Sangre, sudor y lágrimas en la 'trinchera infinita'
Sánchez anuncia medidas contra la corrupción que intentan replicar el acoso del PP pero que son débiles para recuperar la confianza rota
Alberto Surio
Martes, 17 de junio 2025, 00:08
Pedro Sánchez comunicó ayer tarde su decisión de continuar al frente del 'Gobierno progresista' a pesar del enorme cráter de credibilidad provocado por el caso ... Cerdán y sus derivadas aún imprevisibles. El atrincheramiento del presidente, muy tocado por el escándalo pero que ayer cambió el semblante cariacontecido del jueves, obedece a su deseo de no poner la alfombra roja a PP y Vox para su llegada al poder, contraria a la mayoría social «con una agenda reaccionaria».
Un inmediato adelanto electoral sacaría a la izquierda del Gobierno para una larga temporada. Sánchez lo sabe y ahora espera convencer a sus socios a articular una estrategia de choque que le permita recuperar la iniciativa antes de tener que ir a las urnas. Tres datos ilustran la profundidad de la crisis. El EBB del PNV endurecía ayer el tono al señalar que se encuentra en «vigilancia permanente». Sumar reclamaba volver a los compromisos sociales para salvar la legislatura con una Yolanda Díaz que evitó ayer las sonrisas. Se eleva el listón de la exigencia.
Los aliados le van a poner severas condiciones, aunque seguramente nadie quiere elecciones ahora. Si hay que morir políticamente que sea en el campo de batalla, por ejemplo a comienzos de 2026, y no en la cama, decía este fin de semana un alto cargo socialista, totalmente descolocado por los acontecimientos, pero a favor de unos nuevos Presupuestos a toda costa.
El mazazo ha sido brutal pero poco a poco empieza a digerirse el duelo. Va a costar tiempo recomponer las piezas sobre el tablero. Sánchez lo tiene francamente difícil, aunque tampoco imposible teniendo en cuenta que hasta en las circunstancias extremas, ha sabido darle la vuelta a las cosas. En esta ocasión tiene casi todos los elementos en contra. Solo le queda –lo que no es poco– el factor PP-Vox como una bandera de agitación en un momento que transita entre la ansiedad y la agonía.
Sánchez se dará un tiempo para evaluar qué escenario tiene un menor coste para un PSOE aún muy aturdido
Las medidas anunciadas tras el caso Cerdán –auditoría externa y comisión de investigación en el Congreso– deberían arrojar más luz, pero como aún desconocemos el alcance real del asunto que investiga la Justicia, cualquier respuesta es provisional. La extrema gravedad de lo ocurrido descuartiza la batalla del relato que ahora Sánchez intenta recuperar con una ofensiva contra el «cinismo» del PP en torno a la corrupción.
Demonizar al adversario
Sánchez pasó ayer del duelo al ataque en tromba contra el PP, que, ciertamente, no tiene las mejores credenciales para reivindicar la limpieza en la política. Pero el 'y tú más' termina por enfangarlo todo y engordar a la ultraderecha.
El PSOE insiste en diferenciar la 'ejemplaridad' de su respuesta con la actitud del PP, lo que que anticipa un choque frontal de altísima temperatura mañana miércoles en el Congreso. Tiene razón el presidente en pedir el rechazo y la solidaridad de los demócratas ante los ataques a las casas del pueblo del PSOE. Y en Euskadi sabemos de eso. La demonización del adversario es un camino siempre peligroso.
La gran baza para mantener la agonía es que nadie quiere adelantar ahora mismo las elecciones generales
Pere si se descartan elecciones anticipadas y el PP renuncia a una moción de censura, solo queda la posibilidad de una cuestión de confianza. Puigdemont podrá así elevar más el nivel de exigencia: tiene que resolver primero la ley de Amnistía. Pero Podemos va a jugar a representar a la izquierda auténtica frente a las 'traiciones' de la socialdemocracia. Es decir, prefiere elecciones para envolverse en ua bandera de ser la izquierda 'de verdad'. En esa tesitura a Sánchez solo le quedan unos meses para gestionar esta perversa transición.
Ha decidido ganar algo de tiempo para explorar si encuentra la salida y logra restaurar la confianza rota. Lo que a corto plazo le va a costar sangre, sudor y lágrimas. El 'calvario' está garantizado y la feroz batalla entre quienes cierran filas con el presidente del Gobierno y los que quieren forzar su dimisión puede alcanzar un histerismo sin precedentes. Con semejante ruido de fondo la pretensión de buscar la mayor impronta social de Europa en el Gobierno –con Podemos en la oposición– se antoja como una verdadera cuadratura del círculo.
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