Las diez noticias clave de la jornada
Cerca de 5000 personas fueron torturadas y arrojadas al mar en la dictadura argentina de 1976 a 1983 Irekia

Las paredes del horror

El lehendakari Urkullu visita el memorial de la Escuela Mecánica de la Armada de Buenos Aires, lugar de exterminio donde cerca de 5000 personas fueron torturadas y arrojadas al mar en la dictadura argentina de 1976 a 1983

Javier Roldán Moré

Buenos Aires

Jueves, 1 de noviembre 2018, 08:04

Una madre de la Plaza de Mayo pregunta con voz desgarradora dónde estaba su hija, embarazada de cinco meses, que había sido detenida y secuestrada en la Escuela Mecánica de la Armada de Argentina (ESMA), durante la dictadura militar argentina entre los años 1976 y 1983, bajo los mandos del teniente general Jorge Rafael Videla. «¿Dónde está mi hija, y dónde está mi nieto, que tendría que estar vivo?», clamaba desesperada. El lehendakari Urkullu visitó en la tarde del miércoles las entrañas de la maquinaria del terror que ejercía durante esos años la dictadura militar en la población civil en una parcela militar de 17 hectáreas situada en pleno corazón de Buenos Aires, concretamente en la avenida de Libertadores, una arteria viaria que tiene una longitud de 50 kilómetros.

Publicidad

La voz estremecedora de esa madre retumbó en un vídeo durante la visita que el lehendakari realizó a las instalaciones del centro de operaciones de exterminio que con crueldad empleó la dictadura argentina, más en concreto la Armada, con los adversarios del régimen. Lo hacían en la clandestinidad, con impunidad y casi sin esconderse. La prueba de esos crímenes de lesa humanidad, que no prescriben, sigue intacta y viva, ya que las instalaciones militares de la que fue en esos años Escuela Mecánica de la Armada, las custodia en la actualidad la judicatura argentina porque las denuncias siguen surgiendo en el tiempo y la pruebas que aparecen -como un número de teléfono escrito en una de sus paredes- necesitan a veces el cotejo en el lugar de los hechos, que sigue indemne, con desconches de sus paredes incluidos, para evaluar la denuncia en un escenario que apenas ha sido modificado.

El Museo Sitio de la Memoria ESMA, que así se denomina, conserva todas sus características como si no se hubiera parado el tiempo. Todo sigue inalterable, a pesar de que han transcurrido 35 años. El lehendakari, acompañado de su mujer, Lucía Arieta-Araunabeña, pudo comprobar cada uno de los rincones en los que el horror se extendía de manera cruel y despiadada. En esa residencia de oficiales de la Marina que disponía de 74 habitaciones, ubicada en el barrio bonaerense de Núñez, se registraron un total de 5.000 detenciones, de los cuales sólo 250 pudieron salir con vida. Un estudio cifra en 20 víctimas de origen vasco la lista macabra de la ESMA. La dictadura argentina provocó la desaparición de 30.000 ciudadanos en el país.

La madre de esa hija que clama por ella y por su nieto es la denuncia de muchos casos de bebés robados, 500 en ese periodo dictatorial, y de 36 nacimientos en el propio recinto del ESMA, que 13 han podido ser identificados y reeencontrarse con sus familias biológicas.

El lehendakari y su mujer, que caminaban impresionados por cada uno de los rincones del memorial, recibían las detalladas explicaciones de la directora del memorial Alejandra Naftal, que recordaba en cada uno de sus estancias los espeluznantes métodos que emplearon en sus estancias, que mantenían la huella del terror en unas instalaciones que siguen siendo prueba judicial, a pesar de que los militares de la dictadura modificaran parte de su estructura -como escaleras y vigas- para que los testimonios de las víctimas no coincidieran con el escenario modificado cuando la comisión Interamericana de derechos humanos acudió in situ a investigar las denuncias en 1979.

Publicidad

Adentrase en el edificio impresiona. Corta el aliento de quien intenta rememorar en ese escenario aquellos horrores. El relato de los responsables del memorial era tan minucioso como desgarrador. Se describe en cada espacio del recinto cómo los detenidos eran introducidos en el edificio esposados y encapuchados, cómo eran torturados, de qué manera las víctimas eran masacradas en vida, el lugar donde se decidía quiénes de los capturados eran 'trasladados' -manera eufemísitica para decir que iban a ser asesinados- en un vuelo en el que iban a ser arrojados al mar cada miércoles de la semana.

Son innumerables relatos que se suceden en torno a este memorial que fue impulsado por el expresidente Néstor Kirchner en 2004, tras adquirir la parcela militar en propiedad por parte del Estado. En 2015, su esposa Cristina Kirchner, inauguró el centro que a día de hoy es un referente de la vulneración de los derechos humanos.

Publicidad

Al final de la visita guiada por sus responsables en la antigua Escuela Mecánica de la Armada un vídeo recoge la identidad de todos condenados por estos crímenes, que en total son 67 nombres, cuyas identidades y penas jalonan las tres paredes del salón de actos donde esos militares planeaban las peores de las torturas a sus detenidos.

Sin equiparaciones

Urkullu finalizó su vista impactado al constatar cómo el ser humano es «capaz de lo mejor y de lo peor» generando horror mediante la vulneración de los derechos humanos, «sobre todo en el derecho a la vida». Destacó la importancia de los centros de la memoria, como el del ESMA, porque además de recuperar la historia «también es una medida de sanar las heridas que necesita la verdad y la justicia para que no se vuelva a reproducir».

Publicidad

Recordó que la sociedad vasca ha conocido ese mismo horror que lo situó épocas como la «del franquismo, de la Guerra Civil y de sus consecuencias, del horror del terrorismo de ETA durante 50 años, en el terror provocado por la violencia de Estado por grupos paramilitares y para policiales». El recuerdo de estos hechos, dijo, «nos mueven a este ejercicio de la memoria crítica que no persiga la equiparación ni mucho menos la justificación ni el ensalzamiento de la provocación del terror». En este sentido, el lehendakari abogó por activar una red de centros de la memoria «para aunar un compromiso para hacer pedagogía a las nuevas generaciones de lo que tiene que ser la cultura de los derechos humanos».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete los 2 primeros meses gratis

Publicidad