Todas las víctimas, ¿todos los culpables?

La mirada ·

No hay justicia sin verdad. Y esa verdad es exigible para Mikel Zabalza y para los 300 asesinatos de ETA sin aclarar

Lunes, 29 de marzo 2021, 06:40

Idoia, la hermana de Mikel Zabalza, sentenció algo terrible en la entrevista publicada por este periódico el 17 de marzo. «Cuantas menos opciones tengamos de ... justicia, vamos a tener más opciones de verdad», aseveró en alusión al esclarecimiento pendiente de las presuntas torturas, hasta matarlo, infligidas al conductor de autobuses en el cuartel de Intxaurrondo hace 35 años. Hay verdad sin justicia, pero no puede haber justicia sin verdad. La convicción de Idoia Zabalza estremece porque invita a asumir, resignadamente, el triunfo de la impunidad: quizás algún día llegue a saberse con certeza cristalina qué ocurrió en aquellos días siniestros de 1985, pero la familia de Zabalza cree que eso será más factible en tanto se aleje la imputación de responsabilidades. En tanto se diluya la culpa. Quizá llegue a resplandecer la verdad, pero será una verdad impune. Sin castigo.

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La sospechosa muerte de Mikel Zabalza en aguas del Bidasoa, tras haber sido detenido por la Guardia Civil por su supuesta vinculación con ETA, constituye uno de los primeros y vívidos recuerdos impresos por la violencia en la memoria adolescente. La remembranza temprana de alguien afirmando en la sala de casa «A este se lo han cargado» mientras se escuchaba la noticia en la televisión. Ese ha sido un convencimiento muy extendido desde entonces en el país de los silencios y de los secretos: que Zabalza, esposado, no había fallecido al intentar escapar, según la versión oficial, sino víctima de los malos tratos sufridos en Intxaurrondo. Las intuiciones íntimas no bastan para sostener un juicio, hacen falta pruebas y testimonios que desmonten la presunción de inocencia. Pero habrá que convenir que el archivo de la causa tiene mal encaje con esos audios del coronel Perote y del teniente Gómez Nieto en los que charlan confianzudos sobre las torturas a Zabalza.

Todo es espeluznante en la grabación. Pero sobre todo ese momento en el que Gómez Nieto explica, con pedagogía forense, que «el quid» de la bolsa en la cabeza estaba en que fuera transparente para que el detenido percibiera «la sensación de muerte que está cogiendo». Nunca es sencillo reabrir sumarios judiciales orillados después de tantos años -en su día, los tribunales no admitieron esos audios- y el PSOE se ha parapetado en que el Poder Ejecutivo no puede inmiscuirse en el Judicial para negarse a desclasificar los informes secretos del caso como le requiere el PNV. Pero es obvio que no ha habido una justicia sin sombra de duda para Mikel Zabalza. Y que el Estado de Derecho no puede escuchar sin más la jactancia contra los derechos humanos de Perote y de Gómez Nieto. Por su propia entereza y por la de la democracia.

El terrorismo jamás justifica los excesos represivos. Pero que el Estado no cumpla con su deber de depuración en aquellos que colean del pasado tampoco justifica que la izquierda abertzale los esgrima para seguir alimentando el discurso blanqueador de que aquí hubo una guerra en la que ETA atentaba en legítima defensa. EH Bildu ha encontrado en la biensonante retórica del «todas las víctimas de todas las violencias» un escudo gracias al cual el extinto MLNV se exonera del horror; se evita mencionar las siglas de ETA en alusiones evanescentes al daño causado que no tienen sujeto -si alguien fue asesinado, alguien mató-; y se llama a superar «las consecuencias del conflicto» siempre que eso no se traduzca en el esclarecimiento de los 300 crímenes -297, según el recuento de la Audiencia Nacional- cuyos sumarios, como el de Zabalza, acumulan un polvo ignominioso. No hay justicia sin verdad, no hay justicia con impunidad. Si reconocemos a todas las víctimas, ¿estamos dispuestos a juzgar a todos los culpables? Y sin 'ongi etorris'.

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