad. La Real, campeona de Segunda, había vuelto a casa.
Meses antes de ese momento se vivió en el mismo escenario el advenimiento de una estrella, Antoine Griezmann. El atacante galo, forjado en la cantera de Zubieta, consiguió su primer gol como profesional ante el Huesca (2-0) en la quinta jornada, con un derechazo desde fuera del área. Tenía 18 años y había debutado escasas semanas atrás ante el Rayo en un partido de Copa. El resto es historia.
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Muchos dicen que la primera pica del ascenso se colocó en el césped de Los Pajaritos, en tierras sorianas. Aquel domingo el conjunto dirigido por Martín Lasarte pasó por encima del Numancia (1-3) con un gran partido en el que irrumpió la figura de David Zurutuza, quien había enamorado al técnico uruguayo en pretemporada. El pelirrojo lideró a su equipo y marcó el primer tanto txuri-urdin.
Un jovencísimo Imanol Agirretxe también tuvo su momento de gloria en la película del ascenso. Le llegó en la jornada 13, frente al Cartagena y en Anoeta. El de Usurbil, haciendo gala de su instinto goleador, cabeceó a las redes un centro de Nsue en el minuto 88 y decidió un partido (1-0) crucial para seguir arriba.
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Metió hasta el portero
La jornada 17 deparaba un atractivo duelo entre la Real y el Betis, y en aquella ocasión la estrella fue Xabi Prieto. El donostiarra ajustició a los verdiblancos con una asistencia a Carlos Bueno y una preciosa diana a pocos minutos de concluir el choque, desatando una enorme fiesta en las gradas de Anoeta.
El momento más surrealista de la temporada lo protagonizó Claudio Bravo en febrero. Ante la sorpresa de todos los aficionados que se dieron cita en Anoeta, el meta chileno se animó a tirar una falta al borde del descanso frente al Gimnástic de Tarragona. El balón, situado en la frontal del área, viajó con violencia hasta el fondo de las mallas. Una locura con final feliz.
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Con la Liga en su fase más caliente, miles de realistas se desplazaron a mediados de marzo hasta Salamanca para animar a su equipo. El partido concluyó sin goles, pero las gradas de El Helmántico fueron una fiesta.
Sin duda, uno de los momentos más recordados tuvo a Ansotegi como protagonista. El central de Berriatua, indiscutible aquel año, marcó con un cabezazo espectacular el 2-1 frente al Levante a pocos minutos de concluir el choque. Su gol provocó un terremoto de emociones en el coliseo donostiarra.
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Otro central, esta vez Mikel González, se vistió de héroe para llevar a la escuadra realista a las puertas del ascenso. El de Arrasate anotó, también de cabeza, el tanto decisivo ante el Villarreal B en Anoeta, en la jornada 39.
Y, por último, la conquista del Ramón de Carranza. Carlos Bueno, tocado aquella tarde por una varita mágica, marcó los tres goles de la victoria blanquiazul. El uruguayo, puro fuego, se echó toda la presión a la espalda. Y la jugada le salió redonda porque pasó a la historia.
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