Después de las desafortunadas y sonrojantes reflexiones que Suárez Illana realizó en público la pasada semana sobre el aborto, en las que aludió a la ... muerte de los niños en la época de los neandertales y a leyes neoyorquinas sobre esta materia que no eran tales, parecía que el PP de Casado había echado durante unos días el freno a sus estridencias electorales. No pudo ser peor el estreno del hijo del desaparecido duque de Suárez -ahora de número 2 de Casado en Madrid tras rechazar el envite María San Gil- en esta nueva lid electoral, después de haber saboreado hace 16 años un sonoro fracaso en su carrera a la presidencia de Castilla-La Mancha, en la que se le pudo ver toreando. En esta ocasión, su tropezón fue de los que se recordarán en los anales de las campañas y dejó helado al equipo de campaña popular
Casado, heredero del más puro 'aznarismo', tiene una inusitada hiperactividad electoral. Juega contra las encuestas y sufre la presión del marcaje al que le somete desde la derecha Vox -Abascal no ceja en azuzarles con el latiguillo de 'derecha cobarde'-. El líder del PP, que ya lleva algún resbalón en su haber, ha entrado en plancha en un nuevo jardín con muchas espinas al proponer que la Guardia Civil y la Policía Nacional someta y subordine a Ertzaintza y Mossos d'Esquadra en las labores policiales, una cuestión que en la actualidad altera el orden legal del mismísimo Estatuto de Gernika. Casado, con su 'idea', ha provocado el lógico malestar del Gobierno Vasco y del PNV, partido con el que el PP mantenía hace menos de un año relaciones preferentes para mantener a Rajoy al frente de la Moncloa. Sin embargo, el joven líder del PP da la espalda a la realidad más básica del Estado de las Autonomías y al mismo tiempo reniega de aquellos pactos que su preceptor Aznar llegó con la entonces CiU de Pujol y el PNV de Arzalluz para mantener la estabilidad de sus gobiernos. Unos acuerdos en los que se consolidaron las bases de las policías autonómicas. Sin embargo, Casado parece que sólo quiere sumar con el tridente que subió al estrado de la plaza de Colón. Una apuesta muy arriesgada y sin muchas salidas si los números no dan.
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