El Parlamento Vasco ha estado cerrado dos de cada tres días en el último año
La sucesión de citas electorales y los periodos vacacionales han influido en esta situación
xabier garmendia
Lunes, 2 de marzo 2020, 09:36
Que trabajan poco para todo el dinero que ganan, dirán unos. Que no toda su labor se ve y que la remuneración no lo compensa, ... responderán los otros. Esto de las condiciones laborales de los políticos siempre es motivo de discusión. Aún más si cabe cuando se producen circunstancias excepcionales que lo revolucionan todo. En el Parlamento Vasco, por ejemplo, la sucesión de citas electorales y periodos vacacionales habrán provocado en mayo –cuando se vuelva a constituir tras los comicios– una inactividad de 262 días laborables en las anteriores 486 jornadas naturales, las que han pasado desde enero del año pasado. Si se le suman fines de semana y festivos, la cifra asciende a 318; es decir, dos de cada tres días.
Ojo, esto no siempre es así. El Reglamento de la Cámara autonómica establece como periodos inhábiles únicamente los meses de enero –que engancha con las vacaciones navideñas a finales de diciembre–, julio y agosto. De hecho, es frecuente que los grupos acuerden activar julio para poder acelerar los trabajos antes del descanso estival y dejar todo encauzado para septiembre. En 2019, en cambio, esto no fue así pese a que EH Bildu y Elkarrekin Podemos lo intentaron para que la consejera de Salud, Nekane Murga, compareciera en relación a las OPE de Osakidetza. La postura desfavorable de la Mesa, dominada por PNV y PSE, marcó en rojo aquellos 31 días.
Sumados a los 34 de enero-febrero y los 32 de agosto-septiembre, la suma ya alcanzaba las 97 jornadas. Pero, además, el pasado año el Parlamento acumuló nuevos periodos inhábiles excepcionales por las convocatorias de elecciones: las generales de abril, las municipales, forales y europeas de mayo y las nuevas generales el 10 de noviembre. En teoría, el Reglamento no dice nada de que haya que desactivar la Cámara durante las campañas, pero en la práctica los grupos acuerdan una tregua. Lo hacen para que la tribuna de oradores no se convierta en una mera plataforma de mensajes electorales, pero sobre todo para que los parlamentarios dispongan de una agenda despejada para el maratón de mítines.
Disolución automática
Entre las tres citas con las urnas –encima la del 28-A estaba pegada a San Prudencio y el Día del Trabajador–, otros 42 días inhábiles en el Legislativo de Vitoria. Y ya vamos 139, que junto a las vacaciones navideñas en diciembre, hacen un total de 150 en todo este año. Cambiamos de calendario y enero se tiñe nuevamente de rojo hasta que el 4 de febrero se retoma la actividad parlamentaria ya en un clima preelectoral. La maquinaria vuelve a funcionar, pero de pronto el lehendakari, Iñigo Urkullu, aprieta el botón y adelanta las elecciones autonómicas, lo que supone la disolución automática del Parlamento. El nuevo periodo hábil apenas duró ocho días... Y dos de ellos cayeron en fin de semana.
Con el Parlamento Vasco cerrado al menos hasta principios de mayo –solo se puede reunir la Diputación Permanente, no el pleno–, el adelanto electoral ha sido la puntilla a una época de especial inactividad parlamentaria sin apenas precedentes históricos. Tampoco es que la legislatura recién concluida haya sido excesivamente fructífera, pero al menos en 2017 y 2018 sí se habilitó el mes de julio. En todo caso, todos estos cierres oficiales de la Cámara no significan que no ocurra absolutamente nada en su interior. Sin ir más lejos, durante el último parón, en enero de este año, se celebraron cuatro sesiones de la ponencia de Autogobierno, tres de la abusos sexuales a menores y reuniones de la Mesa.
En términos globales, el balance parlamentario en estos tres años y medio desde las elecciones de septiembre de 2016 presenta luces y sombras. Se trata de la legislatura en la que menos proyectos de ley –presentados por el Gobierno– se han debatido en el pleno: solo ocho frente a los 16 del anterior ciclo. Nunca antes se había llegado a cifras tan raquíticas. Por el contrario, al hemiciclo sí han llegado muchas proposiciones de ley –a iniciativa de los grupos–, habida cuenta de que los socios del Ejecutivo no tenían mayoría absoluta. En concreto, 37, una cifra que solo se superó en la última etapa de Juan José Ibarretxe.
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