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Euskadi y Cataluña buscan de nuevo ir de la mano para que la sensibilidad periférica y plurinacional haga frente a la actual guerra autonómica de ... bloques PP-PSOE. El lehendakari Imanol Pradales y el presidente de la Generalitat de Cataluña, Salvador Illa, se reunirán el jueves 23 en el Palau de Sant Jordi, en Barcelona, en principio para abordar la situación socioeconomica de España y la política migratoria, entre otras cuestiones. Ya el mismo viernes Pradales mantendrá un encuentro con el president del Parlament de Cataluña, Josep Rull. Pero la música de fondo va más allá de la letra de esa agenda.
Se trata del tercer encuentro que celebra Pradades como su homólogo en Cataluña. Las otras dos han tenido como escenario la última conferencia de presidentes autonómicos en Santander, y un encuentro anterior en el Parlamento europeo.
La cita de Cantabria permitió un acuerdo entre Euskadi y Canarias para abordar una propuesta de política común que posibiltase el reparto equilibrado de menores no acompañados así como la dotación de un paquete de recursos que permitan la financiación a las comunidades autónomas y diferentes reformas legales que contribuyan a la regularización de los inmigrantes. El Gobierno central se ha mostrado receptivo a la propuesta, aunque su viabilidad depende sobre todo de las comunidades gobernadas por el PP. La actual situación de impase ha generado un colapso de difícil salida.
Pradales e Illa exploran la puesta en marcha de un eje periférico entre Euskadi y Cataluña que serviría para amortiguar la actual guerra autonómica entre presidentes del PP y del PSOE. Una entente vascocatalana pretendería propiciar la apertura de una reflexión sobre el carácter plurinacional del Estado español y su viabilidad en el actual ordenamiento constitucional. Pradales ha puesto el acento en la discusión sobre un nuevo modelo de Estado que resulte atractivo para las nacionalidades históricas y que supere cualquier modelo uniformizador. Su planteamiento es propiciar un nuevo consenso jurídico-político que garantice la singularidad del autogobierno vasco basado en la foralidad, con el anclaje de los derechos históricos, y que establezca un nuevo sistema de garantías a partir de constatar que el Tribunal Constitucional ha dejado de serr un árbitro imparcial en relación con los conflictos autonómicos.
El actual Govern catalán puede ser un aliado objetivo en esta tarea, a pesar de que el discurso público del president es situar a Cataluña es un universo de normalización alejado de cualquier sesgo identitario. En todo caso, la estrategia de Pradales pasa por situar la reivindicación en un terreno que pueda ser tambien asumido por los socialistas vascos y catalanes. Los primeros apoyan en su programa de gobierno un nuevo pacto estatutario que modernice el cuadro de derechos sociales.
El discurso de Pradales y el énfasis 'plurinacional' conecta con la apuesta del PSC en su programa de gobierno y también con la doctrina oficial de los socialistas catalanes, que históricamente han sido la vanguardia del debate territorial en el socialismo español que reconocía la 'plurinacionalidad' de España. El independentismo catalán apostó por la vía unilateral hacia la independencia e impulsó en septiembre de 2017 las leyes de desconexión con el Estado para posibilitar un referéndum de autodeterminación que desbordaba la legalidad estatutaria y constitucional. Aquella deriva frenó en seco el debate.
La prioridad de Illa es activar el nuevo sistema de financiación tasado en la singularidad para Cataluña, que provoca la oposición tajante del resto de autonomías del régimen común. Euskadi, que tiene su particular sistema de Concierto Económico, no se opone a nuevas fórmulas siempre que no impliquen consecuencias negativas en el Cupo vasco. De entrada porque el nuevo modelo que se persigue supondrá aumentar en la práctica el fondo de solidaridad interterritorial con el que las comunidades autónomas en su conjunto realizarían una aportación extraordinaria en aras de aumentar la cohesión territorial.
El 'eje periférico' pretende devolver cierta naturalidad democrática al debate territorial, demasiado encendido en los últimos años a raíz del estallido independentista del procés, por un lado, y por el auge de un ultranacionalismo español fundamentalmente reactivo, que ha tenido como consecuencia el auge de Vox.
La presencia de la ultraderecha en el tablero condiciona aún el discurso autonómico del PP y le fuerza a no dejar de mirar hacia ese flanco 'españolista'. Y ya sea la cesión de la competencia de tráfico del Estado a las comunidades autónomas, como la gestión del régimen económico de la Seguridad Social o la transferencia completa sobre inmigración se convierten, a su juicio., en amenazas a una 'unidad de España'. La pescadilla que se muerde la cola.
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