Otra piedra en el zapato

El presidente Sánchez, actualmente de viaje en Nueva York, vuelve a tener una piedra en su zapato ministerial tras conocerse los audios que el comisario jubilado y hoy preso, José Villarejo, grabó hace nueve años a la actual ministra de Justicia, Dolores Delgado, en aquel momento fiscal de la Audiencia Nacional. La expresión zafia y grosera con que Delgado califica al entonces juez Grande-Marlaska y ahora compañero de su gabinete al aludir a su condición sexual le coloca al borde del precipicio de su corta carrera política, sobre todo después de ver el camino que siguieron sus excompañeros Huerta y Montón. A las diferentes versiones con que ha ido corrigiéndose a sí misma sobre la veracidad de sus encuentros con el comisario Villarejo, que quiere vengarse de todo y de todos desde la cárcel, se unió ayer el sonrojante laberinto de desmentidos sobre el destinatario del término «maricón», para terminar admitiendo que se refería al ministro de Interior, aunque sin connotaciones sexuales. La ministra Delgado se ha metido en un callejón sin salida, primero por lo espinoso que resulta el haber compartido mesa, mantel y grabadora con el excomisario, y luego por referirse a un compañero de una manera tan inapropiada siendo, no lo olvidemos, una cualificada componente del Consejo de Ministras de Sánchez, que no debería emplear ese lenguaje homófobo.

El presidente del Gobierno, que ayer se fotografió con el matrimonio Trump, tiene poco margen de maniobra para resolver esta nueva crisis en su Ejecutivo, sobre todo después de que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, bajara ayer el pulgar -ya lo hizo con los dos anteriores ministros- para instar a Delgado a que abandone la política por haber compartido confidencias con el excomisario Villarejo, uno de los mayores enemigos declarados por el líder podemita.

Sánchez, que ha respaldado a su compañera de gabinete -aunque tampoco es ya una garantía este apoyo- volverá el domingo al ruedo político español, y no se sabe si podrá seguir la táctica que el sociólogo Pedro Arriola, asesor de Aznar y Rajoy, les recomendaba cuando caían chuzos: 'hacerse el muerto'. Pero este ardid ya no cuela.