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El Barça ha marcado en todos los partidos que ha jugado en Montjuic. Cuesta subir a la montaña mágica, sobre todo a las nueve de la noche, después de un día atareado en la Ciudad Condal. Sabiendo que va a ser un día para correr mucho, tapar huecos y tratar de aprovechar las oportunidades que tengas. Y la Real tuvo unas cuantas. Más de las habituales. Lo que pasa es que esta rémora que está siendo la poca efectividad de cara al gol es todavía más patente y latente en partidos como por ejemplo contra el Barça. O contra el Madrid. A la Real le cuesta una barbaridad hacer gol y sus dos arietes sanos ayer ni siquiera juegan. Más claro, el agua. Igual hay que ir pensando en fichar al artillero que enciende el cañón en la Aste Nagusia. Se dice que lo más caro es el gol. Y que Sorloth pidió mucho dinero a la Real. Y lleva 19 goles, ¿no? Pues eso.
Los teléfonos echaban humo, los whatsapps volando de móvil en móvil. Los que pensaban que la Real realizó un planteamiento conservador, con cinco atrás esperando al Barça. Y para los que el dibujo de Imanol fue valiente, ya que quiso tocar y atraer al Barça para crear espacios. Lo que es innegable es que durante casi toda la primera mitad la Real hizo las cosas de maravilla. En muy pocas visitas al Barça, la primera ocasión culé llegó en el minuto 37, con el tiro de Raphinha al palo.
Como si estuviera en el Caesars Palace de Las Vegas, el cuadro guipuzcoano tenía clara en qué lugar de la ruleta quería poner la bola. Entre el 33 blaugrana y el 11 txuri-urdin. A la espalda de Cubarsí para la carrera de Becker. El extremo fue el artífice de todas las ocasiones realistas. Pecó de impaciente en la mejor de todas, la que batió a Ter Stegen, pero que fue anulada porque tenía medio pie en campo del Barcelona. Cuatro opciones, un gol anulado, un tiro alto y una parada de Ter Stegen.
Lewandowski dejó medio gol a sus compañeros y Yamal, con ese toque sutil, nos dio el primer bajón de la noche. La Real tenía que remontar. En el peor sitio posible. Porque cumplió el axioma: el Barça sí tiene artillero y siempre marca. En lugar de tirarse hacia la puerta blaugrana, bajó las pulsaciones, el partido se hizo plomizo pero el cuadro blanquiazul volvió a tener opciones. Cambió el dibujo y tuvo la opción. Fue Brais, después de una excelente maniobra. Se internó el gallego y su gesto corporal le hizo a Ter Stegen vencerse a un lado. El de Mos cruzó pero salió lamiendo el poste. La de Lamine Yamal fue al saco y la de Brais fuera por poco. Urge un artillero.
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