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Al presidente Sánchez le costará olvidar este viaje al extranjero porque no ha habido mañana que no se haya levantado con una grabación o información de alto voltaje que haya situado en el disparadero a sus ministros. El último damnificado de esta tromba que cae sobre su gabinete es el astronauta Pedro Duque, flamante ministro de Ciencia, Innovación y Universidades. La sociedad patrimonial con la que Duque y su mujer, a la sazón embajadora española en Malta, constituyeron para escriturar su chalé de Jávea -luego incorporarían su vivienda de Madrid de 335 metros cuadros- puede ser legal, pero es poco estético para un gabinete que proclama a los cuatro vientos su combate contra la corrupción y los chanchullos. Duque, que dio su versión de parte y con algunas lagunas, debería poner su caso en manos de Hacienda para resolver cualquier duda que planee sobre su sociedad patrimonial. En esta polémica también sobrevuelan las palabras que formuló en 2015 el hoy presidente, en las que repudiaba de su ejecutiva a quienes emplearan este tipo de subterfugios legales. Sánchez es rehén de sus palabras y deberá constatar que su ministro no es un regateador de impuestos.

La ministra de Justicia, Dolores Delgado, volvió a tener otro sonrojante sobresalto al escucharse en una de esas cintas que circulan con el sello Villarejo en la que se despacha con un «éxito garantizado» cuando el comisario relataba en aquel famoso ágape cómo utilizaba una red de prostitutas para sacar información a directivos de los consejos de administración. Delgado volvió a retratarse con expresiones inadmisibles ante los relatos de la vergonzosa maquinaria chantajista del hoy preso de Estremera.

El presidente, que solo tiene garantizados sus 84 escaños, volvió a admitir junto al bullicioso Times Square neoyorquino que su gobierno pende de muchos hilos. Y si hace once días dejó abierta la puerta a las elecciones, ayer confirmó lo que sabe desde que tumbó a Rajoy en junio. Si los catalanes deciden desconectar su apoyo en el Congreso, deberá aterrizar como pueda a la dura realidad, que no es otra que adelantar las elecciones. Le quedan muchas turbulencias en su vuelo.

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